1
Helena logró que el té de tilo surtiera efecto y le otorgue a Kurt un sueño reparador, por lo que aprovechó para tener una conversación con su hija adolescente con respecto a ésta ‘investigación’ que ella se dispuso realizar.
― ¡Yo no rompí a papá! –Se quejaba, Sonia, ante su hermano, que no dejaba de acusarla de haberle provocado ése ataque de nervios.
― Se puso así cuando le contaste lo que estabas haciendo, por más que lo niegues es tu culpa.
― Ni siquiera sé cuál es su problema.
― ¿No te das cuenta que todo lo relacionado con la empresa lo pone incómodo?
― Incómodo, pero no nervioso.
―Chicos –Se acerca, Helena, dispuesta a hablar con ellos para esclarecer sus dudas -, sé que últimamente he estado un poco… extraña, y hasta desconocida, pero quiero decirles que todo tiene su explicación, y el hecho de que su padre se haya puesto así también tiene que ver.
― ¿Qué es lo que…? –Comenzó a preguntarle, Toby, pero la mujer le hizo señas para que se sentara antes de que siguiera hablando.
― Mejor, pónganse cómodos, no es algo agradable.
― ¿Estoy en lo cierto? –Cuestiona, Sonny.
― Hay… algo más, y dado que parecen estar metidos en el trabajo de su abuela, creo que podrían hasta digerirlo mejor que Kurt, al menos eso espero –Los dos jóvenes, asintieron - ¿Creen en los viajes en el tiempo?
Toby sonrió en un gesto de burla, aventurándose a lo más ridículo que oiría en su vida. Mientras que Sonia, esperaba con ansias lo que sea que su madre esté por decir.
― Bien –Prosiguió -, sonará muy loco, de hecho es la razón principal por la que su padre actúa de ésta forma. Verán…, muchas cosas raras ocurrieron en la compañía, digo, en los lugares más recónditos de ésta, pero nada se compara con lo que estoy a punto de decirles. Es, de hecho, lo más extraño de todo, aunque para mí ya se ha convertido en mi propia vida.
― Ve al grano –Espetó, Toby, impaciente.
― Lo de Hattie no es una desaparición, ella ha viajado en el tiempo.
― ¿Y cómo lo sabes? –Le preguntó, Sonia, mientras que su hermano hizo un revoleo de ojos, sin poder creérselo.
― Yo soy Hattie.
Reveló y dejó que los dos jóvenes se tomaran su tiempo para procesar la información. Sabía que los dos no iban a tragarse la cuestión tan deprisa por más que le tengan afecto, no estaban tan abiertos a ésta ‘ciencia ficción’.
― ¿Estás bien? –Se preocupó, Toby.
― Por supuesto que estoy bien, bueno, podría estar mejor, pero estoy lo suficientemente bien como para no decirles una mentira, si eso es lo que temen.
― Entonces… lo de hoy –Piensa, Sonia, en voz alta, uniendo las piezas -, lo que te hizo Brigitte…
― Le dije lo mismo que les acabo de contar, creí que merecía saber la verdad, y no se lo tomó bien. No la culpo, es sólo que…esperaba ser reconocida por mi propia madre.
Ya la palabra ‘madre’ fue demasiado para los dos hermanos, que concluyeron que su madre había enloquecido por completo y, al igual que Kurt, culpaban a los Raff de todo este alboroto.
― Descuida, má –La tranquilizó, Toby, acariciando su hombro como muestra de afecto -, puedes contar con nosotros para lo que sea.
― ¿Me están tomando el pelo?
― No –Respondió, Sonia que, al igual que su hermano, fingió creer en su locura para evitar una discusión -, te creemos, y vamos a estar para cualquier cosa que necesites, incluso si papá se pone en tu contra, lo prometemos.
― Bien –Dijo, Helena, viendo la preocupación en los ojos de sus hijos -, supongo que sí me dejan más tranquila.
Un silencio invadió el comedor, uno que ninguno de los tres se atrevía a romper porque se trataba de un silencio cómodo, después de todo ¿Para qué añadir algo más a éste absurdo?
―Voy a descansar –Se despidió, Toby -, debo levantarme temprano mañana.
― Yo igual –Se apresuró a añadir, Sonia, que subió las escaleras junto a él.
Lena miró por donde sus hijos se fueron, no tuvo nada que decirles salvo comprenderlos, era una noticia muy fuerte y alocada. Su único refugio era ella misma, porque pese a que Curtis le había creído, sabía que al día siguiente él tomaría otra postura y preferiría no hablar del tema. Así que, caminó hacia la cocina, dispuesta a tomar un poco de agua, pero se detuvo en cuanto se topó con el retrato familiar que colgaba de una de las paredes que dividían los dos ambientes. Allí, posaban los cuatro: su esposo, y sus hermosos hijos cuando todavía eran muy pequeños, Toby tendría unos diez años, y Sonia estaba en brazos de su padre, contando con sólo dos años. Recordaba ése día, ése momento, y quién había tomado la foto, su padre, Boris Raff, al que no pudieron convencer para que posara con ellos.
2
Para Félix Raff, todo lo que su madre le ordenara, significaba un problema más en su vida que ya había sido consumida por el estrés que le ocasionaba todo el tema de la corporación y los asuntos familiares. Si bien quería mucho a su hermana, esto de ir a sacarle información lo ponía en una postura incómoda que, por años, había intentado evitar. Sabía que ella lo recibiría sin problemas, pero su cuñado, Curtis, lo trataría con cierto recelo, no era ningún tonto, sabía de lo unido que era a Abigail, por lo que estaría controlando cada uno de sus movimientos.