Proyecto "milord" (serie: Acuerdos Matrimoniales 03)

De vuelta al mundo real

¡Hola! Gracias a todos por los lindos mensajes que me dejaron en el cap anterior y en mi tablero. Me alegro saber que todavía hay gente del otro lado. Pero bueno, no les hago la cosa larga. 

Este capítulo retoma a personajes que fueron presentados en historias pasadas, así que si no leyeron la parte 1 y 2 de esta serie, puede que al principio no les suenen pero igual todo cobra sentido rápido. Igual, si están en eso, se leen las otras dos historias y ya. 

Sin más... a leer <3

Capítulo XVI: De vuelta al mundo real

Conforme pasaban las horas de minuciosa observación, Tarek se sentía más y más confuso con los acontecimientos de los que había sido testigo. No podía decirse que él no hubiese visto cosas extrañas en su vida, su línea laboral lo había hecho congraciarse con los asuntos más inesperados y bizarros que podía ofrecer la variopinta sociedad inglesa. Pero esto, lo que tenía frente a él, había cruzado la línea de lo bizarro hacía varios kilómetros atrás.

Ella —si es que un simple pronombre alcanzaba para hacerle justicia—, el objeto de su estudio, hizo una pausa en su enérgica caminata para mascullar una maldición y sacudirse la polvorienta falda con ahínco. Era probablemente la décima vez que insultaba su falda, se empujaba el oscuro cabello hacia atrás con un gesto cansino y retomaba la caminata. Antes de eso ella había estado en el pueblo, había caminado por cada parte como si buscara algo inexistente y luego de aquel número montado para su público ficticio, desapareció en el interior de una iglesia que estaba casi en ruinas apartada de la población general.

No habría habido nada particular con ese comportamiento, las personas suelen actuar de manera extraña cuando están bajo mucha presión o incertidumbre, y ella estaba bajo ambas; no, aquellas idas y venidas por el pueblo de Andover fue lo único normal y moral que había hecho esa chica. La cual había entrado en la vieja iglesia con faldas y un rostro decididamente femenino, para luego emerger con pantalones, botines gastados y una casaca que posiblemente había estado de moda en la época de gloria de su bisabuelo.

Ella salió de la iglesia convertida en un muchachillo escuálido, inquieto y con un objetivo claro, la taberna.

Por supuesto Tarek la siguió allí y aunque la chica/chico pasó horas dejando pacientemente calentar una cerveza en su mesa, nadie fue a su encuentro. ¿Realmente esperaba a alguien? ¿Por qué tomarse la molestia de vestirse de hombre? De acuerdo, quizás era una dama —y habría que poner varias comillas en ese término—, no sería correcto que entrara en una taberna sin compañía, pero tampoco sería tan inmoral como que alguien descubriera su indecisión de género. Y aun así ella había tomado ese riesgo para nada.

Horas después volvió a su atuendo original y emprendió la caminata en la que estaban embarcados ambos desde la última media hora.

Encontrarla no había sido difícil y tal como le había prometido a lord Keller, había mantenido su respetable distancia, solo manteniéndose al pendiente de ella mientras intentaba dilucidar las intenciones de aquel particular grupo. Por un lado, estaba la mujer que acompañaba a Ihan, la cual él se había negado a llevar frente a las autoridades hasta que fuese capaz de enfrentar físicamente las consecuencias de sus actos. Tarek podía respetar esa decisión, aunque no estaba del todo de acuerdo. Luego estaban la mujercilla y el capitán, ambos claramente se encontraban tras la pista de lord Keller, pero afortunadamente se mantenían lejos de su objetivo. Y por último estaba ella, la que se disfrazaba de hombre y se sentaba en una taberna a ver pasar las horas.

Alguien faltaba.

Tarek sentía que alguna pieza estaba perdida, algo de esa organización de criminales le parecía extraño y por el momento no podía decir exactamente qué. Tampoco podía señalar a un líder claro, todos ellos parecían actuar de forma impulsiva sin seguir un plan concreto y eso era lo más estúpido que él había visto en una banda de criminales. La organización lo era todo.

—¡Oi! —Se detuvo en seco, parpadeando fuera de sus pensamientos para llevar la vista al camino frente a él. Nadie—. ¡¡Oi!!

Tarek se volvió lentamente sobre su hombro, cayendo en cuenta del error que acababa de cometer por estar tan ensimismado. La chica se encontraba a sus espaldas y una pistola pendía de sus manos, demasiados pequeñas en comparación del objeto mortífero que sostenían. No estaba seguro cuándo, ni cómo, pero ella había tomado ventaja de su distracción para dejarlo al descubierto y en una evidente desventaja.

—¿Quién eres? —le espetó la muchacha, manteniendo unos seguros metros de distancia entre ellos y el arma firmemente apuntándole—. ¿Y por qué me estás siguiendo?

Tarek se tragó la maldición que pugnaba por salir de sus labios y se obligó a adquirir una postura relajada; como si tener una pistola midiendo hasta el menor de sus movimientos fuese la cosa más usual del mundo. Hablar con ella no había estado dentro de sus planes, pero los planes cambian y un hombre sabio es aquel que sabe plantarles cara a los imprevistos. Y a las armas de fuego.

—Mi nombre es Grey...

—Si usted lo dice —lo interrumpió ella con cinismo.

Él la ignoró, después de todo las formalidades parecían sobrar en ese contexto.

—La seguía, es cierto. —No había caso en negar lo evidente, estaba al descubierto así que bien podría armar una tapadera coherente.

—¿Desde hace cuánto? —cuestionó con los ojos verdes apretados en finas líneas.

Él la estudió de la misma manera en que ella lo hacía, ¿cuánta información sería pertinente compartir? ¿Podría descubrir más de aquella organización a través de esta chica? Tarek asintió para sus adentros, hacía meses que no le llegaba ningún trabajo que lo estimulase, últimamente su vida había caído en una rutina monótona la cual había sido ligeramente sacudida por la aparición de estas personas. Valía la pena investigar un poco más al respecto, se lo debía a lord Keller.




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