— Gala, por el altísimo, ¿podrías dormir al menos por una hora?
Le eché un vistazo rapido por sobre la portátil en mi regazo y ella tapó su rostro con las sábanas.
— Tuve suficiente de eso.
— Tendrás que dormir en algún momento.
— Por supuesto, pero no ahora. —pasé las imágenes con lentitud— Esto es más importante.
Alicia se incorporó bostezando y con su cabello desordenado.
— ¿Que estás viendo?
Peter con un traje naranja y esposas iluminaba mi rostro.
— Fotos de mi padre. —no vi la necesidad de mentir— Es increíble.
Su rostro portaba una seriedad mortal, no obstante, un brillo de malicia resaltaba aún en sus ojos. Derrota, eso quería ver.
— ¿Que es increíble?
Otra foto de él en un auto blindado se pintó en la pantalla.
— Verlo, ya sabes, así. —señalé la foto— No me lo puedo creer.
— Tales y Lloyd hicieron un excelente trabajo. —halago— No saldrá ni haciendo un agujero.
Hice una mueca.
— No lo subestimes.
Alicia levantó las persianas y el sol entró iluminando la habitación.
— ¿A qué te refieres?
Abrí la pestaña que estaba reacia a cerrar, quería leerla un par de veces más y hacerme la idea de lo que enfrentaba. El sabor amargo en la punta de la lengua que dejó el simple hecho de leerlo no podía pasar desapercibido.
— Peter Evans aseguró que dará pelea puesto que, las alegaciones hacia su persona son infundadas. —leí en voz alta— Su hija, quien ahora se encuentra en estado crítico, armó dicha conspiración para arruinar su imagen. Él es un hombre bueno, y un soldado respetable.
Un chiste. Uno muy malo, a decir verdad. Ni un bueno hombre, ni un soldado respetable. Pura basura.
— ¿Y eso que tiene?
¿Bromeaba?
— ¿No me escuchaste?
Rodo los ojos, despreocupada.
— No importa lo que él pueda decir a los medios de comunicación. La corte marcial dictó su sentencia, y ellos, en serio, se veían asqueados.
No influyo en mí en lo absoluto, sabía como se manejaban.
— Muchos de ellos estaban involucrados, es claro que tendrían que parecer horrorizados. —refute— Son tremendamente susceptibles a sobornos.
Dobló la sábana, pensativa.
— ¿Tu crees?
— No lo creo, lo sé. —dije con firmeza.
Aparté la portátil posteriormente y fui a mis pies suspirando con pesadez. Tenía que informarme tanto como fuese posible, ya que si él decidía que mi recuperación era un buen momento para apelar, por supuesto que le haría frente con las pruebas más que contundentes que teníamos en nuestro poder. Según los reportajes de periodistas con sentido común, porque algunos parecían incluso encantados con el proyecto, un aproximado de cien médicos, científicos, y auxiliares, testificaron sobre las atrocidades que se llevaban a cabo en el complejo a cambio de la reducción de sus condenas. Me parecía ridículo que, después de semejantes pruebas en su contra, se le permitiera siquiera hablar con reporteros y hacer tal declaración con libertad plena y sin represalias. Solo demostraba que, a pesar de lo que se determinó, todavía poseía un mínimo de poder y ponía en tela de juicio la veracidad de la corte. Lo quería aislado y sin ningún tipo de contacto, esta clase de porquerías creaba polémicas, y las polémicas creaban bandos. Lo último que necesitaba era un grupo de apoyo para Peter, sus únicos amigos serían las malditas ratas y la soledad. Nada más.
Sumando a eso que, no quería depender de los ánimos de Todd. En otras palabras, no quería depender de lo que él me pudiera decir o quisiera decir. Luego de la confesión de Alicia y otro par de cosas que descubrí en la internet, cai en cuenta de que su disposición en este asunto se balanceaba entre beneficio propia y la recuperación de su estatus. Vaya sorpresa. Quería lucrarse de esto, y los reportajes demostraban que su meta era comercializar la problemática en general. Se salió completamente de control, y aunque Tales y Lloyd hicieron cosas de provecho en mi lapso de coma, él se descarriló buscando sus propios rumbos. Si antes creía tontamente que todos teníamos un objetivo en común, ahora veía con claridad que Todd trazó su propia meta quizá desde hace mucho tiempo atrás. Corrían en direcciones opuestas, y aquí está la cabecilla, sin siquiera saber que la carrera había iniciado.
La lista de cosas con las que me tenía que ponerme al día era infinita. Traté de priorizar una que otra, pero siempre terminaba en el mismo agujero. Uno del que no saldría hasta obtener una solución que me hiciera sentir satisfecha de una vez por todas. Durante la noche, además de leer reportajes como loca, junté retazos de lo que consideré se trataba de un sueño. No conocía sobre el coma a profundidad, sin embargo oí mencionar que era posible recordar cosas de esos instantes inconsciente. A ciencia cierta, es un teoría, y desde mi perspectiva, me parecía posible. Imágenes de Lloyd, Tales, mi madre y Peter, me atormentaron por alrededor de dos horas hasta que me di un momento para entender lo que sea que mi mente intentaba hacerme llegar. Honestamente, no lo entendí, no pretendería que las respuestas me azotaron inesperadamente. Una discusión con mi padre, una conversación con mi madre, Peter asesinando a Tales y Lloyd, un ascenso... demasiado con lo que trabajar, y yo me sentía exhausta. Lo cierto es que, mis pensamientos tomaban una única dirección con ese revoltijo que causaba el supuesto sueño en sí. No sería la primera vez que la idea se plantaba en mi cabeza, mentir no tendría sentido, pero la había apartado ya que no la consideraba adecuada. O eso fue lo último que decidí antes de que Peter inyectará su porquería en mi cuello. Que la idea regresará con tanta potencia y solidez, me hacia sentir una molesta contrariedad. Lo quería hacer, y a la vez no. Es complicado, no puedo solo ir y clavarle un cuchillo en el cuello. Si lo hacía, tendría que al menos juntar mi mierda y estar muy segura. Cuando le arrebatas la vida a alguien, es obvio lo que sucede y son acciones, en efecto, irreversibles.