Proyecto Humblood

XL.

Mis ojos se abrieron de golpe por la presión en mi vejiga provocando que fuera a mis pies de un salto. Los otros en la sala dormían pacíficamente mientras iba en puntillas hacia las escaleras así que recorrí el tramo con cuidado para no despertar a nadie y canté victoria en mi cabeza una vez la puerta del baño se cerró e hice mis necesidades. Un inesperado pinchazo en mi cuello provocó que soltará un jadeo, pero no me extraño en lo absoluto. Si bien bajar el maldito colchón había sido todo un drama de televisión que terminó con Howard y Killard casi rodando escaleras abajo porque ni en juego dejaría a Tales y Lloyd hacerlo, no valió la pena para nada. Era como dormir en el piso, incluso me atrevería a decir que dormiría muchísimo más cómoda que en ese colchón. Me sentí mal por Tales al recordar que él tuvo que dormir en esa cosa, ya no lo podía culpar por estar de malhumor. El arrepentimiento de no tomar su oferta y ceder la gloriosa cama a Gwen se burló en mi narices. Si lo hubiese pensado bien, unas cuantas patadas en la noche y ronquidos la harían rogar a Tales por un nuevo lugar para dormir, no obstante, no fui tan inteligente y por supuesto que mi buen ser no me permitiría hacerlo. Siempre tenía que ver por los demás, estaba en automático para esa clase de cosas. 

 

Lave mis manos maldiciendo y me estire haciendo sonar uno que otro hueso buscando alivio. Todavía me quedaban un par de días allí, por lo que tenía que ver el lado positivo para lograr olvidar que al finalizar mi tiempo en casa de Tales mi columna tal vez ya no existiría. No eran las literas de las barracas, la comida no era de dudosa procedencia y no tenia a nadie gritando en mi oído para que corriera. Eso funcionaria, todo era mejor si se comparaba directamente con las barracas porque no hallarás algo peor que eso. Sonreí sin ganas al espejo y acomode unos cuantos cabellos desordenados. El asunto con Tales y Lloyd me había hecho olvidar los verdaderos problemas en cuestión: Mi padre y el complejo. Aunque mis orejas jamás me lo dejarían pasar por alto y se posaban en mi rostro como un perpetuo recordatorio de lo que pasaba. Ultimamente mis horas de sueño eran contadas, puesto que si no era mi cabeza la que insistía en darle vueltas a cualquier mínima duda inquietante, me despertaba por estupideces cómo la de hoy. Lo más hilarante de todo es que la comparación que mi subconsciente hacía con un mapache al instante de verme, me alegraba al menos ser capaz de divertirme por mi apariencia antes de echarme a llorar por ser un desastre. También me hacía preguntarme como demonios Tales y Lloyd me veían atractiva, al punto de hacer un acuerdo entre los dos para no sobrepasar los límites profesional. Si de por sí en una situación normal nunca fui del tipo llamativo, ahora me hallaba en el fondo de la lista. No lo entendía, ni lo quería entender. Capaz podían ver a través de mi cansancio... o solo tenían mal gusto. 

 

Salí del baño bostezando y di un salto en mi lugar al enfocar a Tales en medio del pasillo pasando las manos por su cabello. Entre en pánico por un segundo sin saber que hacer cuando me enfocó y me regañe al caer en cuenta que era ridículo de mi parte actuar de esa forma. Es Tales, por amor al altísimo. Le di una patada en la entrepierna a solo días de conocernos, ponerme nerviosa después de ese hecho es patético. En serio que si. 

 

— Buenos días. —formulé.  

 

— Buenos días, Gala. —devolvió el saludo— ¿Todo bien? 

 

Di un asentimiento lento haciendo una mueca por el segundo pinchazo del día. Maldito colchón. 

 

— Si, bien. 

 

— Esa mueca me dice lo contrario. 

 

— Tu colchón no es muy cómodo. 

 

— Lo lamento, si pudiera conseguirte algo más cómodo lo haría. 

 

— No te preocupes. —agite mis manos restando importancia— sobrevivire. 

 

Se quedó pensativo por un momento viéndome de pies a cabeza y abrió su boca: 

 

— ¿Y si envío a Gwen con mi padre?  

 

Oh, no. 

 

— Dejalo estar. —pasé por su lado descendiendo a la sala y él se pego a mis talones. 

 

— Mi padre la protegerá. —insistió en voz baja. 

 

— Tu tienes que hacerlo. —replique en el mismo tono. 

 

— ¿Por qué eres tan necia? 

 

— No soy necia, tu estas exagerando. —debati adentrándonos en la cocina— Dormiste en ese colchón y te veo bien. 

 

— Es diferente. 

 

Giré enfrentandolo sin entender a que se refería. 

 

— ¿Cómo que diferente?

 

— Eres una invitada, no es correcto que duermas en esa porquería. 

 

— ¿Esa es tu lógica?

 

— Es la lógica de cualquier persona que tiene invitados. 

 

Descanse el peso de mi cuerpo en una de las piernas cruzandome de brazos. 

 

— ¿Y después que? ¿Dormiremos juntos? —el sarcasmo desbordó. Eso no sucedería—Porque tampoco te dejaré usar esa porquería. A nadie en realidad, es horrible. 

 

— ¿Seria eso un problema? 

 

Tenia que estar bromeando. 

 

— Oh, si, uno grande. Con Lloyd y tu actuando por sus instintos primarios, soy yo quien debe ver por la sanidad en esta casa. —le hice ver mi punto— Entonces no, no vamos a dormir juntos, Tales. ¿Por qué estamos discutiendo esto siquiera? Mi padre debe estar haciendo de las suyas en algún lugar del país, y nosotros en esta tontería. 

 

— De todos modos la enviare con mi padre. —se mantuvo firme— Tu usarás la cama y yo el jodido colchón. Fin de la discusión.  

 

Rodé los ojos cansada y le di la espalda. 

 

— ¿Te han dicho que eres un controlador? —ataqué en juego. 

 

— Si, esta entre mis otros diagnósticos. 

 

Alcancé el café y lo deposite en la encimera haciendo memoria. 




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