Prueba Del Destino

CAPÍTULO 7: ENTRE LA REALIDAD Y LA FICCION

Al siguiente día no se reunieron, con excusas, se evadieron mutuamente; les inquietaba cómo debían comportarse. Se habían cruzado en dos ocasiones y solamente se miraron con una sonrisa. Sin acordarlo previamente, deseaban que pareciera que mantenían su relación por fuera de la empresa. Pero quien parecía tener dudas, era el jefe del departamento de Producción, quien comenzó a cuestionarle por unas medidas y abiertamente le preguntó que buscaba, para ayudarle.

Mientras lidiaba con él, Nacho programó un encuentro con los dos exempleados y descubrió que habían renunciado por temor, ya que tenían familias que mantener. Toma sus testimonios y le ofrecen información clave sobre algunos involucrados y donde encontrar otras pruebas. Estaban dispuestos a declarar ante la justicia, si los requerían.

El jueves, Sofía invita a almorzar a Nacho en el restaurante ubicado en diagonal a la empresa, necesitaban convencer a todos de que si estaban saliendo. Se encontraron en la puerta principal; querían aparentar, pero no se atrevían a hablar, y menos a tocarse. Nacho se inclina y le cuenta un chiste, ante lo cual ambos sonríen. Así rompe el hielo y desde afuera parecía que le decía algo bonito.

Surte efecto y Sofía entra en su papel. Ambos son conscientes de que no hay chance de ser correspondidos y ninguno va a malinterpretar las muestras de cariño. Sofía nunca se fijaría en un hombre que no estuviera a su altura y Nacho nunca se interesaría en una mujer. Aceptar esta “realidad” les dio la oportunidad de disfrutar su compañía por el poco tiempo que les quedaba. Al separarse cada uno seguiría su vida y tendrían unos bellos momentos.

Charlaron de banalidades durante el almuerzo, ya que eran objeto de las miradas de otros comensales. Acordaron que esa noche, Nacho la llevaría en moto a su casa para continuar su trabajo. Ya Sofia había superado su temor por las motos, este fue el primer beneficio de esta alianza.

Llegado el momento, terminan su jornada como los demás. Nacho pasa a su oficina y ambos se dirigen al parqueadero. Con especial cuidado, le coloca el casco y la ayuda a subir. Sofía coloca sus manos sobre sus piernas, sin aferrarse como al principio. Nacho mira hacia abajo, y tomando las manos de Sofia, las extiende alrededor de su cuerpo. Inician su partida ante curiosas miradas.

Durante el camino, Sofia estaba nerviosa porque conocería a Leo, sería extraño verlos comportarse amorosamente. En algunas ocasiones lo había escuchado al teléfono, y Nacho siempre se mostraba interesado y preocupado, preguntándole donde y con quién estaba, qué hacía; hasta le llevaba comida.

Esperaba que Leo comprendiera que, en la farsa, solo eran pequeños roces de manos y muestras de caballerosidad, nada de abrazos ni besos. Lo último que quería Sofía era despertar celos o disgustos. Nunca habían hablado con Nacho al respecto, no tocaban aspectos personales; solo había mencionado una vez que no tenía problema por permanecer en la calle hasta altas horas de la noche.

La casa era sencilla y se notaba la ausencia de una presencia femenina, todo estaba decorado de manera minimalista. Sofía se sentía nerviosa mientras observaba su entorno. Acababan de ingresar y esperaba por fin conocer a Leo, pero resultó que no estaba y Nacho no parecía preocuparle.

Continúan trabajando en su investigación de manera concentrada y avanzan considerablemente. Se acerca el tercer avance y Sofía planea informar a su padre sobre la situación y entregarle todo lo recopilado. Deciden posponer la organización y clasificación de la información para la siguiente semana, ya que se acerca el momento de su viaje. Por ahora, deben guardar silencio y contenerse de insultar a los culpables.

Antes de dormir, Sofía reconoce sus sentimientos por Nacho y sabe que nunca antes había experimentado algo similar. Sin embargo, también es consciente de que nunca tendría la posibilidad de ser correspondida y esto le brinda cierta tranquilidad al no tener que tomar decisiones sobre una relación real. Aunque le perturba que en los últimos encuentros fingidos con Nacho haya sentido una conexión genuina entre ellos, sabe que todo es parte de la farsa y se esfuerza por mantenerse en la realidad.

No tardó en aterrizar con otra realidad. Los rumores sobre la supuesta relación entre Sofía y el mecánico de la empresa se habían extendido como un reguero de pólvora. Lo que había comenzado como un simple chisme en la fábrica ahora había llegado a oídos de la alta sociedad de la capital, incluyendo a su familia. La noticia había desconcertado y enfurecido a sus seres queridos, que no podían entender cómo la exitosa y respetada hija de Eduardo Salamanca se había visto envuelta en un escándalo de tal magnitud. Su familia estaba dividida entre la preocupación por su reputación y su estado mental.

  • ¡Sofía! ¡Esto es inaceptable! —exclamó su padre, visiblemente furioso—. No puedo creer que estés involucrada en este escándalo y que te hayas dejado llevar por una relación con un simple mecánico de la empresa. ¡Debes poner fin a esto de inmediato y regresar a casa!

Sofía mantuvo la calma mientras respondía con determinación:

  • Padre, entiendo que estés preocupado, pero las cosas no son como parecen. Te pido que confíes en mí y esperes a la reunión de avance, donde podré explicar todo en detalle.
  • No creo estar preparado para cualquier justificación. Te alejarás de ese hombre, un vividor sin escrúpulos, que se aprovechó de tu ingenuidad. Ya le di orden a Manuel que lo despida inmediatamente y tú vas al aeropuerto y tomas el primer vuelo.
  • Ni ingenua ni tonta, se perfectamente lo que hago. Ya no soy una niña, y te estoy notificando que nos veremos la próxima semana.
  • Y yo te estoy ordenando que abandones todo, me has decepcionado y si aún quieres que te considere como candidata a sucederme, ya sabes que hacer.

Sofía sintió amargura por las palabras de su padre y le dolió su amenaza. Tenía que mantenerse firme, además, cuando conozca la verdad, ya tendrá que retractarse de sus palabras.

  • No, y no es no. Te aseguro padre que vale la pena que me des esta semana -y bajando un poco el tono continúo diciendo-, por favor, confía en mí.




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