Psicosis

Caso 6. Vampiros

Día 1

Tania Maxwell.

Explotó Crepúsculo y con ello el amor hacia los vampiros. Fueron los miles de libros, artículos, series y películas los que vinieron después. Se les podía ver a las niñas disfrazadas en las fechas festivas de muertos con colmillos falsos, lentes de contacto rojos, pelucas y trajes que se asemejaban a la vida de esos seres oscuros. Se les escuchaba a las adolescentes suspirar por Jacob o Edward, e incluso se les miraba a los adultos mantener un cierto interés por cualquier cosa que tuviera sangre, muerte a la luz u ojos rojos y amarillos. Pero así como admiración también hubo repudio. Personas que se horrorizaban al ver o escuchar sobre criaturas mitológicas o de fantasía. Lo cierto es que hubo para muchos gustos; pero si de algo estoy segura fue que, no hay ni una sola persona que no sepa qué es un vampiro.

Hay colores, música y luces que van en todas las direcciones; ni el éxtasis te hace ver tantos colores en movimiento. Ella lo estaba mirando. Una atractiva y poderosa diseñadora de ropa que festejaba el logro de su última colección mostrada a la luz. Tania Maxwell era catalogada como extravagante, única y una mujer oscura que se aprovechaba de los sucesos con alto impacto para sacar dinero. Sin embargo cuando la moda de los vampiros explotó, algo en ella gritaba que sacara el mejor provecho de su vida; y así lo hizo. Hace unos días presentó ante la pasarela de TiemTN una línea completa de doce atuendos bautizando a la colección como «Fallen», los cuales iban referidos a las sagas y libros que eran el Bum mundial.

Salió con su mejor amiga. Adeline, en busca de algo de aire, la música y el alcohol ya la habían mareado.

¿A qué me refiero cuando digo que Tania era extravagante? Pues si antes la moda de ahora no existía.  Tania ya se había envuelto en ella. Desde pequeña, desde que solo tenía nueve años comenzó a ver las vestimentas del dark como una forma de vida, pero no de las modelos que suelen posar para las fotografías de una revista y engañar al mundo que ellas son el estereotipo de una mujer oscura, ¡no! Tania era diferente, tenía un sentimiento y aura que la hacían ser única. Su forma de vestir fue siempre vista como una amenaza. Se había deformado los dos colmillos que el ser humano de por sí tiene por naturaleza. El dentista especial había logrado conseguir que estos quedaran en punta tras recortar trozos del diente, creando en ella un rostro y sonrisa sobrenatural.

Cuando anteriormente había hecho el intento de sacar colección de este tipo, los padres lo vieron como una amenaza hacia la integridad de sus hijos e hijas, pero cuando la moda de los vampiros explotó, solo ella podía coronarse como la reina del momento. Y lo logró.

Día 2

—Tienes correspondencia —dijo Adeline, entrando a su oficina y lanzando en el escritorio un sinfín de cartas y revistas señaladas con docenas de corazones pintados.

—Los fans jamás se rinden, ¿verdad?

—Yo me sentiría preocupada. Muchos de ellos son raros.

—Y a mí me encantan que sean así, Adeline. Yo lo soy y por eso no me siento excluida, al contrario. Ahora estoy en la cima del mundo gracias a eso.

Las dos mujeres se disponían a salir. La vida de Tania se basaba en dar órdenes y ver como sus empleados las cumplían al pie de la letra, como su ama de llaves, Grace Sendel, comandaba a la viva perfección todos los movimientos ocurrentes ahí dentro. Hasta el momento la señorita Maxwell era dueña de una magistral residencia llena de lujos a orillas del mar que se envolvía en seguridad y gente de limpieza… aunque… solo a veces la seguridad solía fallar.

Las dos gritaron. Tanía andaba descalza por el suelo de mármol y llevaba sus zapatos de tacón en la mano, mientras que su mejor amiga los traía ya puestos, cuando un joven, un adolescente más bien, varón y de unos dieciséis años, apareció en su casa con la cara pintada de blanco, colmillos falsos y una túnica negra.

—¿Cómo demonios te colaste? —cuestionó Adeline claramente molesta— ¡Seguridad, saquen a este loco de aquí!

—Tranquila Adeline— el rostro sonriente de Tania se entornó al joven— ¿Se te ofrece algo?

El chico la miró sonriendo. En su rostro hubo una expresión de verdadero asombro y admiración.

—Oh, la grande Tania Maxwell. Debe de saber señora mía que soy un fiel seguidor suyo —le mostró la punta de la capa que vestía—. Esto lo compré en la última colección que sacó de hace unos meses, sigo esperando tener dinero para comprarme la nueva que ha salido hace unos días.

—Extrañoooo —Adeline susurró cantando sobre el hombro de su amiga.

—No puede ser —señaló el joven—. ¿Puedo ver sus colmillos más de cerca? Yo intenté afilarme los míos, pero solo conseguí unas prótesis que se quitan a base de dos o tres años.

Tania estaba maravillada, aquel joven, tenía unos aires divinos y que sin duda eran atractivos —no en mal sentido— para la diseñadora. Ella sonrió.

—¿Contento? Ahora mi querido… eh…

—Zack Dávalos.

—Pues bien mi querido Zack. Nosotras ya vamos de salida y a pesar de que fue un gusto de que te hayas metido a hurtadillas a mi casa, me tengo que ir. También quisiera pedirte un importante favor, no lo vuelvas a hacer. Esta vez tuviste suerte pero para la otra dudo mucho que mis guardias sean tan amables como lo fui yo.




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