Proyecto Humblood

XXIX.

Mi mente se apago quedando totalmente en blanco, sin saber que decir o hacer, y las pequeñas personas en mi cabeza determinaron una situación de emergencia tratando de la mejor manera posible devolverme a la vida para poder entender lo que Lloyd decía. Su boca se movía, pero por mi parte solo lo miraba confundida. 

 

¿Que hacía ahí?  

 

¿Por que estaba ahí? 

 

¿Cómo llego ahí? 

 

¿Que paso para que él tuviera que estar aquí? 

 

Mis manos fueron a parar a su rostro inconscientemente. Lo toque para verificar que lo que estaba frente a mi no era producto de una mala pasada de mi cabeza. Se sentía real, de carne y hueso ¿pero como? Él tenía que estar en el complejo, ¿no es así? Saque mis manos de su rostro y las apoye en sus pectorales inclinando mi cabeza a un lado. 

 

— ¿Lloyd? —logré pronunciar.

 

— Gala, ¿estas bien? 

 

Por supuesto que estaba bien, no era quien se hallaba en el lugar donde se suponía no debía estar. Unos miles de kilómetros en el lugar incorrecto. 

 

— ¿Que... —pase la lengua por mi labio. Recién mi cerebro volvía a su actividad normal, necesitaba unos segundos para regresar. Inhale y lo vi— ¿Que demonios estas haciendo aquí? ¿tu estas bien? 

 

— Vine en cuanto pude. 

 

Junte mis cejas en confusión. 

 

— ¿A que te refieres? 

 

— ¿No ha sucedido? 

 

Eso no sonaba bien.

 

— Lloyd, tienes que ser preciso. 

 

— Me llamaron. 

 

— ¿Quien te llamo? —pregunte exasperada— ¡Habla! 

 

— La esposa de mi hermano.

 

— ¿Cómo dices? 

 

— Ella llamo y dijo que hoy te haría pagar. No podía dejar que eso sucediera, yo... 

 

Me separe del agarre de su brazo interrumpiendo sus palabras, lo empuje y cerré la puerta del auto. 

 

— ¿Pagar que? 

 

— Lo que le hiciste a mi hermano. 

 

— Yo no le hice nada a tu hermano. 

 

— Eso intente explicárselo. 

 

— No lo intentaste lo suficiente si aun así decidió venir. —solté un gruñido de irritación— ¿Donde esta ella?

 

— No lo sé. 

 

— ¿Dijo algo en la llamada? 

 

— Específico que te atacaria en el lugar donde te sentías más cómoda. 

 

Arrugue mi rostro por la estupidez de las personas. ¿Por qué no podian ser precisos? Jodidamente directos por primera vez, no quería más acertijos. Me detuve a pensar y la respuesta me golpeó como un tren a toda velocidad. 

 

— No eso no...—puse mis dedos en la sien en negación. 

 

— ¿Que? 

 

Trague duro y observe el edificio que se levantaba detrás de mi. Ese era el único espacio en la ciudad que se podría considerar cómodo para mi. Maldije y empecé a correr en dirección al lobby. 

 

— ¡¿Gala?! —grito Lloyd siguiendo mi paso. 

 

Frente al ascensor golpee repetidas veces el botón sin descanso. Le eche un vistazo a la pantalla que marcaba la posición de la caja metálica y este se encontraba atorado en nuestro piso. Mala señal. Tome las escaleras sin pensarlo subiendo de dos en dos. 

 

— Tienes que decirme que pasa, Gala. —se oía entrecortado. 

 

— Solo sígueme. 

 

Cruzaba para tomar el tramo que llevaba al tercer piso cuando mi sangre se congeló y mi corazón se detuvo. 

 

— ¡Gala! 

 

El grito desgarrador de Alicia fue tan alto y a tal nivel de exaltación que fácilmente lo escucharía en la planta baja. No había sido el caso, porque lo escuche casi en el inicio de mi oído, sintiendo el latigazo de su miedo, pánico y terror puro. Me apresuré y finalmente alcance nuestro piso con apenas un hilo de aliento. Corrí por el pasillo y no me detuve hasta empujar la puerta con mi cuerpo entrando al lugar. Palideci ante el panorama. 

 

— Oh, miren quien decidió aparecer. —soltó una risa macabra— Un placer conocerte, Evans. 

 

Las pisadas de Lloyd cesaron a unos metros detrás de mi y la sonrisa de la mujer aumentó. El rostro de Alicia estaba empapado con lágrimas, de rodillas y un arma en la parte trasera de su cabeza tentada a quitarle la vida en un abrir y cerrar de ojos con el tirar del gatillo, sollozo pidiendo sin palabras y con sus ojos desbordando pánico ayuda. Mi corazón se encogió y mis manos se tornaron frías. 

 

— Déjala ir. —pedí. 

 

— ¿Que la deje ir? —presionó el arma en la cabeza de Alicia— ¿Y si no, que? No estas en posición de dar órdenes.  

 

— Ella no tiene nada que ver en esto. 

 

— ¿No tiene nada que ver? —repitió con su expresión transformándose en seriedad escalofriante— Espero que dijeras lo mismo de mi esposo. 

 

— No le hice nada a su esposo. 

 

La mujer resoplo y apartó la mirada dirigiéndose a Lloyd. 

 

— Gracias por no meterle un tiro, estaré muy complacida de hacerlo yo. Cínica de mierda. 

 

— Margaret, tienes que bajar el arma. —habló Lloyd— Esto no te llevará a ninguna parte. 

 

— Me llevará a mi esposo. —contradijo— Mataré a estas dos zorras y enviare la cabeza al gran monarca. 

 

— A mi padre no le puede importar menos eso. —trate de razonar con ella— Esta no es la solución. 

 

— ¿No? —me enfocó con interés fingido— ¿Cual es la solución, pequeña bastarda? 

 

— Matarme no traerá de vuelta a tu esposo, nada lo hará. —hice énfasis en lo último— Él ya no está aquí. 

 

— Gala. —advirtió Lloyd entre dientes. 

 

— ¡Me quitaron al hombre que amaba! —bramo— ¡Quiero que sufras tanto como yo y mis hijos sufrimos! 

 

Sacó el seguro provocando que Alicia chillara. 




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