El corazón de Ken se aceleró al momento de abrir la puerta de las instalaciones de Starts. La búsqueda de la oficina del CEO fue más larga de lo habitual. Al llegar con André, el CEO lo recibió con una expresión furiosa. Ken conocía perfectamente el motivo de esa expresión, solo rezaba que no sospechara quien había sido el que delató a la empresa de manera legal.
— Ken, esto es un desastre ¡alguien interno nos traicionó! — Exclamó frenéticamente.
— En el momento que descubra quien fue…— André inspiró hondo para calmar su ira y su expresión se tornó a una fría y peligrosa.
— Un accidente será menos doloroso comparado con lo que le haré a ese traidor.
Ken tragó en seco. André hablaba en serio.
— ¿Qué buscas en mi oficina? — Gruño el CEO al ver al representante retraído y sin mencionar el motivo de su visita.
La expresión de Ken se tornó serena.
— Señor, BLAIZE y Naty fueron a buscarme pidiéndome mi auto para escapar. En este punto ya deberían estar llegando al puente— Informó.
Acto seguido, André envía a sus guardaespaldas al puente para “provocar” el accidente de los chicos.
— Gracias Ken, esa información es útil para la empresa— Sonrió el CEO al representante dándole un palmada en el hombro.
Al momento de que André salió de su oficina, ken al fin suspiró aliviado.
— Ahora todo depende de ustedes chicos. — Mencionó.
La conversación que tuvo con ambos jóvenes esta mañana volvió a su memoria
— Ken, por favor préstanos tu auto, huiremos de aquí— Solicitó Bastián.
Ken confundido sintió que las llaves de auto eran arrebatadas de sus manos.
— Gracias — Mencionó Natalia. Bastián, antes de partir junto a la enfermera, se volvió al representante,
— Ken, por todas las veces que me aconsejaste, me acompañaste en este proceso, por la amistad, si es que, si se formó una alguna vez, por favor …delátanos— Ken estaba confundido ante la petición de Bastián
— ¿Qué?
— Si, diles todo, diles que tomamos tu auto, diles que nos dirigimos al puente… — Ken no entendía el motivo de tal petición.
— ¿Pero qué dices muchacho?
— Ken, no queremos más personas en riesgo, esta es la única forma de mantenerte a salvo, estando del lado de Starts, y para eso debes delatarnos, confía en nosotros, estaremos bien, pero tú… cuídate.
Dicho esto, Bastián bajó las escaleras al encuentro con su compañera.
Una punzada de nervios recorrió a Ken al ver a Bastián bajar las escaleras.
Natalia lo esperaba en el asiento del conductor del auto, las llaves de Ken en mano. La ventanilla bajó y ella lo miró, una mezcla de decisión resistente y el peso de lo que estaban a punto de hacer.
— Yo conduciré— Dijo Natalia, su voz firme.
Bastián se deslizó en el asiento del copiloto, un suspiro escapándose de sus labios.
— Estoy comenzando a dudar de tu cordura— Murmuró Bastián, pero sus ojos reflejaban una lealtad inquebrantable mientras la puerta se cerraba
— Créeme…también yo— Respondió Natalia mientras encendía el auto iniciando la huida.
El rugido de un motor se les pegó al espejo retrovisor, apenas un par de minutos después de dejar atrás el lujoso edificio. Natalia apretó el volante, sus nudillos se tornaron blancos.
— Están aquí— Murmuró, sin necesidad de que Bastián mirara hacia atrás para confirmar el imponente Nissan negro que los seguía de cerca, sus luces brillando con una amenaza silenciosa. Los guardaespaldas de André no perdían el tiempo.
— ¡Sujétate! — Gritó Natalia, pisando el acelerador.
El auto de Ken se lanzó hacia adelante, abriéndose paso entre el tráfico matutino. Los cláxones resonaban, pero Natalia no cedía, girando bruscamente, esquivando taxis y autobuses, mientras la camioneta de Starts, más grande y pesada, luchaba por seguir su ritmo.
A unos cuantos metros un barranco los esperaba, a esta velocidad será difícil frenar.
— BLAIZE, uno de nosotros debe morir— Habló Naty con voz temblorosa, la decisión ya grabada en sus ojos.
— ¡Sal del Auto! — Gritó Bastián, su voz desesperada.
— ¡No! — Respondió Natalia, la adrenalina y la tristeza mezclándose en sus palabras.
— Si BLAIZE desaparece muchas fanáticas estarán tristes, soy una actriz nueva nadie me extrañará, en cambió tu… muchos estarán devastados con tu partida.
Ella giró la cabeza para mirarlo, sus ojos brillando con una determinación dolorosa.
— Por favor, Bastián. Hazlo por tu fan número uno. Siempre quise verte brillar, y tú... tú necesitas hacer la actuación de tu vida.
Natalia abrió la puerta del copiloto empujando al Bastián hacia el exterior. El barranco estaba cada vez más cerca.
El vehículo de Starts golpeó la parte trasera del auto de Ken, empujándolo sin piedad hacia el abismo. El auto que Natalia conducía se tambaleó al borde, sus neumáticos perdiendo tracción en el asfalto.
Por un momento eterno, pareció flotar, suspendido entre la carretera y el vacío, antes de inclinarse y caer.
Las voces de los guardaespaldas de Starts, satisfechas, llegaron al oído de Bastián mientras rodaba por el suelo, el aire abandonando sus pulmones en un golpe seco.
Se reincorporó aturdido, la cabeza le daba vueltas, pero sus ojos estaban fijos en la imagen horrible que tenía delante. El auto de Ken caía, volteándose varias veces, cada golpe resonando como un trueno distante, hasta que se estrelló contra el fondo del barranco con un estruendo metálico.
Una explosión naranja y violenta iluminó el fondo del precipicio, seguida de una columna de humo espeso que se elevaba hacia el cielo.
— ¡NATY! —Bastián gritó, su voz desgarrada, cayendo de rodillas al borde del barranco, temblando en estado de shock profundo, ajeno a la llegada de las primeras patrullas de policías y ambulancias.
Mientras el infierno ardía en el barranco, André Smith, con el ceño fruncido y los ojos inyectados en furia, intentaba lidiar con la avalancha de llamadas en la oficina de Starts.