1957
Salió de la oficina del Sr. Bellini, enfurecido, estaba harto de que no lo tuviera en cuenta ni siquiera para un simple recado. Pero no se dejó vencer, no iba a permitir ser dejado a un lado en un momento así, aún tenía tiempo para prepararse y participar en el nuevo proyecto, se sentía listo.
Entró a su hogar, una vivienda simple, ubicada en un barrio residencial, en donde lo esperaba su prometida, Amelia, que al escuchar el motor del auto, bajó las escaleras para recibirlo.
— Vaya, cielo, no te esperaba tan temprano -Dijo, abrazándolo.
— No me quedó de otra, sigue sin querer contratarme.
— Quizás sea lo mejor.
Él la miró con una mueca de asombro, sabía que hacía años venía intentando encontrar un pequeño espacio para empezar a trabajar, y estaba seguro de que su lugar estaba allí.
— Es tu padre, Jake -Le recordó, Amy, acariciándole el hombro -, comenzarán las habladurías y le perdererán el respeto.
— ¿Al honorable Sr. Bellini? -Preguntó, burlón - Por favor, él siempre supo como acallar las voces... ¿No crees que me lo merezco? Me mantuvo en las sombras siempre, nunca dejó que mi madre y yo viviéramos con él, no quiso compartir su gloria, y aún así nunca lo dejamos de lado..., creo que, como mínimo, merezco un rezarcimiento.
— Lo que debes hacer es dejar éstas ideas locas de lado, podemos encontrar otros empleos, yo ahora volveré a ser niñera mientras me postulo en algunas escuelas, tú podrías intentar suerte en la panadería de Frank.
— Amy, yo no nací para ser un ayudante de panadero, soy el hijo de Félix Bellini, presidente de la compañía Raff, se supone que soy alguien importante.
— No -Intentó hacerle entrar en razón, tomándolo de las mejillas -, tu padre es el importante, y tú lo serás en un par de años..., sólo es cuestión de que las cosas tomen su curso.
— Está por hacer algo arriesgado -Le informa, y pasa por alto su comentario -, puede cambiar el mundo para siempre, y yo puedo ser parte de eso -Repite casi como un mantra, con la esperanza de que la vida se pusiera de su lado -, puedo ser alguien, Am, puedo darnos una mejor vida.
— Pero mira a tu alrededor ¿No ves que tenemos una linda casa? Contamos con unos buenos vecinos, con amigos que no nos defraudan..., Jake, estamos muy bien así..., si por mí fuera, no cambiaría nada.
— Confía en mí, querida, confía en mí.
Le rogó, tomándola de la mano, y acercándose para unir su frente con la de su amada. La joven y bella, Amy, estaría tranquila al menos por los siguientes tres años.