Mi nombre es Brenda. A los doce años comencé a experimentar lo que era enamorarse, pero no fue hasta los diecisiete años en donde todo tuvo comienzo.
Estaba loca por él, y se lo hacía saber de diferentes maneras. Me había creado una historia en mi mente en donde él me correspondía y vivíamos juntos por el resto de nuestras vidas, yo a él le encantaría y no tendría ojos para ninguna otra chica más, pero solo sucedía en mi imaginación. Mi madre se había cansado de tantas veces preguntarme de quién estaba enamorada, yo le respondía que era secreto. «¿Algún compañero de clases o de natación?» Me había preguntado aquella tarde en donde contábamos con la compañía de mi hermano y su mejor amigo. Niego con la cabeza y mi hermano vuelve a insistir «Vamos Brenda, no seas tonta, ¿por qué no lo nos puedes decir?»
«Es Cris, un compañero de clase» Miento observando mis pies colgando y tambaleándose de la silla que ocupo.
Todos lo festejan, incluso Jake a lo hace. Sé que esta contento de que este enamorada de alguien más y no lo haya metido en un lio de adolescente y esta contento porque cree que me he olvidado de él. Pero era la idea, que creyera que lo he olvidado. Pero es solo lo que él cree.
Jake fue el primer chico y el único de quién me he enamorado, es el tipo de chico que cualquiera imaginaría tener. Es apuesto e inteligente y sobre todo me enamore de él por la manera tan dulce, delicada y protectora de que siempre me ha tratado. Es gracioso el pensar que me enamore de él quién es como parte de mi familia, pero una vez escuche que uno no decide de quién enamorarse, sucede solo y ya. Jake es el mejor amigo de mi hermano y me lleva siete años de diferencia, debería ser un problema la edad, pero esto va más allá, el verdadero problema sería de que mi hermano se enterase de que estoy enamorada de su mejor amigo y de que incluso estoy a punto de hacer lo peor por él.
—Estoy enamorada de Jake—Le confieso a Rochi mi prima quien me observa impactada, estamos en esas noches de pijamada en esos momentos de confesión—Y no estoy de broma.
—¿Qué dices Brenda? ¿Cómo vas a estar enamorada de Jake? ¡Es mucho más grande que tú! ¿Sabes que tu hermano te mataría si se entera?
—¡No tiene por qué enterarse!
—¿Y realmente crees que Jake se enamoraría de alguien como tu? No quiero ser mala, pero tu hermano y Jake están para otras cosas, nosotras somos niñas para ellos, jamás se enamorarían de chicas de nuestra edad.
Son las dos de la mañana cuando espero a que Rochi duerma y compruebo que todos en la casa lo hicieran. No sabía como hacerlo, pero sabía que lo haría.
Las lagrimas se apoderan de mi y puedo sentir aquella presión en el pecho, ¿por qué no puedo ser lo perfecta para Jake? ¿Por qué él no puede enamorarse de mi? Es algo que se apodera de mi, me hace tener una presión dentro y querer llorar y llorar de impotencia, de culpa, de rabia porque sé que jamás seré lo perfecta para enamorarlo porque siempre seré Brenda y solamente Brenda la hermana adoptiva pequeña que la vida le ha dado.
Observo la hora desde mi celular y son exactamente las siete de la mañana, lo que quiere decir que se me ha pasado el tiempo mientras lloraba y pataleaba y me culpaba por no ser lo ideal para mi chico ideal.
Me tiemblan las manos mientras rebusco en el armario de el baño algo que me pueda ayudar, y es cuando las veo, en una esquina y parecían brillar, y me hablaban y me decían «Estamos acá, para aliviarte, somos tu solución»
Me siento en el frio suelo del baño apoyando mi espalda en la fría bañera y sabiendo que en poco tiempo mi cuerpo será también así; tan frio como aquel lugar, tan frio como el corazón de Jake. El primer corte va por la chica que observo todos los días a través del espejo, por ser tan horrenda que nadie pueda fijarse en ella. El segundo va por no ser perfecta para Jake y el tercero va por Jake, y el cuarto va por Jake y el quinto va por Jake...
Y cuando quiero hacer un último corte, mis manos no me lo permiten más, no tengo fuerzas y estoy a punto de entrar en pánico por la sangre que recordé mis muñecas y caen hacía las descoloridas baldosas.
Y de repente, ya no siento nada.