Sofía, liberada de presiones y expectativas, descubrió su fortaleza en la adaptación y el crecimiento personal. Aceptó superar su miedo al permitir que Nacho la llevara en su moto; como si supiera, le colocó y ajustó el casco, ayudó a subirse y la instó para que agarrara su cintura. Mientras avanzaban despacio, se permitió abrazarlo, sintiéndose cómoda y confiada. No importaba quien era, relajada liberaba sus temores.
Cerró los ojos para mantener la calma, pero se distrajo con su aroma, se veía y olía tan bien, se aferró más a él con brazos y piernas, y se dejó caer sobre su espalda. El viento soplaba, creando una melodía encantadora. Disfrutó plenamente de su primer paseo en moto.
Un nuevo pensamiento llegó con fuerza; si había algo que la atormentaba y era Leo. No podía competir con él, ni aunque quisiera hacerlo. Estar consciente de esta realidad, le permitió ser más extrovertida. Sabía que no tendría problemas de malentendidos, Nacho no la miraba como mujer, ya tenía a Leo, en su corazón, así que podría aprovechar esos fugaces momentos. Por eso cuando él puso una mano sobre las de ella y las acarició, era como si la estuviera abrazando.
Ella lo permitió, entendiendo que él intentaba tranquilizarla, tal vez percibiendo los latidos de su corazón, atribuyéndolo al miedo. Y eso era exactamente lo que le convenía que pensara. Al llegar al restaurante:
Para su sorpresa, se sentía bien, no podía negar que estaba intranquila, pero el balance fue excelente. Algo que para otras personas era simple, para ella implicaba un gigantesco avance.
Esta vez cruzaron unas palabras mientras compartían la cena. Sofia disfrutaba estos momentos porque no tenía que comportarse de ninguna manera, ni siquiera debía tratar de mantener compostura frente a este hombre, así que se sentía relajada.
Mientras compartieron sus hallazgos, Nacho dice:
El regreso fue más agradable, Sofia igual se sostuvo y apoyó en Nacho, pero esta vez pudo mantener los ojos abiertos y disfrutó más del camino, la luz de la noche y el compañero silencioso.
Durante más de un mes, Sofia y Nacho trabajaron incansablemente. Durante el día, cada uno llevaba a cabo sus actividades normales, pero en secreto buscaban nuevas pistas y evidencias. Sofia, consciente de la lentitud de la investigación, intensificó sus controles en el departamento de producción para evitar cualquier cambio en los materiales utilizados. Por las noches, se encontraban y compartían sus avances, trabajando juntos cada detalle. Con el tiempo, ambos se habían acostumbrado a esta rutina, disfrutando no solo del progreso de la investigación, sino también de la compañía mutua mientras cenaban y compartían momentos de camaradería.
Sofía y Nacho cenaban en diferentes restaurantes, pero luego retornaban a "Mar Azul", su guarida. Sin embargo, sin darse cuenta, una noche fueron sorprendidos por alguien que los vio y los siguió. Esto era un riesgo que Sofía no quiso atender; sabía que podrían malinterpretar la situación, pero se sentía tan bien que simplemente lo ignoró.