Proyecto Timewarp (serie "Delta 3", nº 6)

Estrella del abismo

A 309 años luz del sistema solar se ubica la estrella llamada Thuban, mejor conocida como Alpha Draconis, nombre que obtuvo por formar parte de la constelación del Dragón, y centro del imperio Draconiano, una raza extraterrestre de reptiles inteligentes con miles de años de evolución por delante de la raza humana; seres muy fuertes y agresivos, conquistadores, territorialistas... tal y como son los humanos, y por lo tanto, sus enemigos naturales.
Una civilización de tipo 2, poseedora de avanzada tecnología, capaz de aprovechar toda la potencia disponible de una estrella... y, por lo tanto, también de un hueco negro.
El Cisne Negro viajaba hacia un agujero de gusano natural, un atajo en el espacio entre dos sectores distantes entre sí, el cual, llevaría a su tripulación hasta la frontera de aquel sector, para hacer una entrega de materiales:
—Spica, controla el nivel de carga de energía de toda la nave —le ordenó Rigel.
—¿Otra vez? —se quejó ella.
—¡Sí, otra vez! —le contestó él de mal modo, y al darse cuenta, de inmediato, bajó el tono—... Hazlo, por favor, solo quiero estar seguro de poder hacer la entrega y salir cuanto antes de ese lugar.
—Nunca pensé que los agujeros negros te pusieran tan nervioso, Rigel, es la primera vez que te veo así —le señaló Nova criticándolo.
—Técnicamente no vamos al agujeros negro en sí, sino a un planetoide que lo orbita en su última órbita estable —aclaró Spica.
—No es eso lo que me preocupa tanto, estamos demasiado cerca del territorio draconiano y no quisiera toparme con ninguno de ellos.
—¿Te preocupan los dracos?
Estando en la FDT tuve la oportunidad de combatir contra ellos en una ocasión, y los derrotamos... No creo que sean tan temibles —dijo Nova displicente, recordando sus tiempos en Fuerza de Defensa Terrestre; Rigel la miró de reojo y muy serio le contestó:
—No ha sido esa mi experiencia... Ellos fueron quienes mataron a tu predecesora, y casi destruyeron al Cisne en aquella ocasión.
—¿Es por eso que me obligas a usar mi traje de combate dentro de la nave?, ¿temes que me maten del mismo modo, acaso?
Bueno, te aseguro que eso no pasará...
En aquel entonces, esta nave no tenía ni la décima parte de las armas que tiene equipadas en este momento; y, más importante aún, es que ahora tienes a toda una experta en combate, como yo, para encargarse de ellas —insistió sonriendo confiada, Rigel continuó adusto, y no agregó nada.
El viaje continuó de ese modo, con un ambiente tenso, incómodo... hasta que llegaron al puente Einstein-Rosen que conectaba ese punto del espacio con su destino final, e ingresaron en él...
Minutos después, salieron a unos pocos miles de kilómetros de su objetivo. Aquí todo el panorama era dominado por uno de los objetos astronómicos más temidos por la física: un hueco negro.
La otrora colosal estrella masiva, ahora colapsada por su propia gravedad, al agotarse su combustible natural, lucía como una enorme y amenazante esfera negra, la cual devoraría todo lo que osara atravesar su horizonte de sucesos, el punto de no retorno, de donde nada podía ya escapar a su fuerza de atracción gravitacional, ni siquiera la luz, y a partir de donde el espacio y el tiempo dejaban de tener todo sentido.
Un disco espiral compuesto por gases sobrecalentados y partículas de materia giraba a tremenda velocidad en torno a aquella bestia espacial:
—Estamos ingresando en el disco de acreción... La temperatura del casco se incrementa, así como la radiación, aunque sigue dentro de los parámetros esperados —informó Spica—.
El planetoide ya está en el rango de los sensores —agregó, al tiempo que ponía en la pantalla del puente un acercamiento visual del mismo.
La base hacia la que se dirigían se encontraba desplegada en un gran asteroide capturado millones de años atrás por la inconmensurable gravedad del hueco negro.
Esa gran roca estaba, desde hacía ya eones, en el límite externo de la zona conocida como la esfera de fotones, un brillante anillo de luz compuesto por plasma ardiente que siempre rodea a estos monstruosos objetos astronómicos.
—Supongo que ese enorme domo de metal es la base —dijo Spica.
—Esa estructura discoidal, y apenas cóncava, me recuerda a los búnkeres de asalto de la FDT..., solo que esa cosa es mucho, pero mucho más grande —dijo Nova.
A diferencia de las versiones militares que ella conocía, esta, en realidad, era una, en extremo, poderosa y compleja nave robótica, y completamente automatizada, que solo compartía el mismo aspecto redondo y plano, con la finalidad de incrementar su dureza exterior al máximo.
Para elegir aquel punto como su asentamiento definitivo, primero había hecho una prospección de la densidad del suelo, para luego lanzar una carga explosiva acorde, con la que generó un cráter con su diámetro exacto; el disco bajó recién entonces, y encajó como si fuera una enorme tapa.
Diseñada para asentarse sobre duras y firmes superficies rocosas, disponía de grandes taladros en su base, capaces de cavar y sacar todo el material suelto hacia afuera.
Fue así que creó las cavidades necesarias para terminar su completo despliegue por debajo.
—No sería de extrañar que esta sea una versión evolucionada de lo que tú ya conoces, Nova —señaló Spica—.
Según nos dijo el doctor Barnard, esta instalación le pertenece al Grupo Majestic, y son ellos quienes suelen diseñar mucho del equipo que usa la FDT.
—¡Vaya suerte la nuestra!, usaron a Barnard para contactarnos, apuesto que, a partir de ahora, esos científicos locos del GM nos van a llamar para todo lo que necesiten transportar —se quejó Rigel.
—Pero pagan muy bien, de hecho, sustancialmente mucho más que el promedio de contratos que tenemos habitualmente —apuntó Nova.
—Eso es por lo riesgoso del trabajo —le aclaró Rigel.
—¡Increíble! Nuestro gran capitán quejándose de una recompensa lucrativa, jamás pensé llegar a ver este día —dijo Nova burlándose de él.
Así, luego de que una escotilla se abriera en aquel impenetrable domo, y que el Cisne Negro ingresara por ella hacia un puerto interno, donde atracó, su tripulación fue recibida por una pequeña comitiva, fuertemente armada, e integrada por tres miembros de la base, que se presentó ante ellos:
—Les doy la bienvenida a estas instalaciones. Acompáñenme, por favor, el doctor Kaus quiere conocerlos.
Nuestro personal se encargará, mientras tanto, de desembarcar las piezas que nos trajeron —les dijo la mujer que se encontraba en el medio de aquel trío, una científica, a juzgar por su ropa, quien se encontraba escoltada a ambos lados, y muy de cerca, por dos guardias, mujeres también, que vestían trajes de combate de cuerpo completo y portaban poderosos rifles de asalto en sus brazos...
A medida que caminaban hacia su destino, Rigel no podía dejar de mirar a aquellas dos guerreras, las cuales no le prestaban atención alguna: vestían unas armaduras muy ceñidas a sus curvilíneos cuerpos, eran como una segunda piel, el material se apreciaba resistente, pero flexible, para no quitarles agilidad en sus movimientos, en algunas partes llevaban duras placas, las cuales servían como escudos, y servomecanismos en sus articulaciones principales, para potenciar su fuerza y velocidad en combate.
—Son amazonas de Andrómeda... ¿Es, acaso, la primera vez que ves una, Rigel? —le preguntó Nova con un dejo de celos.
—Sí.
—Pareces embobado con ellas. Bien; te aclaro que son mercenarias, guerreras letales, temibles en combate.
¿Te gustan las mujeres fuertes y violentas... de mal carácter?
—Pues... puede ser —le contestó él mirándola de una manera tan especial que hizo que ella se sonrojara.
—¿Qué insinúas?..., yo no soy así —susurró ofendida.
En ese momento el líder de aquella base los recibió:
—Capitán Rigel, soy el doctor Kaus —dijo estrechándole la mano.
—Doctor, ellas son Nova y Spica, mi tripulación.
—Barnard me habló tan bien de ustedes, que estaba muy ansioso por conocerlos en persona.
Además de que nos urgían las partes robóticas que nos trajeron.
—¿Partes robóticas?, así que ese era el misterioso cargamento.
—Sí, son para los sistemas de defensa que estamos montando en la base, capitán... Complementarán a las mercenarias andromedanas que hemos contratado de emergencia.
—¿Y para qué tantas defensas, en una instalación científica?
—Verá, capitán, este agujero negro marcaba, hasta hace unos años, uno de los límites de imperio draconiano, el cual, como ya sabrá, siempre se encuentra en permanente expansión.
Actualmente, han reclamando esta zona para ellos, y lo han hecho en el peor momento posible, cuando por fín, luego de décadas de una muy ardua investigación, mi más ambicioso proyecto se encuentra en su fase final, en su punto decisivo...
—¿Sería mucha indiscreción el preguntarle de qué se trata su proyecto? —le preguntó Spica curiosa
—Por supuesto que no, además jamás podría negarme al pedido de una androide sigma.
Siganme —le dijo sonriente, y los condujo hacia el laboratorio central de aquel vasto complejo subterráneo: una enorme y luminosa habitación llena de computadoras y científicos por todos lados, y en cuyo centro se encontraba parada una especie de armadura de cuerpo completo, era de la talla de un ser humano promedio y su aspecto, muy vanguardista—...
Les presento: el Proyecto Timewarp.
Eso que ven en la plataforma central es la primera máquina de manipulación temporal creada por el ser humano.
Se trata de un cronotraje con la capacidad de moverse en el tiempo.
Quien lo vista puede desacelerar los acontecimientos que lo rodean a voluntad; también tiene la capacidad de saltar de manera instantánea en la línea del tiempo, aunque esto último solo ha funcionado con viajes hacia el pasado, el salto hacia el futuro es aún una función meramente experimental... En teoría, debería de funcionar con este último modelo, sin embargo, aún no se ha probado; hasta ahora, hemos perdido todos los prototipos previos al intentarlo.
Lamentablemente, los draconianos averiguaron de que se trataba mi desarrollo, y lo quieren para su imperio, si lo consiguen robar lo usarían como un arma, sin dudarlo.
¿Se imaginan lo que sería capaz de hacer un soldado draconiano moviéndose entre sus enemigos 10 000 veces más rápido que ellos?
—Acabaría con todo un batallón en apenas segundos, y sin sufrir ni un rasguño —expresó Nova pensativa, y el doctor Kaus continuó:
—Este invento es mi máxima creación, una auténtica maravilla —dijo orgulloso—; tiene una computadora integrada, dotada con una Inteligencia Artificial, la cual asiste a su tripulante en todo momento; además, su diseño cerrado aísla al piloto del exterior completamente, lo cual no solo es imprescindible para sobrevivir al desplazamiento temporal, sino que también permite el poder desenvolverse en casi cualquier medioambiente, de hecho, posee sistemas autónomos que mantienen la temperatura interna estable y reciclan el aire en un 99 %.
La principal limitación, sin considerar la duración de sus baterías, es el, aún, demasiado alto consumo de su reserva de taquiones; por si no lo saben, los taquiones son unas partículas más rápidas que la luz, y que se mueven hacia atrás en la línea del tiempo. Dotan a la armadura de su capacidad de manipulación temporal, y son justamente el motivo por el cual nos encontramos aquí, orbitando un agujero negro, una fuente natural de estas partículas tan especiales.
Con regularidad, enviamos drones hasta su horizonte de sucesos, para recoger taquiones, allí es donde se acumulan en mayor cantidad...
Perdemos a 99 de cada 100 unidades despachadas, las cuales son absorbidas por la tremenda gravedad de la singularidad; sin embargo, la que retorna, lo hace con una carga completa para el traje.
—Perdóneme que lo interrumpa, doctor, pero el viaje en el tiempo siempre ha sido una fuente de mucha confusión para mí, por lo de las famosas paradojas, principalmente —dijo Rigel—; de hecho, creo que el pasado es algo que nunca podría cambiarse, ¿o sí?
—¡Desde ya que se puede, capitán! No solo se ha hecho, sino que se hace permanentemente, es solo que la mayoría de los seres no lo pueden notar. Piénselo bien, ¿cómo podría saber si el pasado que usted recuerda ahora no ha cambiado ya, y varias veces?
Rigel lo miró pensativo, y un momento después le dijo:
—Entonces debería viajar y arreglar muchas cosas de la historia, doctor —Kaus se rió y le aclaró:
—Por el momento solo se puede viajar unas pocas horas, como mucho. Sin embargo, algún día... estoy seguro que podré, y lo haré, lo haré sin dudarlo.
—Y ¿no le parece eso algo poco ético? —le planteó Nova.
—En absoluto, señorita. Cambiar el pasado es algo tan válido como actuar en el presente cambiando el futuro. En ambos casos se altera el destino de los demás. No veo ningún límite ético al respecto.
Se hizo un profundo silencio al ver como el doctor Kaus trataba con tanta naturalidad algo que usualmente se considera tabú, casi como si fuera sagrado; al notar aquello, el científico les aclaró:
—Miren, la ética es una enemiga natural del progreso y los avances de la ciencia. Si fuera por la ética la humanidad aún estaría en la edad media. De hecho, solo ha servido para que la ciencia ficción inventara una serie de tonterías teóricas, sin ninguna base real, acerca del viaje en el tiempo, les enumeraré las más comunes de esas creencias y algunas consideraciones propias:
1. La línea del tiempo puede ser cambiada en cualquier momento y la cantidad de veces que sea, y eso no implica que el viajero se encuentre en una dimensión paralela.
2. Un viajero del tiempo se puede encontrar consigo mismo, y no solo con una instancia suya, sino con muchas, y el contacto físico entre ellas no implica que se autodestruyan.
Y no, no se llenaría de manera instantánea el espacio con infinitas copias del viajero, ya que cada ciclo sería diferente del anterior por la mera presencia del propio viajero.
3. El pasado nunca se repite exactamente del mismo modo.
Cada viaje que se hace, altera la línea del tiempo, la mera presencia del viajero es ya una alteración que provoca sutiles cambios, aunque este trate de no interferir; así que eso del observador que no actúa para no alterar nada, es solo una decisión propia del viajero temporal.
4. Las paradojas no existen, solo son un producto de la ignorancia y de la fantasía; uno puede viajar al pasado, matar a un ancestro propio, y seguir existiendo, todo forma parte de una cadena de eventos.
6. Cuando se cambia el pasado, el anterior futuro solo queda en la memoria del viajero, así como también de cualquier elemento proveniente de ese futuro que haya, previamente, guardado algún registro de él.
7. Que algo haya sucedido no significa que no deba ser cambiado. Personalmente lo veo como algo similar a lo que hace un médico al salvar la vida de una persona que, de manera natural, moriría, si no fuera por su intervención.
La ciencia existe para ser utilizada, si no, de nada serviría.
8. El alterar los acontecimientos finales de una línea de tiempo ya conocida es más difícil de lo que se puede suponer; los diferentes eventos tienen una tendencia a sucederse de un modo u otro, aunque sea con diferentes matices, por ejemplo: puedes evitar que la muerte de una persona ocurra de un modo y en un momento específico, sin embargo, esa misma persona continuará con un alto riesgo de morir de otra manera, en su futuro cercano, hasta haberse alejado lo suficiente de aquel punto en la línea temporal. Para que no fuera así, tendría que ocurrir un cambio mayúsculo, uno tan grande que generara una línea de acontecimientos lo suficientemente diferente de la anterior.
9. Cambiar el tiempo se parece a arrojar una piedra en un estanque de agua: en el lugar preciso en donde cae la piedra se produce una gran alteración, sin embargo, y a medida que nos alejamos de ese punto, el cambio se vuelve cada vez más, y más imperceptible, hasta que, estando lo suficientemente lejos, todo el movimiento, simplemente, desaparece. Es por eso que, alterar un evento en un pasado distante, casi no tendrá efecto alguno en su futuro lejano.
Espero que con estos puntos haya podido aclarar y, sobre todo, abrir más sus mentes con respecto a este tema —finalizó el científico.
Sus interlocutores se le quedaron mirando sin decirle nada, todas sus creencias sobre los viajes en el tiempo se acababan de derrumbar...
Inesperadamente, el momento fue roto bruscamente por una alarma que se disparó, era una alarma de ataque:
—Son los draconianos, señor... y aún no pudimos poner en línea los nuevos sistemas de defensa —le alertó a Kaus uno de los operadores.
—Pues, que las andromedanas se encarguen de ellos, ¡para eso las contratamos! —le contestó este nervioso.
Muy pronto, el asteroide entero se convirtió en un auténtico campo de batalla...
Las bravías guerreras combatían con furia, eliminando a muchos de sus enemigos; sin embargo, eran superadas en una proporción de 10 a 1 por aquellos reptiles bípedos, seres en extremo fornidos, y de aspecto antropomórfico, con más de 2 metros y medio de altura, y un cuarto de tonelada de peso.
Todos estaban protegidos con duras corazas y portaban poderosas armas, con las que hacían auténticos estragos en las instalaciones... y en las personas.
—Están penetrando en la base. ¡¿Qué vamos a hacer?! —preguntó Spica —, pronto llegarán hasta aquí.
—Despegar en medio de una batalla es un recurso en extremo peligroso y de dudoso resultado —dijo Nova—. No obstante, esto luce como un ataque frontal; en este punto, el quedarnos aquí, no creo que sea una opción.
Ella, al igual que su compañera, también creía que la base sería tomada por los draconianos en cuestión de minutos; a pesar de eso, la decisión final recaía sobre Rigel:
—De acuerdo, primero tenemos que abrirnos paso hasta llegar al hangar donde está el Cisne, y luego veremos como escapar.
Usted, doctor, vendrá con nosotros..., en el Cisne hay suficiente espacio, no tiene por que morir aquí.
—Se lo agradezco, capitán; solo déme un segundo para empacar mi cronotraje y llevarlo, no debe caer en manos de los draconianos.
—Mi hermana y yo los escoltaremos hasta su nave —les dijo una de las dos amazonas andromedanas que estaban allí presentes.
Abriéndose paso por los pasillos, la reducida comitiva logró llegar finalmente hasta el hangar... Sin embargo, aquella zona ya estaba bajo el control de los reptilianos y fue así que se desató una encarnizada batalla.
Lucharon hasta poder parapetarse entre unas pesadas máquinas que les sirvieron de cobertura...
El Cisne Negro aún estaba distante, se encontraba como a unos 20 metros por delante de ellos y lo que era aún peor, en la refriega el doctor Kaus resultó gravemente herido:
—Por favor, capitán, tome el prototipo de mi traje y llévelo al GM, alguno de mis colegas seguramente continuará con mi trabajo... Salve mi investigación, se lo ruego —alcanzó a decir antes de desfallecer.
Spica meneó su cabeza hacia los lados indicándole a Rigel que nada se podía hacer por él, ya había muerto.
En ese momento, se sucedieron una serie de pequeñas explosiones muy cercanas al grupo que parecieron llegar de todos lados.
Los draconianos habían utilizando unos diminutos drones asesinos, eran del tamaño de insectos, y operaban fijándose en los cuerpos de sus objetivos para detonar al contacto.
Spica fue la única que no resultó aturdida, y de inmediato evaluó la situación:
Una de las andromedanas yacía muerta, había sido el foco de casi todo el ataque; Nova presentaba una herida de consideración al costado de su abdomen, por donde sangraba profusamente a pesar de que su traje de combate contenía la hemorragia lo mejor que podía; la otra guerrera y Rigel parecían estar bien.
—Necesitamos que nos abran la compuerta exterior del hangar para despegar —señaló Spica apuntando hacia un punto lejano y elevado, era donde estaba la cabina de control, desde la cual se operaba la gran escotilla.
—La abriré con el Cisne —enfatizó Rigel.
—Ustedes aborden su nave, yo me quedo. Los cubriré desde aquí, y mataré a tantos enemigos como pueda, hasta mi último aliento —dijo la mercenaria restante, al tiempo que tomaba el arma de su hermana muerta, ni una lágrima caía de sus bellos ojos, toda la enorme pena por su pérdida se acumulaba como una incontenible furia en su interior.
—Pero si te quedas aquí, y logro forzar la compuerta exterior del hangar, tú... —le dijo Rigel.
—Moriré, ya lo sé, y todos ellos también —contestó ella sin siquiera mirarlo, al tiempo que sonreía con un dejo revancha, y abría fuego sobre las posiciones draconianas.
Estaba claro que su sed de venganza la mantendría allí hasta el final.
Rigel cargó a Nova hasta la enfermería del Cisne Negro:
—Spica, quiero que te quedes junto a ella y trates su herida —le ordenó—... Yo me encargaré del despegue.
Fue así que el Cisne Negro se elevó dentro del hangar hasta llegar a la enorme compuerta, y comenzó a forzar su apertura...
La nave comenzó a crujir a medida que Rigel incrementaba la potencia de los motores:
«Vamos, maldita cúpula... ábrete ya», pensaba mientras las alarmas le advertían sobre la pérdida de integridad estructural del casco.
Finalmente la compuerta cedió ante la incesante presión, y el Cisne Negro la atravesó; sin embargo, el precio pagado había sido muy alto, la nave sufrió importantes daños durante la brusca maniobra, toda su estructura se había doblado y presentaba múltiples brechas por las cuales se fugaba el soporte vital de la tripulación.
Al mismo tiempo, en el hangar, nadie sobrevivió ante el vacío del exterior, el cual se llevó todo, y a todos, con suma violencia hacia las profundidades del frío espacio...
El Cisne Negro comenzó entonces a alejarse a gran velocidad del planetoide. Sin embargo, una nave draconiana le daba cacería.
«Persíganme todo lo que quieran, asquerosos lagartos de porquería. Una vez que atraviese el agujero de gusano estaré muy lejos de su territorio», pensó Rigel...
—Spica, ¿como vas con Nova?
—Logré estabilizarla; pero, algunos de sus órganos necesitan un reemplazo urgente, espero que tengamos el tiempo necesario para llegar a un hospital y salvarla...
Ella es una mujer muy fuerte, se encuentra inconsciente. ¿Cuál es nuestra situación, capitán?
—Los dracos están detrás nuestro, pero estamos aproximándonos al agujero de gusano por el que llegamos. No creo que nos sigan desde allí —dijo Rigel satisfecho; sin embargo, al acercarse a aquel punto, la nave detuvo sus motores—.
Pero... ¡¿qué pasa ahora?! —exclamó desconcertado.
—¿Qué?, ¿qué es lo que sucede?
—¡¡No lo sé, Spica!!, el sistema de navegación no responde.
—Debe ser por el sistema de seguridad.
El daño sufrido en el hangar seguramente fue demasiado grave: una nave no debería ingresar por un agujero de gusano si su integridad estructural se encuentra comprometida por encima de cierto límite, el casco podría despedazarse —le explicó Spica—.
Tengo que ir al puente y suspender los protocolos —definió.
En ese preciso momento, el Cisne Negro fue alcanzado por la nave draconiana, la cual lanzó un rayo tractor que sujetó a su presa con fuerza, demasiada fuerza para su debilitada estructura.
—¡¡Detente, Spica. No te muevas de allí!!; ¡creo que algunas partes del casco se acaban de desprender!, nos despresurizamos demasiado rápido —le advirtió Rigel—.
Tengo que sellar algunos mamparos cuanto antes o la nave se partirá en pedazos —agregó, mientras procedía a clausurar de emergencia las secciones de la nave afectadas...
Pero su esfuerzo fue completamente inútil, el Cisne Negro, con una gran explosión, se abrió en dos, y entre las múltiples secciones de la nave que fueron destruidas se encontraba la enfermería, los restos de Nova y Spica se perdieron en el espacio.
En lo que aún quedaba de la nave la energía comenzó a fallar y la gravedad artificial se anuló completamente...
Las reservas de oxígeno, prácticamente, se agotaron al instante y la temperatura comenzó a bajar rápidamente.
Para Rigel, el único sobreviviente de aquello, todo se había tornado trágico, apenas si contaba con el poco aire remanente en sus pulmones.
La desolación que lo invadía era abrumadora, en cuestión de segundos había perdido a sus seres más importantes.
Estaba solo, su propia muerte le parecía más un alivio que otra cosa.
No obstante, ante ese deseo casi irrefrenable de abandono que lo invadía, se opuso otro igualmente fuerte: el odio más visceral que alguien pudiera sentir. Aquellos seres alienígenas le habían quitado todo, y ahora también se quedarían con su vida... a menos que hiciera algo desesperado, pero ¿qué podía hacer ya?
Fue en ese momento que las palabras de Spica con respecto al estado de Nova resonaron en su mente: «espero que tengamos el tiempo necesario para llegar a un hospital...», «el tiempo necesario...», «tiempo...», y eso de dio una idea.
Sujetándose ingrávido por las superficies internas de la destrozada nave, se dirigió flotando hacia una de las bodegas secundarias, lugar en donde había dejado el cronotraje.
Apenas contaba con unos dos o, con mucha suerte, tres minutos de aire en sus pulmones antes de perder la conciencia y morir asfixiado.
Mareado, consiguió llegar y se puso aquella flexible armadura con su último aliento, y la cerró herméticamente.
En cuanto detectó a un tripulante, la IA activó los sistemas de diagnóstico y soporte interno:
—¡Advertencia!, la reserva de oxígeno es menor al 0,01 %, el tiempo estimado de supervivencia del piloto es menor a 5 minutos.
«Cinco minutos, tiene que ser suficiente para entender lo más básico de como operar esta cosa», pensó Rigel tratando de calmarse.
Examinó con cuidado la consola que tenía en el antebrazo, con la que parecía controlarse todo el proceso de desplazamiento temporal, y cuando se sintió listo la activó... y saltó en el tiempo.



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En el texto hay: drama, accion, aventura

Editado: 02.07.2022

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