Proyecto Humblood

XXV.

El sonido de la llave introduciéndose en la cerradura provocó que me levantará como resorte de la silla. 

 

— Dame un segundo, mamá. —toque su brazo fugazmente saliendo de la cocina. 

 

La puerta principal se abrió a mitad de camino y Alicia apareció con el ceño fruncido viendo cada rincón del apartamento. 

 

— ¡¿Don... 

 

— ¡Shh! —puse mi dedo en el labio pidiendo que bajará la voz— En la cocina. 

 

Vio sobre mi hombro y luego a mi. 

 

— ¿Que tiene? ¿que hizo? ¿que paso? —soltó tan rápido que parpadee retrocediendo para poder procesar. 

 

— Te dije que la atacaron. 

 

— ¿Como? 

 

— Pues como se ataca a una persona. —balbucee sin saber como tocar el tema— Bien, mira, te lo explicaré ¿si? 

 

— Es lo menos que puedes hacer. 

 

La mire mal y cambie de tema: 

 

— ¿Trajiste lo que te pedí? 

 

— Dos botellas de vodka. —pronunció con fastidio sacándo el líquido de su bolso— El mejor escenario en el que pueden ver a una enfermera. 

 

— Perdóname. —ocupe mis manos con las botellas— Prometo que te lo pagaré.  

 

— No se trata del dinero, esto no está bien. —reprochó apuntando el vodka. 

 

— ¿Crees que no lo se? —me defendí— Esto no está bien, ni aquí, ni en marte o saturno, pero es lo que es con mi madre. 

 

Abrí mis brazos abrumada y me volví en mi pasos hasta la cocina. 

 

— No haré esto por ti otra vez, que te quede eso claro. —le hice saber a mi madre que saltó al ver las botellas— Quedate aquí, tengo que hablar con Alicia. 

 

Destapó la botella y se la llevó a la boca como si hubiese estado en un desierto sin agua por días. Suspire y regrese a la sala pero Alicia no estaba ahí. 

 

— ¿Alicia? —llamé.  

 

— En tu habitación. 

 

Avance y me detuve en el umbral en seco. 

 

— ¿Que haces? 

 

— Buscando respuestas. —levanto una camisa de mi uniforme del complejo— ¿Reclutamiento, eh? 

 

— Es clasificado. —me acerqué y le arranque la camisa— Sal de aquí. 

 

— ¿Y si no lo hago? —se plantó en el piso con expresión altanera— Obligame. 

 

Me cruce de brazos recargando el peso en una de mis piernas. Le pedí específicamente que no hiciera esta escena, y aun así aquí estaba. 

 

— ¿Que te sucede? 

 

— ¿Que me sucede? —repitió con voz chillona— ¿Cómo puedes siquiera preguntar eso? 

 

— Tienes que calmarte.  

 

— ¡Estoy calmada! —exclamó. 

 

— ¿Si? 

 

— ¡Si! 

 

Suspire derrotada. 

 

— ¿Sabes que? —fui a mi escritorio y tome los papeles con las amenazas— Esto es lo que está pasando. Enfrentalo. 

 

Los arroje a su pecho y los capturó antes de que cayeran al piso. 

 

— Eres una zorra. 

 

— No tengo tiempo para insultarte ahora. —negué con la cabeza— Léelo y haz las preguntas que quieras. Veré que puedo responder. 

 

Me vio por unos segundos y rodó los ojos. Le dio su atención a los papeles y note como lo leyó repetidas veces. 

 

— ¿Que? —levantó la mirada— ¿Gala? 

 

— Te pedí que no te alteres por una razón. —dije con tono calmado— Llegaste haciendo todo lo contrario. 

 

— Me llamaste en pleno turno y dijiste "al llegar a casa encontrás a mamá, no te pongas histérica. La atacaron y necesito vodka. Hablaremos" —le echo un vistazo a los papeles— Esto es más que tu mamá. No puedo estar tranquila cuando me dices que te han estado amenazando ¿desde cuando? ¿desde que llegaste? ¡por amor a dios, Gala! A menos que sea una psicótica esto pone de los nervios a cualquiera. 

 

— No se que decirte. 

 

— ¿No sabes que decirme? —paso las manos por su rostro— Empieza diciéndome que tiene que ver tu madre con esto. 

 

— Los que me envían esas notas son los mismos que trajeron a mi madre hasta aquí. La golpearon porque no quiso hablar y solo la arrojaron en la puerta principal con la nota que tienes en tus manos. 

 

— ¿Y de donde salen estas personas? ¿en que estas metida, Gala? 

 

Y ese era el problema. 

 

— No te lo puedo decir. 

 

Su mandíbula se abrió. 

 

— He ignorado muchas cosas, pero esto es el colmo. —dejo los papeles de lado— ¡Me lo dices ahora mismo, Gala! 

 

— Alicia... 

 

— Haré mi mejor apuesta diciendo que si tu madre fue atacada, quizá yo sea la siguiente. —se apresuró a decir— ¿No merezco saber lo que me enviara al fondo de un lago? 

 

— No exageres. 

 

— ¡No estoy exagerando! —gritó— Si tu no te tomas esto en serio, yo si lo hago. 

 

— Por supuesto que me lo tomo con seriedad maldita sea, ¿pero que quieres que haga? ¿que contrate un jodido guardaespaldas? —ataqué— Ahora mismo estoy pensando en que hacer y no me ayudas diciendo que no me tomo esto en serio. 

 

— Si te lo tomarás en serio, me dirías que sucede. 

 

Inhale frustrada. 

 

— ¿Que diferencia hará? 

 

— ¿Hmm? ¿no se? —pretendió pensar— ¡Quizás saber de lo que tengo que huir! 

 

— No se como decirtelo. 

 

— Solo dilo. 

 

— Tengo miedo de que no me creas. 

 

— ¿Por que no lo haría? —sus cejas se juntaron. 

 

— No es sencillo. 

 

— Solo dilo. —repitió.

 

Apreté el puente de mi nariz cerrando mis ojos. 

 

— ¿Gala? —se escuchó a unos metros— ¿Ya puedo ir a casa? 

 

— Lo que faltaba. —se quejó Alicia. 




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