A todos los que, detrás de una pantalla, un micrófono o una cámara, han mantenido su humanidad.
A quienes tuvieron que sonreír a su público mientras su corazón se desmoronaba.
A los que el mundo vio como productos, pero que demostraron ser personas valientes.
A quienes sufrieron en silencio el peso invisible del éxito, el acoso y la pérdida de su humanidad, mentalidad o de su propia voz.
Esta historia es un humilde homenaje a su fortaleza y a su valentía. Gracias por ser mi inspiración para ser su voz cuando nadie ve la humanidad que hay detrás de ustedes.