Proyecto Humblood

XV.

Entramos en puntillas escondiendonos en el baño para no perturbar a los que dormían. Otra vez. Deje a Tales pasar primero y me asegure que nadie estuviera escuchando o siguiendonos. La paranoia me abrumaba

 

— No puedo. —pase las manos por mi rostro con frustración— Esto es demasiado. Siento que mi cabeza va a explotar y no puedo procesarlo todo. 

 

Comenzaba a hiperventilarme. 

 

— ¿Que sucedió? —pidió una explicación con voz calmada. 

 

— Él, mi padre, ese bastardo puso frente a mi a los dos hombres que me atacaron. Les inyectaron una sustancia y comenzaron a sufrir cambios. —trague respirando con dificultad. 

 

Tales se acercó tomándome de los hombros provocando que levantará mi cabeza para enfocarlo. 

 

— Respira, Gala. 

 

Inhale y exhale. No sufrí cambio alguno, mi estado alterado persistía. Tenia que sacar lo que me atormentaba de mi sistema, hasta entonces continuaría de este modo.  

 

— Lo hago, solo... escúchame. —puse mis manos en sus brazos buscando soporte— Tenemos que hacer algo. 

 

— Gala...—comenzaba a mover su cabeza para negarse. 

 

Apreté ligeramente mi agarre en él. 

 

— Esto no está bien. 

 

— Se que no está bien. 

 

— Tales, mi padre quiere que me convierta en una de esas cosas. —mis palabras salieron temblorosas— Me amenazó. Si no me uno a él, tendre que hacer silencio sobre todo esto y si no lo hago le hará lo que le hizo a los hombres a mi mejor amiga. 

 

— ¿Ves? No puedes arriesgarte. Ni tu, ni tu amiga. —trato de hacerme entrar en razón. 

 

Mi cabeza cayó en desacuerdo. 

 

— No entiendes mi punto. —junte miradas de nuevo para enfatizar— Eso solo me hace querer destruir esto aun más. ¿Viviremos toda la vida con el miedo de dejar salir algo accidentalmente y que nuestros familiares terminen jodidos por nuestro error? 

 

Me vio en silencio. Las tuercas en su cabeza se encontraban trabajando duró.  

 

— ¿Y si por error metes la pata y tu hijo se queda sin un padre? —saco sus manos de mis hombros como si fueran una plancha caliente, lo deje ir sin resistirme. Odiaba por donde me estaba yendo pero no tenia otra forma de hacerle ver que quedarse sentados no haría más que continuar consumiendo sus vidas— ¿Ves tú lo que digo? 

 

— ¿Y que es lo que quieres hacer? ¿qué es lo que esa cabeza tuya piensa que es tan innovador que ninguno de aquí lo ha intentado? —contraatacó exasperado— No pienses que estamos aquí porque nos gusta, o porque no parecen bien de verdad mantenernos sumisos a tu padre. No es así. —remarcó lo último— No hay plan, estrategia o movimientos que tu padre no descubra. Tiene ojos y oídos en todas partes. Su cúpula es muy variada, políticos, militares de alto rango, tal vez hasta el mismo presidente. 

 

Me cruce de brazos. Nadie era indestructible. Me negaba a creerlo. 

 

— ¿Que era lo que Lloyd, Jules y tú iban a hacer para desmantelar todo esto? —inquiri. 

 

Dudo el decirme por unos segundos. 

 

— Íbamos a presentar todo un acordeón de documentos que describían a fondo lo que se hace aquí. 

 

— ¿A quien?

 

— A una corte militar. Lo tendríamos acorralado, porque ni sus más altos contactos podrían echarle polvo eso y olvidarlo. 

 

— ¿Y que paso con ese acordeón? 

 

Tales se removió en su sitio. 

 

— Lloyd. 

 

— ¿Podrías pronunciar frases completas? —reclame— Esta conversación se volverá más molesta si continuas con monosílabos. 

 

— Él se lo entregó a tu padre dos días antes del juicio. Puso en bandeja de plata a todos los científicos, personal militar, políticos y demás que acordaron hablar en su contra. —contó— No creo que tenga que decirte que paso con ellos. Los que quedaron son aduladores o temen que se repita, nadie cooperará. 

 

Una idea llego a mi cabeza. 

 

— Mi madre tiene una caja llena de carpetas que le pertenecían a mi padre. —sentí las esperanzas renacer— Al leerlas hablaban de diferentes temas médicos pero se veían un poco falsos. Como una cobertura. 

 

Un destello de interés se pinto en los ojos de Tales. 

 

— ¿De que hablan? ¿Proteínas? —indago. 

 

Me hice para atrás en sorpresa. 

 

— Exactamente. 

 

Tales comenzó a caminar por todo el lugar. Lo seguí con la mirada hasta que hablo. 

 

— ¿Por qué tu madre lo tiene? 

 

— Tomo la caja incorrecta a la hora de la mudanza. 

 

Tales arrugó el ceño. 

 

— ¿Y tu padre nunca se las pidió?  

 

— Si, pero mi madre estaba tan borracha que siempre olvidaba ponerla en el correo para enviar su basura de vuelta. —me encogi de hombros— Nunca lo menciono hasta que la visite hace unas semanas. 

 

— ¿Y por qué lo menciono? 

 

— Le pregunte sobre el proyecto Humblood. —me arrojó una mala mirada— No me mires así, Tales. Estaba desesperada. 

 

— No puedes ir por el mundo hablando sobre esto. 

 

Rodee los ojos. 

 

— Era la primera vez que veía a mi madre sobria, primera conversación coherente que sostuvimos. Hablamos de todo un poco. —justifique— Mira lo que obtuve por mencionarlo. 

 

— No cantes victoria. —desánimo— Si tu padre se la dejo no creo que tenga mucha información importante. 

 

— O quizás pensó que mi madre era una borracha estúpida que no le prestaría atención dos veces al contenido de la caja. —le vi la otra cara a la moneda. 

 

Me observó sin discrepar. 

 

— Lo cierto es que tu padre usaba las proteínas para hacer pasar desapercibido el proyecto ante las personas cuerdas y que jamás estarían a su favor. —explicó— Estafó a muchos altos mandos haciéndoles creer que aportaban a mejorar a los soldados con las supuestas proteínas. 




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