Proyecto "milord" (serie: Acuerdos Matrimoniales 03)

El gran plan

Vamos con el segundo capitulin para ir entrando en tema. Espero les guste ^^

Capítulo II: El gran plan

 

Maia se humedeció los resecos labios con la lengua, mientras se movía nerviosamente en el carruaje de alquiler y dejaba que su mente se perdiera en los sucesos que la habían llevado allí, a una callejuela oscura y sucia de Londres en la noche de Navidad.

 

***

 

Ami rechazó el plan de su gemela al mismo segundo en que ésta lo hubo pronunciado, pero Maia no fue tan tajante a la hora de emitir un juicio y se fue a la cama con cientos de preguntas merodeando en su cabeza. Por supuesto que no quería cometer un delito, por supuesto que no quería secuestrar a nadie o quitarle dinero a la fuerza a un inocente, pero tampoco quería morir de hambre.

Desgraciadamente las opciones para una mujer eran demasiado escasas cuando de subsistencia se trataba, ellas no habían sido formadas para el trabajo manual, tampoco tenían el conocimiento suficiente como para aspirar a un puesto de institutriz y ella ya había intentando volverse acompañante de alguna anciana, pero en su pueblo nadie quería pagar por un lujo tan extravagante y básicamente inútil. Sus posibilidades se habían visto bruscamente reducidas tras los continuos rechazos que las tres recibieron en sus intentos de labrarse un futuro de forma honesta. ¿Qué les quedaba?

La puerta del estudio se abrió justo cuando esa pregunta tocaba su mente, Emma enfundada en un desgastado pero correcto camisón blanco, cruzó el umbral con pies descalzos.

—¿No puedes dormir?

Maia observó tentativamente por la ventana, donde los primeros rayos de sol comenzaban a colorear el bonito cielo de Hampshire.

—Solo nos quedan ocho días —le informó a su hermana, como si no hubiesen estado las tres borrando día a día un número más en su calendario.

Emma suspiró pesadamente, sentándose en el sillón frente al escritorio. Con una pequeña mueca, tiró de sus piernas hacia su pecho y se abrazó con fuerza.

—Hemos visto cada opción de empleo posible, Maia. —Asintió en silencio. Había gastado su último par de zapatos sano recorriendo el pueblo de punta a punta, pero no obtuvo respuestas. Estaban solas—. Sé que no quieres… yo tampoco quiero, me gustaría que hubiese una forma correcta de salir de esto pero…

—No la hay —completó ella con voz apagada, al comprender a dónde estaba yendo su hermana con su divague. 

—¿Crees que Ami va a ser capaz de sobrevivir a una vida de más privaciones que esta?  —Maia no respondió, Amira siempre había tenido una constitución algo frágil y no sería capaz de soportar la calle o los hospicios, ambas lo sabían—. Si nos organizamos bien, podemos sacar esto adelante. Obtendremos el dinero y no haremos daño a nadie.

—Solo a la persona que le robaremos —masculló, renuente.

—Podemos elegir a alguien que se lo merezca —ofreció Emma, Maia enarcó una ceja.

—Nadie se merece que le roben, Emma.

—Vale, ¿realmente no te gustaría hacerle esto a Angus? —Nuevamente no supo qué responder, su férrea educación chocaba fuertemente con la realidad de los hechos. Maia sabía que de tener la posibilidad, castigaría a Angus por haberlas llevado a ese punto de no retorno y ese odio debía de repugnarla, pero en realidad no lograba que el sentimiento llegara—. Te guste o no, Maia, hay gente que no es tan buena en este mundo y que merece un castigo. —Le envió una tímida sonrisa—. Al menos nosotras no lastimaremos a nadie, el daño solo será monetario y si es alguien con buen sustento apenas lo va a sentir.

Maia dudó, incapaz de apartar su mirada de los bellos ojos de su hermana, tan similares a los suyos y a la vez tan únicos. Lo que proponía era un disparate, lo era en ese momento como lo había sido una semana atrás, pero por algún motivo… por algún motivo tras seis desesperantes días sin encontrar una salida, la opción simplemente comenzaba a mostrar sus matices.

—Solo tomaríamos lo necesario… —reflexionó con la vista perdida en una grieta que se adivinaba en el empapelado de su estudio.

—Ni un penique más.

—Y no tendría por qué vernos…

—Mantendremos nuestros rostros cubiertos todo el tiempo.

—¿Pero dónde lo llevaríamos? —Alzó la mirada hacia su hermana—. No podríamos traer a alguien aquí, tenemos vecinos…




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