La Pluma Maldita
Empezaba la mañana con un cansancio que no podía ocultar, ya que necesitaba estudiar para los exámenes de fin de año. Rosa, una chica popular entre los estudiantes, no tenía buen desempeño en la parte académica. Sus padres la habían amenazado con quitarle todos sus privilegios si no lograba pasar los exámenes finales.
Con esto en mente, se despertó temprano para poder estudiar y aprobar. Pero, por más que lo intentaba, le era muy difícil aprender algo de lo que no era consciente, ya que en todas las clases se la pasaba distraída en sus asuntos mientras las lecciones avanzaban sin ella.
Las horas pasaron y, por más que lo intentaba, no aprendía nada. Al llegar la hora de ir a clases, dejó todo de lado y fue a la escuela teniendo en mente que esta vez sí debía prestar atención. Sin embargo, al encontrarse con sus amigas, todo ese pensamiento se esfumó nuevamente.
Todas las clases pasaron sin captar la atención de Rosa. En el descanso para comer, se percató de nuevo de lo que había pasado. Con frustración, les contó a sus amigas la situación en la que se encontraba y cómo sus padres le quitarían todos sus privilegios si no aprobaba los exámenes. Ninguna de ellas sabía qué hacer, hasta que su mejor amiga recordó que había un chico de último año que vendía una pluma capaz de ayudar a pasar cualquier examen… o al menos eso decían los rumores.
Al principio, Rosa no podía creerlo; algo así no podría existir. Pero, con la desesperación que tenía, aceptó ir a ver al chico de último año. Lo buscaron por todas partes, pero no pudieron encontrarlo. Parecía que solo eran rumores. Al final, las amigas de Rosa la ayudaron, pero sin posibilidades de encontrarlo, empezaron a retirarse una por una, hasta que solo quedó Rosa, con la cabeza agachada entre sus piernas, sentada en las gradas de la puerta.
Un chico con capucha se le acercó y se sentó a su lado.
—Parece que me estás buscando —dijo con una voz sombría.
Rosa levantó rápidamente la cabeza, mirándolo fijamente.
—¿Eres tú del que hablan los rumores sobre la pluma mágica?
—Así es. Sé que me has estado buscando —respondió él, y sin más, le mostró una pluma—. Esta pluma parece una pluma normal de un ave cualquiera… eso es lo que parece. Pero si escribes con esta pluma, los exámenes los pasarás fácilmente, sin necesidad de estudiar.
Rosa tomó la pluma con gran felicidad, pero antes de irse, el chico le advirtió con voz seria:
—Solo debes utilizarla por tres días, nada más. Luego debes quemarla.
Rosa, sin prestarle mucha atención, fijó toda su mirada en la pluma y respondió:
—Está bien. ¿Cuál es el pago por la pluma?
—Ya que es tu primera vez, será gratis. Solo no olvides lo que te dije.
Luego, levantándose rápidamente, se fue desapareciendo de su vista. Rosa, tomando la pluma fuertemente, corrió de vuelta a su casa con el objetivo de probarla.
Al llegar, se encerró en su habitación. Tomó un examen de prueba, preparó un frasco de tinta negra, mojó la pluma en él e intentó escribir… pero nada pasaba. Se quedó congelada completamente. Enojada, pensando que era una broma, lanzó la pluma hacia el otro lado del cuarto con gran furia.
—¡No puede ser! ¡Me engañaron! ¡Es una mentira! —gritó frustrada, tumbándose en su cama sin saber qué hacer.
De pronto, escuchó unos sonidos que venían de detrás de ella, en el piso. La pluma se estaba moviendo sola, escribiendo una y otra vez: “Úsame, Úsame”.
Rosa se sorprendió, asustándose completamente. Pero después de calmarse por un momento, se dio cuenta de que la pluma sí funcionaba. Con gran cautela, la tomó nuevamente e intentó hacer el examen otra vez. Esta vez, lo logró: la pluma empezó a moverse sola con su mano, respondiendo cada pregunta correctamente.
Feliz por esto, Rosa pensó en contarles a sus amigas… pero luego reflexionó:
“¿Y si ellas también la quisieran?”
Entonces, Rosa solo se lo contó a su mejor amiga, ya que ella fue quien le había dado la información sobre la pluma.
A la mañana siguiente, al llegar a la escuela, lo primero que hizo fue buscar a su mejor amiga y contarle lo que había pasado, mostrándole la pluma. Pero cuando intentó enseñarle cómo funcionaba, esta no parecía tener ningún efecto. Parecía una pluma completamente normal.
—¿De verdad funciona, Rosa? ¿Por qué no pasa nada? —preguntó su amiga con una voz llena de dudas.
—¡Sí, de verdad sí funcionaba! Ayer hice el examen con esa pluma y todo fue correcto, créeme —respondió Rosa con insistencia.
—Bueno… parece que no funciona ahora —dijo su amiga, algo desilusionada.
Con la ilusión rota, Rosa guardó la pluma nuevamente y pasó toda la mañana pensando en qué era lo que sucedía. Al llegar a casa, intentó usar la pluma otra vez, y esta vez sí funcionó. Ahí se percató de que la pluma solo funcionaba cuando nadie la veía.
“¿Y cómo voy a hacer los exámenes así…?”, pensó frustrada.
Sin ganas de rendirse, comenzó a analizar cómo funcionaba verdaderamente la pluma. La probó de distintas maneras: en diferentes papeles, con distintas tintas… hasta que se le ocurrió usarla frente a sus padres.
Empezó a resolver problemas frente a ellos con la pluma, y esta funcionaba perfectamente. Pero cuando intentó decirles acerca de la pluma haciéndola pasar como si fuera broma, dejó de funcionar de inmediato.
Entonces comprendió que la pluma solo funcionaba si únicamente ella lo sabía. Con esto en mente, supo cómo usarla verdaderamente. Sin darse cuenta, ya habían pasado dos días desde que empezó a utilizarla.
Al tercer día, por fin comenzaron los exámenes, que durarían tres días a partir de entonces. Usando la pluma, Rosa empezó a resolver cada examen que tenía con todas las respuestas correctas y sin dejar ni una sola pregunta sin responder.
Algunos estaban extrañados, ya que no era común usar una pluma así en esos días, pero no estaba prohibido, así que le permitieron continuar.
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Editado: 14.10.2025