Sonaba en mi cabeza.
No la canción entera. Solo una frase.
Como si el universo hubiera decidido ponerle banda sonora a mi caos.
"What a wicked thing to do, to make me dream of you..."
—Wicked Game, versión de Ursine Vulpine ft. Annaca.
Y sí. Era una canción maldita.
Como él.
Como yo.
Nikolai seguía allí. Apoyado en la pared de mi habitación, con los brazos cruzados y la mirada clavada en mí. Como si fuera parte del mobiliario. Como si no acabara de besarme como si el mundo se estuviera acabando. Como si no me hubiera dejado temblando, con la toalla medio caída y el corazón en huelga.
—Tienes que escucharme —respondió, dando un paso hacia mí. Su voz no pedía permiso. Su cuerpo tampoco.
—¿Otra advertencia críptica? ¿Otro "no salgas esta noche" sin contexto?
—Esta vez no es críptico. Esta vez es real. Esta noche vendrán por ti.
Me quedé quieta.
No por miedo.
Por vértigo.
—¿Quiénes?
—Dos hombres. Se harán pasar por gente común. Te preguntarán por una calle. Fingirán estar perdidos. Pero no lo están. Te están buscando. Y si respondes... te llevan.
—¿Y cómo sabes eso?
—Porque lo hicieron con otra. Y no volvió.
¿Y si está exagerando?
¿Y si solo quiere controlarte?
¿Y si tiene razón?
Te puedes callar un momento que me estás liando más de lo que estoy
—¿Y qué se supone que haga?
—No salgas. No abras la puerta. No respondas si te llaman. No confíes en nadie. Ni siquiera en Malik.
—¿Malik? ¿Qué tiene que ver él?
—Nada. Por ahora. Pero no sabe en qué estás metida. Y eso lo hace peligroso.
Me crucé de brazos.
No por defensa.
Por costumbre.
—¿Y tú? ¿Tú sí sabes todo?
—Sé lo suficiente para querer protegerte. Aunque no me lo pidas.
Justo entonces, su móvil vibró.
Sacó el teléfono, lo leyó, sonrió.
Y respondió.
—¿Quién era? —pregunté, fingiendo desinterés mientras me sentaba en el borde de la cama.
—Una amiga.
—¿Amiga tipo "te extraño" o amiga tipo "me debes dinero"?
—Tipo "te extraño". Pero tranquila, no me pidió que la besara.
—Qué considerado —dije, con sarcasmo venenoso.
Él me miró.
Y sonrió.
Esa sonrisa que me sacaba de quicio.
—¿Estás celosa?
—No.
—¿Segura?
—Sí.
—Entonces no pongas esa cara de "voy a quemar tu móvil con la mirada".
—Eres un imbécil.
—Pero uno que besa bien.
Y ahí fue.
La cachetada.
No la pensé.
Solo pasó.
Su rostro giró un poco. No por dolor. Por sorpresa.
—¿Eso fue por el comentario?
—Sí. Y si sigues hablando, viene el segundo.
Levanté la mano.
Pero él la sujetó.
Firme.
Sin violencia.
Con intensidad.
—No tan rápido, enana —susurró, y me empujó contra la pared.
Mi espalda chocó con el yeso.
Su cuerpo se acercó.
Su mirada era fuego.
A qué esperas en comerme la boca otra vez bomboncitooooo.
¿Se puede saber qué es lo que estás diciendo?
Nada en que no estés pensando y deseando.
Ya callate ,¿noo?
—¿Vas a pegarme otra vez?
—Si lo mereces.
—¿Y si merezco otra cosa?
Y entonces me besó.
No como antes.
Más oscuro.
Más profundo.
Más desesperado.
Su mano en mi cintura.
Su boca en la mía.
Su cuerpo contra el mío.
Me besaba como si el mundo se estuviera cayendo.
Como si yo fuera su única salvación.
Como si él fuera mi única verdad.
Y yo lo dejé.
Porque mi cuerpo lo recordaba.
Porque mi alma lo reconocía.
¿Estás loca?
¿Después de todo lo que te dijo?
¿Después de todo lo que no sabes?
Mi consciencia estaba en lo cierto pero mi cuerpo siempre me traicionaba.
—Esto no está bien —susurré, con la voz temblorosa.
—Nada de esto lo está. Pero eso no significa que no sea real.
Me miró.
Y en sus ojos vi algo que me rompió más que cualquier beso.
Dolor.
Culpa.
Amor.
Y algo más.
Algo que me hacía querer quedarme.
Aunque supiera que debía correr.
Pero entonces...
La puerta de la casa se abrió.
—Lilith, ¿estás en casa? —la voz de mi madre.
Me separé de golpe.
Empujé a Nikolai.
Me arreglé la ropa.
Me acomodé el cabello.
—¡Vete! —susurré, con urgencia.
—¿Ahora me echas?
—¡Sí! ¡Mi madre está aquí! ¡No puedo explicarte ahora por qué estás en mi cuarto como si fueras parte del decorado!
Él se rió.
Me lanzó un beso al aire.
Y se fue por la ventana.
Como si fuera normal.
Mi madre entró.
Con cara de "no he visto nada, pero sospecho todo".
—Hola, hija. ¿Todo bien? —preguntó mientras dejaba el bolso en la silla.
—Sí. ¿Qué tal tu amiga?
—Ah... bien. Tenía un problema con... su gato. Se le perdió. Pero ya lo encontró.
—¿Su gato?
—Sí. Un gato gris. Muy travieso.
—¿Y cómo lo encontró?
—Con croquetas. Lo atrajo con croquetas.
—Claro. Croquetas. Qué método tan... científico.
Ella me miró.
Yo la miré.
Ambas sabíamos que era mentira.
Pero ninguna lo dijo.
Ella salió del cuarto y se fue al suyo.
Me dejé caer en la cama.
El corazón aún latía como si Nikolai siguiera allí.
Y entonces, el móvil vibró.
Malik:Te extraño. ¿Podemos vernos mañana? Es fin de semana y necesito tu sarcasmo para sobrevivir.
Sonreí.
Un poco.
Porque Malik era luz.
Y yo... yo estaba llena de sombras.
Empecé a escribirle.
Lilith:"Claro. Mañana está bien. ¿Tarta de Orión?"
Pero antes de enviar...
Otro mensaje.
Sin texto.
Solo una imagen.
Una chica.
Atada a una silla.
Con los ojos vendados.
Con una espiral dibujada en la frente.