Pseudo—escritor

5

Estaba tratando de llevar un patrón con mis escritos, pero por lo visto las anécdotas no 

pidan permiso para... Ocurrir. Así que aquí va: Otra parte a la caja del pseudo-escritor. 

 

"Guionista por media hora"

Eran las 10:55 a.m. Estaba yo cumpliendo mi horario como operador de cámara en el noticiero local, cuando mi jefe me manda un mensaje. Me informó que necesitaba mi ayuda para un spot comercial. Al instante accedí, pensando que se refería a algo relativo a mi labor, como grabar y editar. Sin embargo, el apoyo que me estaba pidiendo era referente a la redacción del promo. 

Me sorprendió. Mi trabajo en esa televisora es completamente técnico, fuera de toda "creación de contenido". Lo que hago se basa en lo que los reporteros escriben; a los de mi nivel no les toca escribir en ningún momento.

Después de enterarme de qué iba la idea, empecé a maquilar algunas ideas en mi mente. Pero mi proceso creativo fue mermado cuando mi jefe dijo que era para las 05:00 p.m. 

«¿¡Quéeeee!? Okey, okey… Se puede hacer en la hora de comida… Respira, respira… ».

Evidentemente, he escrito muchas cosas, aunque muy pocas han salido a la luz; unas siguen en proceso—y así seguirán por mucho tiempo—. Pero jamás había hecho nada parecido a un comercial de televisión; parecía de otro nivel. Sinceramente, siento que los que hacen comerciales conocen un montón de cosas sobre mercadotecnia y la percepción de mensajes. ¿Cómo diablos iba hacer yo, a penas estudiante, un comercial?

En fín, contaban conmigo. Vine a casa, degusté mis alimentos rápidamente y me propuse a escribir. Ideas, ideas, ideas… ¡Despierten! Ya eran las 04:00 p.m., aún no había letras. 

Ideas, ideas, ideas… Comencé a escribir lo primero que venía a mi mente, e inconscientemente sabía que así iba a quedarse debido a la premura. Fluían diálogos al mismo tiempo que mis dedos se movían; respeté los personajes e imaginé las palabras adecuadas para expresar el mensaje deseado. Todo el tiempo me mantuvo completamente inseguro. 

04:39 p.m.: Envío el guión.

«Es una basura de principiante. No les va a servir. Terminarán improvisando otra cosa...»

—Está perfecto, muchas gracias—señaló mi jefe. 

Y aunque me esmeré en mencionarle algunos detalles que, a mi parecer, podían corregirse, insistió en que ese guión se usaría... Pues, me puse feliz; me sentí importante. Solamente me quedó reproducir mi playlist para relajarme y descansar cual Jimmy McGill en su oficina provisional. 

Vuelvo a mi trabajo a las 06:00 p.m., y diviso a uno de los conductores.

—Buenas tardes—exclamé amigablemente.

—Hola, Arturo—contestó Fernando—. Ya quedó todo listo. 

—… ¿De qué hablas?

—Del spot que tú escribiste, ya lo terminamos…

—… ¿Les dijeron que yo lo escribí?

—Ay, ¡pues claro!—Señaló, simpáticamente—. Si salía mal, a alguien teníamos que echarle la culpa. Pero en este caso, salió muy bien, felicidades.

Señoras y señores, esa fue la redacción más productiva que he hecho en toda mi vida. Hay proyectos que llevo años preparando y nunca han acabado en nada. Pero, este guión lo escribí en 39 minutos, y ya lo grabaron. Sinceramente, no sé qué pensar; no sé si existe una reflexión al respecto.

Creo que la industria televisiva es algo diferente; más práctica; se requiere rapidez. Pienso algunas cosas: Tal vez era responsabilidad de mi jefe escribir, y no logró hacerlo a tiempo; quizá por eso me pidió el favor y cualquier cosa venía bien. El caso es… Que hoy escribí algo que próximamente saldrá en la tele, sin así haberlo querido. 

Vaya vida, caprichosa. Enhorabuena, Arturo. 


 



#24544 en Otros
#7516 en Relatos cortos
#3697 en Humor

En el texto hay: bromas, escritores, desahogo

Editado: 01.08.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.