Proyecto Humblood

XVII.

Moví mi mano hasta la llave del agua y la cerré cortando el flujo. Con cuidado salí de la ducha y tome la toalla enrollando mi cuerpo en ella. El turno había terminado unas dos horas atrás y finalmente los chicos se fueron a dormir dejando el baño desocupado. Doble la esquina para ir donde mi ropa descansaba en el banco ajustando el agarre de la toalla en el camino. 

 

— Gala. 

 

Mis uñas se clavaron en la tela en mi cuerpo y elevando la vista mis ojos se abrieron de par en par. 

 

— Tales, ¿que...—trague saliva incomoda— ¿Por que no estas durmiendo?  

 

Rasco su nuca igual de incomodo que yo. 

 

— Quería hablar contigo. 

 

Me balancee sobre mis pies llenando mis pulmones de aire y asi suprimir los nervios.  

 

— ¿Y que es eso que no podía esperar a otro momento? 

 

— Te note callada luego del encuentro con Lloyd. 

 

Mi rostro se transformó en una expresión de comprensión. Estaba en lo correcto, las horas que siguieron me las pase en mi cabeza decidiendo que hacer con la información que me sumistro el coronel. Si debía confiar, seguir sus consejos. No sabia que hacer a decir verdad. En parte me parecía acertado, pero existía ese algo que no acababa de sentar bien en mi. 

 

— Si, es que lo que vi me hizo pensar bastante. —admiti— Mucho que procesar. 

 

— ¿Sucedió algo? —interrogó. 

 

Negué con mi cabeza de inmediato. 

 

— Nada de lo que preocuparse. 

 

Se cruzó de brazos levantando una ceja poco convencido. 

 

— No es la respuesta que esperaba. 

 

— Bien, entonces no. No paso nada. —corregí. 

 

— ¿Que viste? 

 

— ¿Alimañas? 

 

¿Por qué me costaba mantener las cosas para mi cuando se trataba de Tales? 

 

— ¿Eso fue una pregunta? 

 

Se notaba confundido. 

 

— No, eso fue una afirmación. 

 

— Me sonó a pregunta. 

 

— Fue una afirmación. —aseguré.  

 

Me observó en silenció. Mis ojos fueron de un lado a otro hasta que decidió abrir su boca. 

 

— No te creo. —soltó. 

 

— Estoy en toalla, no es momento de hacer acusaciones. —trate de zafarme. 

 

— No te estoy acusando de nada. 

 

— ¿Y lo que dijiste hace unos momentos que fue? —recrimine. 

 

— Eso fue una afirmación. —me pico. 

 

— Fue una acusación. —puntualice cada palabra. 

 

— Afirmación. —me cortó— Para ser una acusación debe existir cierta duda, y no estoy dudando ni por un segundo de que me mientes. Eres la peor para decir mentiras. 

 

— ¡Soy muy buena! —exclamé ofendida— Tratas de hacerme hablar, eso es todo. 

 

— ¿Entonces si hay algo de lo que hablar? 

 

— ¡Tales! —reñi. 

 

Él río totalmente entretenido por la conversación. 

 

— Sabes que puedes decirme lo que sea, ¿no es así?  

 

Apreté el nudo de mi toalla al sentirlo flojo enviándole una mala mirada. 

 

— Ese es el problema, tengo que aprender a cerrar mi boca y no compartir todo conmigo. —termine con la toalla y lo vi al rostro— Hay cosas que deberían nunca salir. 

 

Tales entrecerro los ojos. 

 

— ¿Que te dijo ese idiota? 

 

— Nadie me dijo nada. —relami mi labio. Si era mala para mentir, ¿a quien intentaba engañar?— En teoría. 

 

— ¿En teoría? 

 

Gruñi frustrada. 

 

— ¿Me dejarías ponerme decente? —me queje— Si alguien entra va a pensar que hacemos un bebé.  

 

— No veo el problema. —se puso firme en su posición. 

 

Rodé los ojos recogiendo los pantalones de chándal y la camiseta tres tallas más grandes. 

 

— Tu no, pero yo si. —me señale con el pulgar— Tu eres muy viejo para otro bebé, y yo soy muy joven para una criatura. Ahora sal. 

 

Lo despache con mi mano. Se dio su tiempo para seguir mis ordenes y al darme la espalda respire tranquila. 

 

— Volveré en cinco. —advirtió cruzando el umbral. 

 

— Pudrete. —lo insulte en voz baja. 

 

— Te escuche. —me hizo saber desde fuera. 

 

— ¡Todos los escuchamos! —gritó Howard. 

 

— Ya callate, Howard. Puedes dormir con el maldito sonido de disparos junto a ti, nuestra conversación es un arrullo. 

 

— Uy, que humor. —se burló de su respuesta. 

 

Sacudi mi cabeza en diversión. Me puse la ropa interior, camiseta y pantalón en tiempo récord. Cubría mis pies con unas medias cuando Tales ingreso al baño arrojando su mirada sobre mi. 

 

— ¿Y tu heridas? 

 

— Sanando. —me puse de pie— Ya no duele tanto, me puedo parar y mover con facilidad. No puedo garantizar ser una buena candidata para huir de alguien o algo, sin embargo. 

 

— Eso es bueno. —se alegró.

 

— Si. —me las arregle para decir. 

 

Rompí contacto visual inclinandome para tomar mi peine. 

 

— ¿Y bien? 

 

Me detuve a medio camino. 

 

— ¿Que? —fingi demencia. 

 

— ¿Que paso con Lloyd? —recordó. 

 

Me puse derecha pasando el peine por mi cabello para darme tiempo. 

 

— Contó lo que sucedió. —confesé apresuradamente. 

 

Tales parpadeo. 

 

— ¿Si? 

 

— Me hablo de su hermano. —arroje el peine en la ropa usaba— Lo llegue a ver incluso. 

 

Tales puso las manos en las caderas sorprendido. 

 

— ¿Verlo? —tartamudeo un poco. 

 

— Lo que dije. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.