Proyecto Humblood

XXI.

El vapor del agua caliente tapaba el reflejo de mi rostro, levanté mi mano y la pase dejando una vista clara de mi reflejo. No me sentía bien por el arranque de hacia unas horas contra Alicia, debí conservar la calma, asegurarle que nada sucedía y agradecer su preocupación genuina. Si no lograba mantenerme serena con alguien de intenciones buenas, con Peter u otro terminaría arrojando más cosas al azar y con una diarrea verbal que no podría detener ni con cinta en la boca. 

 

En medio de mi charla intrapersonal en la ducha, tuve la audacia de justificarme estupidamente con el hecho de que previo a encontrarme con Alicia, ya me hallaba un poco alterada por la conversación con Williams y que solo fue el cúmulo de emociones, no obstante, la verdad era que no podía perder lo nervios tan fácilmente. Mi padre jugaría con cada una de sus piezas y no se haría para atrás como mi mejor amiga. El seguirá, empujará y me hará caer como todos los demás. Inaceptable. No sería otro de sus oponentes abatidos por debilidad. 

 

Las palabras que salieron de mi boca eran otra cosa que quería borrar de mi cabeza. ¿Les ha pasado que muy en el interior se sienten de una forma pero lo oprimen tanto que terminan olvidando que esta allí por completo y solo es cuestión de tiempo hasta que explote en ti y salga? Porque eso es justamente lo que sucedió hace un par de horas. Me sentía débil e inútil, trataba de ocultarlo buscando las mejores soluciones y casi siempre cumplía con éxito el ignorar esa parte de mi. Hasta hoy, por supuesto. No me sentía preparada para escuchar eso salir de mi boca, me noqueó de una forma que aún lo traigo a mi mente y es surrealista. Casi tanto como si te dijeran que tu padre experimenta en gente inocente. Mi patético ser no tenia una solución está vez. Aquí estaba, en el baño, viéndo mi demacrada cara preguntándome si tengo lo que se necesita para hacer caer a mi padre de su trono. 

 

¿Pero que es lo que se necesita para dañar a un hombre como él? 

 

Tiene todas las de ganar. Insensible, poderoso y aterrador como el demonio. ¿Que tenia yo? Una actitud heroica persistente que me guiaba a hacer las cosas más estúpidas que un ser humano había hecho en su vida, con una total de cero preservación propia ya que ponía mi trasero al fuego con tal de alcanzar mis objetivos. Era una tonta, pero ya habíamos determinado que no era del tipo de correr al caribe y tomar directo de un coco. Era eso, tonta y loca. Debía afrentar en lo que ya estaba más que enredada y hallar la forma de manejarlo. De hecho debía admitir que lo hice bastante bien luego del ataque de West, no cualquiera se sienta y hace lo que le dicen. Detuve a Tales y así ninguno metió la pata. Así que, si, ser indiferente era la táctica y si me pasaban con un camión por encima me levantaría y diría que todo estaba bien. Ser fuerte... si, eso mismo. 

 

— ¿Gala? —dos toques en la puerta me sacaron de mi estado ensimismado. 

 

Reafirme la toalla y di un último chequeo a mi reflejo. Sin duda después de esto me iría al caribe. Si es que no terminaba dañando ventilaciones para salir. 

 

— ¿Si? —abrí la puerta encontrado de frente a Alicia con expresión preocupada— ¿Que pasa? 

 

Revise por sobre su hombro y no vi a nadie. Ella agitó sus manos tranquilizandome. 

 

— No es nada. —la comisura de sus labios se elevó en una media sonrisa— Pensé que algo te había pasado. La ducha se cerró y no saliste... me preocupe, eso es todo. 

 

Di un asentimiento de cabeza en comprensión. 

 

— Todo bien. —aseguré— Me tome unos minutos para pensar mientras veía mi reflejo, tu entiendes, todo dramático. Me quedé en mi cabeza más de lo que pensé. 

 

Alicia se hizo a un lado. Pase, fui a mi habitación y ella aguardó en el pasillo a que pusiera algo de ropa. 

 

— ¿Sucede algo? —pase la ropa interior por mis piernas. 

 

No la pregunta más acertada, pero algo tenia de decir. 

 

— Hable con mi amiga. —respondió— Me recomendó una crema para tu... 

 

Se quedó en silencio. 

 

— Puedes decirlo. —anime colocando una camisa tres tallas más grandes para dormir. 

 

— Para los hematomas en tu cuello. —finalizó con una pizca de dolor en su voz. 

 

Suspire y me subí a mi cama poniéndome cómoda. 

 

— Ven aquí. —invité. Se asomo cautelosa por el umbral y entró.

 

— ¿Si? —se dejó caer en el borde de mi cama. 

 

— Hablemos sin perder la cabeza, ¿te parece? 

 

Se desinfló y me observó. 

 

— Esta bien. —accedió. 

 

— Lo que sucedió hace un par de horas me ha rebotado en la cabeza hasta el punto de causar una jaqueca. Me quiero disculpar porque no merecías esa respuesta de mi parte. —hable con sinceridad— Estoy metida en algo de dimensiones que nunca podrías llegar a imaginar. Es terrible y te quiero proteger a toda costa de esto porque no se como pueda terminar.  

 

— ¿Tan mal? —tragó grueso.  

 

— Tan mal. —afirmé— Y claro que tiene que ver con mi padre. Todo tiene que ver con él. 

 

— ¿Que puedo hacer para ayudarte? 

 

— No hables con nadie sobre mi. —le dije— Evita nombrarme tanto como puedas, haz parecer que no me conoces. No se hasta que punto mi padre tiene control de mi vida, pero si se que se puede enterar de tantas cosas como quiera. 

 

— No puede ser, Gala. —cubrió su boca con los dedos— Lo que sea que estés haciendo tienes que dejarlo. 

 

Reí sin gracia. 

 

— Es imposible, ya no me puedo retirar. Y no quiero tampoco. Estoy asustada, si, pero se demasiado cómo para ignorarlo y seguir con mi vida. No soy esa clase de persona y lo sabes. 

 

— Lo se, claro que lo se. Detesto a tu madre más que nunca ahora mismo. 




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