Maria se encontraba en su casa, era un lugar pintoresco, nada grande pero lo suficiente como para sentirse cómoda con su bella hija Aurora. Desde el divorcio Maria fue la que empaco sus cosas y se fue a la vieja casa de su madre la cual era el vivo recuerdo de la infancia de Maria puesto que era exactamente a como la recordaba, llena de flores hermosas, a diferencia que estas flores eran nuevas. María se había encargado de plantarlas mucho antes de su divorcio, le gustaba conservar la esencia del lugar con lindas flores.
Aurora se había despertado y camino lenta y torpemente hacia afuera, tenía un año así que caminaba tambaleándose y agarrada de las paredes si sentía que se iba al suelo. Maria estaba preparando el desayuno y cargo a Aurora hacia su silla especial y puso el plato de comida en la mesa que venia incluida con la silla.
— Aurora, cariño es hora de desayunar, después jugaremos afuera. — dijo Maria en un tono suave y cariñoso.
Aurora solo se limito a decir unos balbuceos y frunció el ceño enojada, pero decidió comer y hacer caso a su madre, después de un rato Aurora salió feliz, directo hacia el sol, saco sus muñecas para jugar debajo del radiante y para nada molesto sol o por lo menos para ella. Maria veía como las personas se quejaban del extraño e inusual calor que hacia ese día puesto que se acercaba el verano, Maria reparo que tenia que ponerle bloqueador o poner una sombrilla arriba de Aurora, pero cuando vio a Aurora no pudo creer lo que sus ojos veían cuando miro a Aurora, su cabello brillaba y no el brillo de un cabello normal iluminado por el sol, sino de un cabello poderoso que se había vuelto casi dorado y que seguramente si oscurecía, ese cabello dorado amarillento podía iluminar la ciudad entera en un segundo. Maria palideció, parecía que hubiera visto un fantasma y agarro a Aurora y la puso en la sombra, de la nada el cabello dejo de brillar y se puso en su color normal, — si a esa tonalidad de rubio se le podía llamar normal.— Maria volvió a agarrar a Aurora y la puso bajo el sol y su cabello volvió a resplandecer como si hubiesen encendido mil bombillas dentro de una sola habitación.
Ya adentro, Maria no lo podría creer, todo esto era una locura, en ningún libro, en ningún relato, en ningún lugar sale nada sobre este fenómeno y claramente no es algo natural por lo que pasan los bebes. Dejando sus pensamientos de lado y volviendo a la vida real, maría se percato que tal vez la bebe tuviera alguna marca, es decir estaba sentada en una roca a la que ella misma se subió, estaba muy caliente la roca, pero a Aurora no pareció molestarle el calor del sol, le reviso muy bien las manos y las piernas a la bebe, las tenia a temperatura ambiente y si Maria presionaba las partes donde se supone que a Aurora debería tener quemaduras esta se limitaba a mirar a su madre con confusión o a reírse y se percato que en aquella piedra ella jugaba con las muñecas bajo el ardiente sol del inicio del verano y Aurora parecía disfrutar el sol, como si lo absorbiera, Maria miro detenidamente el cabello de su hija y noto que aunque estaban dentro de la casa y el fenómeno debería de estar dejando de suceder, su cabello seguía brillando fuertemente. Empezó a limpiar toda la casa y a sacudir el polvo, Aurora jugaba en la sala tranquilamente, aun con el cabello brillante. El polvo se levanto y Aurora estornudo, pero estornudo tan fuerte que todo su cuerpo se ilumino y desprendió luz, una cegadora luz la cual salía y estaba en todas las partes de la casa, no había rincón que estuviera sumido en la oscuridad, la luz salía de las ventanas, por debajo de la puerta, por todos lados había luz y de golpe, estaba normal la casa, Maria se froto los ojos y espero unos momentos a que su visión se volviera a adaptar a la luz del día y no a esa cegadora luz, por suerte esta no quedo ciega puesto que al ver que la luz provenía de su hija, cerro los ojos y se dio la espalda. Impactada por el suceso esta se acerca a Aurora y la revisa mirando si está bien, parecía totalmente confundida con el suceso, pero, a pesar de una nariz roja por la leve alergia, todo estaba perfectamente en Aurora.
Maria todavía aturdida por el suceso de Aurora esta prueba con llevar a Aurora a pasear por el día, sin protección, sin nada mas que agua. Maria trato de ponerle la sombrilla a su hija, pero esta se negaba y buscaba la luz como lo hacían las plantas para sobrevivir, parecía algo vital como respirar, comer, tomar agua. La luz lo era todo para la pequeña Aurora, en las noches parecía disgustarle el hecho de que el sol se fuera, pero Maria había aprendido de su pequeña y había visto que esta necesitaba de la luz solar para vivir, si Maria se le ocurría prender las bombillas mientras Aurora dormía, esta se revolcaba o empezaba a llorar, pero si un rayo de sol entraba por la ventana y le daba a la cama de Aurora esta consciente o inconscientemente se movía hacia el sol y parecía dormir mejor.
En el parque, Maria se sentó y miro a su pequeña jugar con los otros niños los cuales miraban su cabellera fijamente, la cual estaba peinada cuidadosamente por su madre y noto que esta vez su cabello no brillaba, simplemente estaba rubio como en las noches o cuando no salía al sol, un pequeño rayo de sol cayo del cielo y Aurora extendió la palma de la mano hacia el y el rayo del sol reboto en su mano, Maria que estaba viendo lo lejos percato a su pequeña reflejando la luz solar y a los demás niños persiguiendo el rayo que había sido reflejado como si fueran unos adorables gatos o perros cuando agarras un espejo y reflejas la luz en ellos.
— ¿Esa es tu hija? — dijo una mama de uno de los niños que jugaba con Aurora, la señora parecía fascinada con la habilidad de la niña, pero a la vez perpleja. —No deberías darle un espejo a tu hija, podría cortarse y hacerse mucho daño o incluso, lastimar a uno de los niños. —
"No tiene ningún espejo" quiso decir Maria, pero algo no la dejo en su lugar dijo
Editado: 18.05.2021