Proyecto Humblood

XX.

— Espero que esta vez si me llames para los clubes que prometiste. 

 

Cerré la bolsa de lona abultada por la ropa sucia. Me volví para mirar Killard. 

 

— No creo que vaya a ir a clubes estos días. —le hice saber. 

 

— ¿No? 

 

— Necesito estar en cama y hacer exactamente nada. 

 

— Claro, entiendo. —aseguró— Tu y los clubes de Texas se pierden esto. 

 

Empezó a mover su cuerpo tarareando. Reí inevitablemente y él se vio satisfecho. 

 

— No creo que Texas se esté perdiendo mucho, si me lo preguntas. —se mofo Howard. 

 

— Solo envidias que con estos pasos aun puedo sacar a chicas a la pista y tu ni a tu esposa. —replicó Killard. 

 

Moví mi cabeza negando divertida. 

 

— Ustedes son todo un caso. 

 

— ¿Nosotros? —se señaló ofendido Howard— Me suena a plural y yo no tengo nada que ver con ese loco. 

 

Killard le arrojó un par de calcetines sucios y él lo devolvió de inmediato.

 

— Se van a terminar matando. —colgué la bolsa en mi hombro y maldije en voz baja al sentir un pinchazo. 

 

— ¿Necesitas ayuda con eso? —ofreció Howard. 

 

Había pasado el tiempo suficiente como para que las heridas de mi cuerpo ya no molestaran en lo absoluto, pero no lo suficiente cuando te atacan y se afectan significativamente retrasando el progreso. Ellos eran un caso, y yo también.  

 

— Puedo sola. —rechacé cargando la bolsa esta vez con mi mano— Iré a la formación con Nomes. 

 

— Espera por nosotros. —pidió Killard terminando de meter todo en su bolsa rápidamente— Listo, vamos.  

 

Ambos salieron e iba por el mismo camino pero me detuve en el umbral. Vi por sobre mi hombro la bolsa de Tales y suspire con pesadez. Continúe y no me permití seguir pensando. A paso rápido cruce la zona central, la zona de convergencia y como no tenia nada por retirar solo abandone el complejo. 

 

— No deberías cargar esa cosa tan pesada. —opino Nomes al verme llegar a la formación— Tus heridas no mejorarán nunca. 

 

La atención de todos fue a parar en mi. Coloque la bolsa en el piso y rodé los ojos porque desde lo ocurrido con West todos parecían querer protegerme. 

 

— En casa se pondrá mejor. —me eleve de hombros— Nadie me atacará ahí. 

 

Lo último lo hice sonar en broma pero ninguno tomo un segundo de diversión. Me observaron serios... y enojados.  

 

— Tienen que dejarlo pasar. 

 

Los ojos de Howard se anclaron en las marcas de la mano de West en mi cuello. Eran perceptibles a corta distancia y me la tendría que jugar para lograr ocultarlas de Alicia. No creería por nada del mundo que era resultado del ataque previo. 

 

— Debiste dejarnos darle su merecido. —regaño Howard. 

 

Recargue el peso en una pierna aburrida del tema. Los últimos días me las pase justo donde el capitán ordenó: en la puerta de su oficina. Solo veía al equipo en el almuerzo y en las noches. Repetían una y otra vez las formas en que lo harían arrepentirse por poner una mano sobre mi y yo repetía una y otra vez que no lo necesitaba. No quería a nadie defendiendo mi espalda, ya lo había hecho por cuenta propia y a él le quedo claro que no pondría una bala en su cráneo de no ser necesario pero no lo dudaría si se trataba de defender mi trasero. No volví a verlo luego del ataque, de todas formas. Pidió a un auxiliar llevar su almuerzo y deduje que salía a su dormitorio cuando me largaba de ahí. 

 

Ningún miembro del alfa estaba contento por mi decisión, se enfurecian con mis negativas rotundas y actitud condescendiente. Creían que tenia que pagarle con la misma moneda y si no podía por mi estado, ellos lo harían felizmente por mi. En especial uno de ellos, que no durmió los últimos dias pensando en como escabullirse y clavar un cuchillo en la garganta de West. Tampoco dormí mucho, lo vigilaba para evitar que cometiera un error. Me arroje más de una vez sobre Tales para detenerlo al notar entre la oscuridad su determinación definitiva por dejar la cama y ejecutar al hombre que hizo de sus manos un collar en mi cuello. Suplicaba, se ponía rabioso y regresaba a dormir sin hablarme a menos que tuviera que hacerlo. Pensaba por los dos, él no era racional. Si hubiese permitido que hiciera lo que rodaba en su cabeza, todo se convertiría rápidamente y sin oportunidad de arreglarlo en un desastre. Mi padre se enteraría y aunque la muerte de un títere cómo West le afecte muy poco, lo usaría como excusa para hacer cualquier maldad a Tales. No permitirá que le hicieran daño, no por mi. 

 

— ¿Seguimos con el tema? 

 

— Por supuesto que seguimos con el tema. —exclamó Killard— Ese maldito de West no debió poner su mano sobre ti. 

 

— Les dije que lo arregle. Le dispare y lo puse en línea.  

 

— No le dejaste marca. —indicó Howard— No cómo la que él te dejo a ti. 

 

Cubrí mi cuello con la mano. 

 

— Lo puse en línea. —repetí— Él se lo pensará dos veces la próxima vez antes de venir por mi y yo estaré alerta alrededor de ese maniático. 

 

— ¿Ves? Eso es lo que me molesta. No deberías estar alerta de nada. Suficiente con tener que lidear con la mierda de las alimañas como para también tener que manejar al psicótico de tu superior. 

 

Llene mis pulmones de aire. 

 

— Es lo que es, Howard. —mis brazos cayeron rendidos a mis costados— Agradezco su preocupación muchachos, muchísimo en verdad, pero hay más en juego que un idiota con ciertos toques psicóticos. Esto, —señale mi cuello— lo puedo superar, ¿lo demás? Creo que es más importante. 

 

— ¿A que te refieres con "lo demás"? —inquirió Killard. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.