Proyecto Landas

Prólogo

Me llamo Lilith, aunque casi todos me llaman Lili. Tengo 18 años y vivo en París, en una casa demasiado silenciosa desde que mis hermanas se casaron y se fueron de luna de miel. Mis padres, Andrés e Isabel, aún viven conmigo, aunque últimamente siento que estoy más sola que nunca. Esta historia que estás por leer... no sé si me importa que la creas. Lo que sí sé es que, una vez que empiece, no podrás dejarla.

Todo comenzó el 18 de octubre, a las 9 de la noche. La lluvia golpeaba los ventanales como si quisiera entrar. Estaba en la sala de estar con mi madre, que hablaba de su infancia con una voz suave, casi nostálgica. Pero yo no la escuchaba. Mi mente estaba atrapada en algo más oscuro, más urgente. Había cometido un error. Uno que no podía deshacer. Había comprado drogas. Algo que mis padres siempre me prohibieron. Algo que no debía haber hecho.

Entonces sonó mi móvil. Un número desconocido.

—¿Lil, amor, quién es? —preguntó mi madre, con el ceño fruncido.

—Un amigo de la uni —mentí, con la voz temblorosa—. Le di mi número hoy para un proyecto.

Ella asintió, aunque sus ojos no creían del todo mis palabras.

Subí a mi habitación, cerré la puerta con pestillo y contesté la llamada.

—No te acuerdas de mí —dijo una voz masculina, alegre... pero con un filo inquietante.

—¿Quién eres? ¿Qué quieres?

—Ven al bosque de Landas. Tienes quince minutos.

La llamada se cortó. Mi corazón latía como si quisiera escapar de mi pecho. Cogí mi mochila, las llaves del coche y bajé.

—Mamá, me voy con el amigo del proyecto. No me esperes para cenar.

—Llévate el paraguas, está lloviendo —dijo con una sonrisa que me dolió más de lo que debería.

Conduje bajo la lluvia hasta el bosque. La oscuridad era espesa, casi líquida. Me adentré entre los árboles, con las piernas temblando y el alma en alerta.

—¿Hola? ¿Hay alguien aquí? —mi voz se quebró, aunque intenté mantenerla firme.

Sentí una presencia detrás de mí. Me giré lentamente.

—Hola, Lilith —dijo una voz ronca que me heló la sangre.

Allí estaba él. Nikolai. Mi primer amor. Mi verano perdido. Su rostro estaba oculto bajo una capucha, pero sus ojos... esos ojos verdes que me habían perseguido en sueños.

—¿Nikolai? —susurré.

—Al fin lo recuerdas —sonrió con una mueca torcida—. Pensé que me habías borrado.

—Desapareciste. Dijeron que te habías muerto.

—¿Y tú lo creíste?

Dio un paso hacia mí. Yo retrocedí.

—¿Por qué me llamaste?

—Porque necesito tu ayuda. Y porque tú también necesitas la mía, aunque aún no lo sepas.

El silencio se volvió denso. Nikolai había sido mi locura adolescente. Nos conocimos en un campamento de verano. Tres semanas de fuego. Luego, nada. Solo ausencia.

—¿Tiene que ver con lo que compré?

—Tiene que ver con todo. Con tu familia. Con lo que te ocultan. Con lo que tú eres. Y sí, también con las drogas. Pero no como tú crees.

—¿Qué estás diciendo?

—Que esta noche no viniste por casualidad. Viniste porque alguien quiere que descubras la verdad. Y porque yo... —se acercó tanto que sentí su aliento— yo nunca dejé de pensar en ti.

Su cercanía me quemaba. No sabía si quería abrazarlo o huir. Pero algo dentro de mí sabía que esta noche... esta noche cambiaría todo.

Nikolai me miraba como si pudiera ver a través de mí. Como si supiera cada pensamiento oscuro, cada error, cada deseo que había intentado enterrar. Su presencia era magnética, peligrosa, como una tormenta que se acerca sin aviso.

—No tienes idea de lo que eres, Lili —susurró, acercándose aún más—. Pero yo sí. Y no voy a dejar que te lo oculten más.

—¿Por qué ahora? ¿Por qué tú?

—Porque tú me perteneces —dijo sin titubear—. Y porque lo que está por venir... solo tú puedes enfrentarlo. Pero no sola.

Su mano rozó mi mejilla. Era cálida, firme, como si me anclara a una realidad que no entendía. Mi corazón latía con fuerza, no solo por miedo, sino por algo más oscuro. Algo que me atraía hacia él, aunque mi mente gritaba que corriera.

—¿Y si no quiero saber la verdad?

—Demasiado tarde —sus ojos brillaban con una intensidad casi sobrenatural—. Ya estás dentro. Ya no hay vuelta atrás.

El bosque pareció cerrarse sobre nosotros. La lluvia se volvió más intensa, como si el cielo quisiera advertirme. Pero yo no me moví. Porque por primera vez en mucho tiempo, sentí que estaba exactamente donde debía estar.

Y entonces, Nikolai se inclinó y me susurró al oído:

—Esta noche, Lilith, empieza tu historia. La verdadera. La que nadie se atreve a contar.



#521 en Thriller
#236 en Misterio

En el texto hay: pasado oculto

Editado: 15.10.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.