Proyecto Nueve

Capítulo 4

“No quiero pensar porque no quiero que el dolor del corazón se una al dolor del pensamiento”

Emilio Castelar

***

— ¿Nuestro padre nos dejó todo esto? —Dice Zdenek asombrado al ver la cantidad de dinero que nuestro padre nos dejó de herencia.

—Sí, esta divido en dos partes para ustedes dos. —Menciona el abogado de papá.

—Esto es más de lo que hubiéramos imaginado —digo asombrada aún.

— ¿Es que pensaban que su padre los iba a dejar en la calle? —Bromea el abogado con nosotros. —Desde hace tiempo él depositó dinero en esta cuenta bancaria para que un día ustedes lo usaran para alguna necesidad, para invertirlo o hacer algo productivo. —Dijo emocionado el abogado. —Quiso dejarles un seguro de vida por si alguna difícil circunstancia se les cruzaba en el camino, además, también lo vio como una recompensa por la clase de hijos que tuvo. —Dijo el abogado de confianza de mi padre.

Realmente nunca creí que mi padre sería demasiado considerado en dejarnos todos sus bienes en manos de Zdenek y de mí, apenas estoy recapacitando la idea de que a pesar que él siempre mantuvo oculto sus estados de cuenta, fue capaz de solventar cualquier tipo de deuda antes que falleciera, con la finalidad de que el dinero restante que él tuviera, todo fuese directamente a sus hijos; es raro decir que hasta el traspaso de herencia de mi abuela hacía él y mi tío fue sorprendente ya que parecía tenerlo todo preparado por si sucedía algo; añadiendo que, mi padre también, había realizado ya el traspaso de sus bienes a nosotros como su supiera que en algún momento podía faltar.

—Solo necesitaré de sus firmas acá y acá para que el papeleo quede terminado. —Agarre un bolígrafo mientras hacia mi firma para luego ver como mi hermano hacia lo mismo. —Muy bien, ahora ambos son muy adinerados, espero que el fruto de trabajo de su padre, puedan utilizarlo para un bien, si necesitan algo. Pueden contactarme, ustedes se quedan con las copias del documento, mientras que yo, conservaré la original. —Menciona antes de marcharse.

Increíble… De lo que ya tenía asegurado para vivir, ahora tengo más de lo que no imagine tener. Sinceramente con lo que mi padre me dejó hasta puedo comprarme cinco casas y varios terrenos de los que se pueden utilizar para algo productivo; no puedo creer que mi padre se haya tomado la molestia de trabajar más duro para dejarle a sus dos únicos hijos, una estabilidad económica más beneficiosa de la que tenemos.

El abogado con una satisfacción en su rostro, pero que a la vez refleja en sus ojos una tristeza por el fallecimiento de mi padre, se despide de nosotros para luego dejarnos a solas con mi hermano en aquella habitación que no es más que una oficina. Sinceramente, ni uno ni el otro se atreve a decir alguna palabra, es más, mi hermano a pesar que se había quedado anonadado por la cifra de dinero que nuestro padre nos obsequió de herencia, al final, ahora su semblante suele ser uno menos alegre, el cual lo ha cambiado por uno errático del que no puedo determinar que está sintiendo ahora mismo.

La verdad de las cosas es que no sé si también debe de estar pensando la razón por la que su madre no participó en el testamento luego de saber que ella se negó a todo bien mancomunado que tenía con nuestro padre. Más bien, ella deseo que solo Zdenek y yo compartiéramos parte de la herencia, añadiendo que, fue una decisión absoluta y sincera que tomó sin pedir nada cambio.

—Papá pensó mucho en nosotros. —Fui la primera en hablar.

—No me merezco esto —dijo con un tono desasosiego.

— ¿Por qué lo dices? —Abrió la boca, pero luego la cerró.

Últimamente Zek ha estado un poco más callado de lo normal, quisiera decir que aún no ha podido superar el accidente, la muerte de nuestro padre y abuela, y por supuesto, su condición física, pero en sí, he comenzado a entender que bajo todas esas problemáticas está escondiendo algo que le está causando mucho más dolor del que no se atreve a revelar, no sé por qué no puede decirlo cuando somos hermanos y siempre nos hemos tenido confianza, ahora todo eso, parece haberse olvidado a un grado que tampoco ya no se ve ni emocionado ni motivado a seguir adelante con su vida, lo digo porque gracias a Dios al menos hoy está haciendo un esfuerzo en comer en sus tres tiempos de comida cuando hace tres semanas, ni se atrevía a probar un solo bocado y prefería que lo dejáramos en su habitación como si bajo la penumbra de la soledad, lo hiciera reflexionar.

—Realmente en otro momento hubiera tenido planes para invertir o gastar este dinero, ahora solo lo veo como una triste realidad en la que no sé cómo ocuparlo —dice cabizbajo.

—Zek, no te veas de menos —lo reprendí.

— ¡Pero es la realidad! —Se exalta. —Con esta silla de ruedas no puedo hacer nada crucial que me haga sentir feliz cuando sé que la deberé llevarla para siempre conmigo. —Se frustra con esa idea. —Ni siquiera puedo ir al baño solo cuando debes de acompañarme. —Murmura molesto.

Siendo sincera, con el tiempo se irá acostumbrando a esta nueva realidad que tendrá que seguir afrontando de poco a poco en su vida, de todas formas, a pesar que sepamos que no volverá a caminar, quién sabe que su cuerpo termine por reconstruirse a punto de que en un tiempo después de nuevo pueda levantarse y aunque sea con ayuda de unas muletillas ir de un lado hacia el otro; además, quizás haya una posibilidad de que eso suceda si entra a una terapia para que le ayude a recuperar la movilidad. Por el momento, quisiera darle esas expectativas o palabras reconfortadoras para que pueda tener una ilusión, pero en sí, todavía no quiero darle ideas que terminen por ser falsas, así que, es preferible que primero sea bueno confirmar aquello de lo que seguimos inseguros para después, ver que se puede hacer para tratar su problema.




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