Proyecto Humblood

XXXIII.

Mis ojos se abrían y cerraban en intervalos de tiempo inciertos. Mi cuerpo adoptó diferentes posiciones buscando la comodidad a través de la noche, nada parecía ayudarme a conciliar un sueño profundo. A veces dormía, a veces admiraba el techo como si hubiese algo muy interesante colgando de allí pero, la verdad es que al abandonar mi cuerpo y darle rienda suelta a la imaginación, en medio de la inconsciencia mi cabeza creaba imágenes de Walsh regresando a la vida. Gritaba, rogaba y suplicaba, se sentía tan real que me despertaba bañada en sudor y entre jadeos. Pedía que no lo dejará morir en vano e hiciera justicia. Más de una vez me levanté para mojar mi rostro repitiendo en un hilo de voz que era producto de la imaginación demasiado creativa que cargaba. Tuve que ser muy silenciosa además, Tales dormía a solo unos pocos centímetros de mi. Aunque se escapaba de mis manos, a menos que fuese sordo cualquiera escucharía mis quejidos ahogados. Él me vio en silencio toda la noche, se tomaba muy en serio la actitud profesional que acordó con Lloyd y solo se aseguraba de que no perdiera la sanidad. Como si no la hubiese perdido hace un tiempo ya. 

 

Pensaba que tendría la solución, que seria sencillo. Que ilusa. Esto era un juego de ganar-perder, y únicamente quería ganar. Salir ilesa, quedar como una heroína. Peter no llegó a donde esta ahora haciendo lo correcto,  siendo amable o esperando que otros le abrieran los caminos. Su posición la forjó a partir de juegos sucios y corruptos derrumbando muros que se creían perfectamente estables e intachables, ¿y que era lo que hacía yo? Usar a terceros que se ensuciarian por mi. Peter jamás me atacó, él no me consideraba una amenaza a pesar de que me guste pensar que si. Los ataques que sufrí fueron provocados por personas ajenas a Peter, nunca por él mismo en cuestión. Ni siquiera necesitaba enviar a alguien directamente por mí para tenerme en desventaja, ya lo estaba por propia cuenta y él sacaba provecho sin mucho esfuerzo. Continuaba usandome a su favor como cortina de humo, desviando la atención para que creyeran que pronto abandonaría su cargo y su amada hija sujetaria las riendas del complejo, y yo, con mi mediocre plan de pretender que en efecto lo apoyaba, le di más tiempo y estabilidad entregando en bandeja de plata la victoria. No hice nada bien, porque temía arriesgar y perder más de lo que podría soportar. Quería ayudar a los afectados, quería demostrar cuanto valía, odiaba a mi padre y deseaba verlo sufrir de la misma forma como me hizo sufrir; sin embargo, no estaba preparada para perder tanto como el perdió para alcanzar la meta. 

 

Temí de la parte en mi interior que se asemejaba a Peter. Esa parte que salió a luchar en la escuela, a defender a Alicia de su padre, que disparó el arma contra Margaret y que abrió mi boca para poner en su lugar al General Todd. Esa parte que entregaria cada miserable migaja de mi ser con tal de dar con la posicion que me merecía. La que me cagaba en los pantalones cuando tomaba su lugar en el reflector porque no se sentía como si fuera yo pero, luego de todo lo que había sucedido, ya no sabría decir quien soy en realidad y fingir que no me agradaba esa parte de mi sería mentir, y a este punto, no ganaría nada con eso. 

 

Metafóricamente hablando, mi cola era tan larga que nunca me enteré que Peter la tenia pisada, o tal vez, se me hacia más fácil ignorar la presión para no mostrar lo que verdaderamente ocurría. Me hallaba aburrida del tema y de mi indecisión, ¿haría algo? ¿no lo haría? ¿terminaría de hacer lo que comencé arrastrando a dos personas que ya habían sufrido las consecuencias de una mala jugada? ¿renunciaría? ¿huiria? ¿atacaria de una vez por todas? ¿que demonios era lo siguiente? 

 

Arriesgar, Gala. Eso es lo único que te queda por intentar. Todos creen que has arriesgado, ¿tu lo crees o solo has disfrazado un mínimo esfuerzo con riesgo extremo? 

 

Maldito sea el día que me anime a seguir con esto. Y ese día era hoy, no más juegos pasivos. Esta era Gala Evans. 

 

Arranqué las sabanas de mi cuerpo al segundo que la puerta principal chocó contra el marco anunciando la salida de ambos hombres. Me puse de pie y tome mi celular de la mesa de noche buscando el número de quien podría conseguir lo que necesitaría para iniciar. Dos tonos más tarde, la línea conectó y un saludo con ligera extrañeza fue lo que escuché.  

 

— ¿Tienes acceso a equipo de vigilancia? —escupi. 

 

— Eh, si, supongo. —se oía perdido. 

 

— Williams, necesito una respuesta concreta. —pedí. 

 

— En la base tenemos un par de instrumentos tácticos de vigilancia. —replicó— Podría conseguir algo para usted. 

 

— Se que hace un año o dos la armada compro equipo de espionaje. Cámaras y micrófonos que se conectaban a un servidor principal que guarda las grabaciones e imágenes tomadas. Eso es lo que necesito, Williams. 

 

— ¿Que es lo que quiere hacer? —interrogó. 

 

— Lo que debí hacer desde un comienzo. 

 

— No es tan sencillo conseguir ese equipo. 

 

— ¿Que hay que hacer? 

 

— Tendré que usar su nombre. 

 

— Me expulsaron de la armada hace cinco años, no te darán equipo bajo mi nombre. —deje saber. 

 

— No me esta entendiendo. 

 

— Explícame. 

 

— Para obtener el equipo no iré a fuentes oficiales. —declaró— Eso seria un montón de papeleo que dejaría evidencia a la mano de su padre y si queremos que esto se mantenga en las sombras la única forma es conseguirlo de forma ilegal. 

 

— Adelante, tienes mi aprobación. 

 

— ¿Esta segura? —cuestionó— Es mejor mantenerse del lado limpio si quiere que la gente de su padre la tome en serio y no se niegue a seguir sus ordenes una vez en el poder. 




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