Proyecto Vesta

CAPITULO V {2005}

1

No había tocado ni un cigarrillo desde que Tobías nació, pero ésta vez, Curtis Daiad, sentía que había llegado al límite, no podía aguantarse más, y robó uno de los que tenía su esposa por ahí, escondidos en uno de sus abrigos, y se lo fumó con la intención de quitarse los nervios. Lena, le dio su espacio, de hecho, salió de la casa hacia alguna parte, él ni siquiera le preguntó, y siempre se preocupaba por su salud y su paradero, salvo éste día.

Agradeció no tener que atender a ningún paciente porque no habría sabido cómo, si ni siquiera sabía qué hacer con él mismo, y entonces otra pregunta espantosa azotó su cerebro “¿De qué me sirvió el estudio? No aprendí nada”, y es que su interés por la psicología, no sólo fue por su mujer sino para descubrirse a sí mismo y lidiar con sus traumas. Pero ¿Qué decía la psicología sobre esto? ¿Cómo podría ponerla en práctica? Ni él, que se había pasado unos seis años metido en ésa carrera, tenía la respuesta, y no creía que alguien la tuviera.

Lena, tenía razón, sintió asco de ella, pero también sintió asco por lo que él hizo, no pudo mirarse en el espejo porque sería capaz de romper en llanto, sólo estaba ahí, en el jardín del fondo, de pie, fumando…, una escena deprimente para cualquiera que lo vea desde afuera, y una escena que había sido habitual en su adolescencia hasta que Lena le curó las heridas… y ahora se disponía a re-abrirlas.

Echó un vistazo al reloj, aún faltaban unas dos horas para pasar a buscar a Sonia, así que debía quedarse allí solo con sus pensamientos, pero no contó con la inesperada visita de su viejo amigo, Chris que, como era lo habitual desde hacía un mes, solía pasar para entablar una charla profunda con su ex compañero de escuela, y al que llamaba ‘mejor amigo’. A Kurt le pareció un pésimo momento, estaba al borde del llanto, guardándose todo como siempre, y ahora debía enfrentarse a una persona con un problema aún mayor que, de alguna manera lo involucraba a él también: Helena, pero Chris aún no lo sabía, y era probable que jamás lo supiera.

― ¿Qué hay? –Lo saludó, Chris, de manera informal para que no se notase el dolor que él y su esposa atravesaban, aunque Kurt lo sabía.

― Pasa, te ofrecería un café, pero lo terminamos ¿Té?

― No, tranquilo, ya vengo desayunado.

Tomaron asiento en el pequeño comedor que estaba en la cocina, Kurt ocupó una punta, y Chris uno de los laterales, pero estaban casi al lado para poder escucharse. Ésta vez, se mantuvieron en un silencio de misa, por lo general era Curtis quién, bajo su faceta de psicólogo, comenzaba a preguntar y romper el hielo, y lo hubiera hecho si no fuera por la noticia que Lena le había dado a la mañana.

― ¿Te ocurre algo? –Le preguntó, Chris.

El otro, negó con la cabeza para restarle importancia a la situación, al lado de un caso de desaparición cualquier problema mundano era una tontería.

― Nada, sólo… todo lo que está pasando me tiene deprimido.

― ¿Y Helena? –Preguntó, notando la ausencia de la mujer, por lo general era ella la que abría la puerta o estaba en medio de alguna tarea.

― Salió a meditar.

― ¿Afuera? –Inquirió con una ceja levantada. Chris era el tipo de persona que solía tener problemas maritales todo el tiempo, incluso desde su adolescencia ha tenido asuntos de polleras, por lo que se le fue fácil notar que algo más pasaba.

>> No te hagas, discutieron ¿No es así?

­­― ¿Cómo llegas a ésa conclusión?

― Ella nunca sale a meditar por la mañana –Le señala el reloj que colgaba sobre el arco que dividía la cocina del living -, y mucho menos si debe pasar a buscar a uno de sus hijos ¿Me dirás que pasa?

― Chris…, tú eres el que debe decirme qué pasa, tu caso es más grave que el mío –Dijo para quitarse el foco de encima - ¿Alguna noticia? ¿Descubrieron algún dato importante?

― Mierda, Kurt, vengo aquí para olvidarme del asunto y tu vienes a recordármelo, no puedo pasar ni un día más visitando esa comisaría, no quiero, te juro… -Se muerde el labio inferior, no quería llorar delante de su amigo -, no sé cómo hace Brigitte para ir todos los días a ver a ésa policía inútil y sentarse a esperarlos hasta que le den una noticia… que, por supuesto, nunca llega…, es una guerrera.

― Sí que lo es y te necesita, una madre no debería estar transitando esto sola.

― Lo sé, pero es más fuerte que yo…, era mi niña –Dice y se le escapa una lágrima -, es mi niña –Se corrige -, y el maldito que la tenga o que le haya hecho daño las pagará, lo haré sufrir, si la justicia no puede, yo me aseguraré de que sufra.

Kurt se puso nervioso, tragó saliva y se levantó de la forma más torpe posible, que casi se trastabilla con la pata de la mesa, el centro de mesa, que era un pequeño mástil de metal con unos imanes que contenían notas, se tambaleó y Chris alargó sus manos para evitar que alguna de éstas se perdiera.

― Voy al baño –Se excusa -, si quieres agua puedes servirte, haz como si fuera tu casa.

Se retiró y, una vez que se metió en el cuarto de baño, intentó tranquilizarse, posó sus manos sobre el lavamanos y dejó caer su cabeza con la idea de que ése gesto lo relaje…, pero no lo conseguía, toda la discusión que tuvo con Helena regresaba a su cabeza.

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