Día 1
Tania Maxwell.
Explotó Crepúsculo y con ello, también explotó el amor por los vampiros. Fueron miles y miles, millones de libros, de artículos, series y películas los que vinieron después. Los niños se disfrazaban con colmillos falsos, lentes de contacto y trajes que se asemejaban bastante a la vida gótica de estos seres. Se les escuchaba a las adolescentes suspirar por Jacob, o decorar sus habitaciones con imágenes del propio Edward. De hecho, el impacto fue tal que incluso los adultos mantuvieron un cierto interés reprimido por cualquier cosa que tuviera sangre, muerte y ojos rojos.
Pero así como hubo admiración, también existió el repudio. Personas que se horrorizaban al ver o al escuchar sobre seres de ultratumba o de fantasía, al escuchar sobre seres depravados que divagaban en las calles oscuras en busca de hincarle los dientes a un cuello desprotegido. Lo cierto es que los vampiros estuvieron para todos los gustos. Y si de algo estoy segura, fue que durante aquellas fechas, no hubo ni una sola persona que no supiera qué cosa era un vampiro.
Hay colores, música y luces que van en todas las direcciones. Ella las estaba viendo, tenía las pupilas dilatadas y un sabor dulzón en los labios debido al brandi que se acababa de tomar. Se trataba de una atractiva y poderosa diseñadora de ropa que festejaba el lanzamiento de su última colección. Tania Maxwell era catalogada como una chica extravagante, única y despampanante, una mujer gótica que se aprovechaba de los sucesos con alto impacto para sacar dinero y fama. Sin embargo, cuando la moda de los vampiros explotó, algo en ella gritó que debía sacar el mejor provecho de su vida. Y así lo hizo.
Hace unos días, Tania presentó ante la pasarela de TiemTN una línea completa de doce atuendos, bautizando a la colección como The Fallen, los cuales hacían alusión a las sagas de películas y libros que eran el Bum mundial.
Salió con su mejor amiga, Adeline, en busca de algo de aire. La música y el alcohol ya la habían mareado.
¿A qué me refiero cuando digo que Tania era extravagante? Pues si antes la moda de ahora no existía, Tania ya se había envuelto en ella. Desde pequeña, desde que solo tenía nueve años, la joven niña comenzó a ver las vestimentas Dark como una forma de vida. Pero ojo, que esta moda no era alimentada por las modelos que suelen posar para las fotografías de una revista y engañar al mundo diciendo que ellas son el estereotipo verdadero de una mujer gótica. ¡No! Todo lo contrario.
Tania era diferente, tenía un sentimiento y aura que la hacían ser única. Su forma de vestir fue siempre vista como una amenaza, y hasta si quieren como una blasfemia en contra de las buenas costumbres. Cuando cumplió dieciocho años de edad, la joven acudió con un dentista especializado y le pidió que le recortara los colmillos para que estos terminaran en punta. El especialista lo hizo, y aunque le cobró un ojo de la cara por el trabajo, Tania estuvo realmente contenta con el resultado. Aquella modificación valió cada maldito centavo.
Después de estudiar modismo en la universidad pública de Pensilvania, Tania comenzó a realizar sus primeras creaciones, sin embargo, los padres de la época lo vieron como una calumnia a sus creencias religiosas y decidieron ignorar el nacimiento de aquella peculiar promesa. Pero cuando la moda de los vampiros por fin explotó, solo Tania Maxwell pudo coronarse como la reina del momento. Y lo logró.
Día 2
—Tienes correspondencia —dijo Adeline, entrando a su oficina y lanzando en el escritorio un sinfín de cartas y revistas adornadas con pequeños corazones rojos.
—Los fans jamás se rinden, ¿verdad? —Tania sonrió mientras recogía las cartas y acariciaba los poros del papel.
—Si yo fuera tú, me sentiría preocupada. Muchos de ellos son raros.
—Y a mí me encanta que sean así, Adeline. Yo lo soy, y por eso no me siento excluida, al contrario, ahora estoy en la cima del mundo gracias a eso.
Las dos mujeres se disponían a salir. La vida de Tania se basaba en dar órdenes y ver como sus empleados las cumplían al pie de la letra, cómo las mucamas paseaban por los pasillos, los jardineros emperifollaban los árboles y su ama de llaves, la señora Grace Sendel, comandaba a la perfección todos los movimientos ejecutados allí dentro. Hasta el momento, la señorita Maxwell era dueña de una descomunal residencia llena de lujos y asistentes que limpiaban, cocinaban, podaban y vigilaban. Aunque... algunas veces esta vigilancia solía fallar.
Tania caminaba por el lustroso piso de su residencia con los pies descalzos, las uñas pintadas de negro y sus dos zapatillas de tacón sujetas en una de sus manos, todo mientras su mejor amiga andaba junto a ella. De pronto, ambas mujeres brincaron y gritaron al mismo tiempo cuando un joven, un adolescente de quince años, apareció frente a ellas con el rostro cubierto de maquillaje blanco, un par de colmillos falsos y una túnica negra.
—¿Tú quién eres y cómo demonios conseguiste entrar? —lo cuestionó Adeline, claramente molesta—. ¡Seguridad! ¡Seguridad, saquen a este loco de aquí!
—Espera, Adeline —y aunque Adeline pudiera verlo con desagrado y hastío, Tania no pensaba de la misma manera. Sin dudarlo, se acercó a él y le sonrió con ternura—. Hola, ¿se te ofrece algo?
El rostro del chico reflejó una enorme fascinación.
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Editado: 11.11.2024