Proyecto Landas

Capítulo 15: Entre el espejo y la sombra

La noche me tragaba entera, como si quisiera arrancarme la piel y dejarme desnuda frente a mis propios demonios. Yo solo quería que el mundo me dejara en paz.

¿De verdad piensas que puedes seguir ignorando el espejo?

Oh, claro, porque mirar un espejo roto es la terapia que recomiendan los psicólogos en TikTok.

El silencio se volvió más pesado, como si la casa misma respirara conmigo. El desván me llamaba, aunque yo me aferraba al sofá como si fuera un salvavidas. Nikolai, con sus frases de poeta maldito, seguía tatuado en mi mente: "No temas al reflejo...". Fácil decirlo cuando no eres tú la que tiene que enfrentarse a los pedazos de cristal que guardan secretos que no pediste.

Y entonces, como si el aire se partiera en dos, recordé a Ava. Su nombre era un cuchillo que se clavaba lento, sin prisa, pero con precisión. Ella, la sombra que nunca se iba, la que me miraba desde cada reflejo, incluso en los ojos de los demás, aunque todo lo que esté pasando ahora mismo mi hermana es por mi culpa.

¿Qué pasa, Lilith? ¿Miedo a verte de verdad?

No, miedo a que lo que vea no sea yo.

La música seguía sonando, pero ahora era como un soundtrack de tragedia adolescente, de esas que lees en Wattpad a las tres de la mañana cuando deberías estar durmiendo. Y yo, protagonista involuntaria, atrapada entre un espejo roto, un chico que hablaba en acertijos y un destino que olía demasiado a sangre y rosas marchitas.

Nikolai. Ava. El reflejo. Todo era un rompecabezas que me empujaba hacia un lugar donde el amor no era refugio, sino condena. Y yo, con un corazón que no sabía si quería salvarse o arder, estaba a punto de abrir la puerta del desván.

Me levanté y caminé hasta la ventana. Afuera, la luna iluminaba tenuemente las calles, dibujando sombras alargadas que parecían respirar con vida propia. Por un instante, juré ver una silueta en la esquina, quieta, observándome. Era un hombre envuelto en negro: capucha que ocultaba su rostro, pantalones oscuros, todo él era sombra. Su altura era desmesurada, casi inhumana, y esa presencia me heló la sangre. No necesitaba verlo con claridad para saberlo: Nikolai. Solo él podía imponerse con esa fuerza, más alto incluso que Malik, más cercano a una bestia que a un hombre.

Mi corazón se aceleró, golpeando contra mi pecho como un tambor desesperado. El miedo me quemaba, pero junto a él, una atracción peligrosa me recorría como un veneno dulce.
—¿Nikolai? —susurré, con la voz quebrada, como si mi alma lo llamara aunque mi razón lo negara.

El silencio respondió, denso, sofocante. El aire parecía cargado de un deseo oscuro, como si la noche misma me empujara hacia él. Dudé, y antes de decidir, volví a mirar por la ventana. La esquina estaba vacía. El sujeto había desaparecido, como si nunca hubiera existido, dejándome con la certeza de que su sombra aún me rozaba la piel.

Venus saltó al suelo y caminó hacia la puerta, maullando suavemente, como si me invitara a seguirla. Yo sabía que no estaba lista para el desván, pero tampoco podía seguir huyendo. El silencio de la noche me gritaba que el tiempo se agotaba. Y en lo más profundo de mí, comprendí que no era solo miedo lo que me esperaba allí, sino también el eco de un deseo prohibido.

Mañana volvería al desván. No importaba lo que encontrara, debía enfrentarlo... aunque al hacerlo, quizá también me enfrentara a él.

¿Y si Ava nunca se fue, sino que quedó atrapada en ese reflejo que tanto temía?

Cerré los ojos, con el pecho agitado. El silencio de la casa se volvió más denso, como si las paredes guardaran secretos que estaban a punto de revelarse.

¿Por qué huyes, Lili? ¿Qué temes ver en ese espejo? ¿Ava... o a ti misma?

Me mordí el labio, intentando acallar esa voz, pero era inútil.

Siempre has evitado mirar demasiado tiempo tu reflejo. Sabes que no es solo cristal roto, es un umbral. Y Nikolai lo sabe. Tu madre lo sabía. ¿Por qué tú insistes en negarlo?

—No quiero perderme —murmuré en voz baja.

No te perderás. Te encontrarás. El miedo que sientes es la señal de que estás cerca de la verdad. ¿No lo ves? Ava no es un fantasma ajeno, es parte de ti. El espejo no guarda a otros... guarda tus fragmentos.

Me cubrí el rostro con las manos.
—¿Y si no estoy lista? ¿Y si lo que descubro me destruye?

No estar lista nunca ha detenido al destino. El desván te espera, y lo sabes. Puedes seguir huyendo, pero cada noche será más pesada, cada silencio más ruidoso. El reflejo no desaparecerá porque cierres los ojos.Mañana, cuando subas esas escaleras, no lo harás sola. No temas, porque en el reflejo también habita tu fuerza.

Es increíble cómo mi propia conciencia me habla, cómo me aconseja cuando más me siento perdida. Me parece absurdo, pero es justo cuando llegas a ese límite en el que ya no puedes más, cuando las lágrimas ya no salen y el pecho duele tanto que parece que va a romperse, que esa voz aparece. Me digo que no debo huir, que aunque el miedo me paralice, aunque sienta que no estoy lista, debo enfrentar lo que me espera en el desván.

Me repito que el espejo roto no es solo un pedazo de cristal olvidado, es un reflejo de mí, de lo que soy y de lo que he evitado mirar. Y aunque me aterra pensar que Ava pueda seguir atrapada allí —que es mi culpa que ella esté en este estado—, viva, esperando, aunque me duela imaginar que todo lo que amo se ha quedado en ese reflejo, sé que mañana subiré esas escaleras. Porque si no lo hago, nunca voy a encontrar la fuerza que dicen que habita en mí.

Mientras lo pienso, me tiembla el corazón, me arde la garganta, y siento que estoy a punto de llorar otra vez... pero esta vez no por miedo, sino porque sé que no puedo seguir escondiéndome de mí misma, ni de ella. Porque si Ava sigue ahí, no puedo abandonarla.

Me quedé inmóvil, escuchando esa certeza que no podía negar. La noche me envolvía, pero ahora sentía que me empujaba hacia adelante, hacia el desván, hacia el espejo, hacia mí misma.



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En el texto hay: pasado oculto

Editado: 25.11.2025

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