Proyecto Vesta

El Almirante

1994

La puerta de metal se cierra con fuerza, luego de que el Almirante le haya echado un vistazo al objeto que ha jurado proteger.

Sin intenciones de entablar conversación con alguien, sigue de largo por los angostos pasillos, ubicados en el subsuelo de la empresa Raff. A más de un empleado le llama la atención su presencia, pues nunca avisó, y lo observan con sorpresa, mientras otros no pueden evitar sonreír de la admiración y hasta se atreven a hacerle reverencias. Él, siempre tan orgulloso, hace el amague de quitarse el sombrero como forma de agradecimiento.

El lugar que llama su atención, en ésta visita, es la oficina principal ocupada por Boris Raff, el actual dueño de la compañía cuya esposa, Melinda, que siempre se encontraba a su lado, ésta vez había decidido coordinar una visita guiada para acercarse aún más a la gente.

La oficina de los Raff tenia toques minimalistas, y sobre el escritorio negro, aparte de su laptop, se podían apreciar dos retratos: uno doble, que contenía fotografías de la pareja en lugares turísticos que habían visitado; y una fotografía aparte, enmarcada por un marco hecho a mano, de su hija, Helena, cuando era una adolescente. Esa foto solía llamar la atención del Almirante cada vez que entraba, la dulce "Lena" era una mujer hermosa que, pese a rondar los cuarenta años, sus rasgos juveniles parecían no querer abandonar su rostro, que era demasiado bello como para que éste hombre pasara de largo, de hecho, el señor Raff le llamaba la atención todas las veces que lo observaba "ido", pues sabía de las intenciones que éste sentía por la mujer. Sin embargo, para tristeza del Almirante, Lena ya estaba casada desde hace años con su novio de la secundaria, y tenían dos hijos, que eran los nietos que todo abuelo quisiera tener, pese a que no era el yerno que la pareja soñaba.

— ¿Qué necesitaba, Almirante?

— Solicito permiso para trasladar el proyecto.

— Denegado -Contestó, el anciano, sin rodeos.

— Con todo respeto...

— Permíteme -Le interrumpió -, sabes que éste proyecto es considerado ilegal por las esferas políticas, y que no hemos tenido buenos resultados ni en el campo ni en la ciudad ¿Qué te hace pensar que ahora será diferente?

— Ahora soy consciente de todo el poder que tenemos en nuestras manos, y dado que el tiempo pasó y nos encontramos más modernizados, considero que si comenzamos ahora, para dentro de cinco años, con mejor tecnología, tendremos la fórmula del superhombre.

— Eso sigue sin responder mi pregunta, que seas consciente de lo que tenemos no significa que las cosas sean mejor, además, la gente ya abandonó la idea del superhombre, ahora todos encuentran atractivos los defectos, lo que hace que nuestro proyecto no tenga razón de ser.

— ¿Y si le digo lo contrario? ¿Si le digo que la gente lo valora?

— Te pediría que me muestres tu plan, bien detallado en una carpeta y me dejes pensarlo.

El Almirante sonrió sintiéndose un triunfador.

— No le fallaré.

Se despidió con un saludo militar, como era su costumbre, y salió de la oficina, decidido a mostrar su idea con la esperanza de que, quizás, llegara a ocupar un rol importante en un futuro, como el puesto de presidente de la compañía que estaba siendo ocupado por el Sr. Raff.




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