03

¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿40 minutos? ¿1 hora?

SI Stefan no me deja salir, si el experimento 05 está ahí ¿Por qué solo está sentado jugando con su pistola y no hace nada?

—Que te metas —me hace señas que no entiendo y prefiero quedarme viendo.

Me voltea los ojos el muy maleducado.

—Ya vuelvo —oigo una voz femenina.

¿Había un civil?

Leo ruge.

Stefan se levanta de un parpadeo y es cuando más me aferro a la puerta esperando los disparos.

Se asoma y veo a Leo aparecer de un salta tirándole el arma.

— ¡NOO! —agarro lo primero que veo pero rompe los matraz como burbujas.

Ahora me mira, se enfoca en mí.

Stefan le salta encima, lo intenta ahorcar pero las afiladas uñas desgarran sus brazos enviándolo devuelta al piso.

Acciono por cerrar la puerta, pasarle seguro es una estupidez pues la rompe con fuerza quedando encerrada a merced de él.

Se endereza, empieza a caminar como si lo hiciera una persona normal.

Desborda saliva, va dejando un camino de gotas de sangre detrás de él y en sus ojos ámbar veo un odio tan intenso que me hace ver la forma tan cruel que va a matarme.

—Leo…

Si Virgo pudo hablar puede haber una probabilidad de dialogar con Leo, que no me mate y acabar con esta masacre.

—Leo, no un monstruo como dice Virgo.

Se detiene por un momento.

—Vir…go —su voz es sumamente aterradora—. A él también me lo comí.

Dio un paso más cuando una bala atravesó su pecho.

— ¡Doctora, abajo! —grita Stefan y lo primero que se me ocurre es esconderme debajo de la mesa.

Leo suelta un rugido que me lastima los oídos y sin más, le avienta a Stefan una silla.

Empieza el enfrentamiento, los disparos de los cuales Leo ni se inmuta y el destrozo de todo un laboratorio.

De repente, Leo consigue derribar a Stefan saltándole encima.

Todo ocurre frente a mis ojos, desde el momento en le arranca la cara de una sola mordida hasta cuando un aguijón atraviesa a ambos, empalándolos sin ningún esfuerzo, como si no fueran cuerpo humanos vivientes y que gritan, rugen y van perdiendo fuerzas con forme se desangran.

El monstruo ante mí  los alza del suelo y los avientan al otro extremo del pasillo.

—Doctora bonita —saborea—, ahora despierto ¿puedo responder a sus caricias?