Día 22
Adeline entró a la residencia hecha una furia. Llevaba horas intentando hablar por teléfono con Tania y hasta el momento no tenía respuesta alguna. En los estudios de TiemTN, Archie estaba a punto de volverse loco, ya que alguien había hurtado la enorme cruz de madera sintética que utilizarían en la exposición para Donovan.
—¡Tania! —Adeline comenzó a aporrear la puerta—. Tania, ábreme o te juro, te juro que si es otra de tus malditas rabietas de diva, me daré la media vuelta y me largaré. ¡¿Me oíste?! ¡Me iré y que te lleve la fregada a ti a tu maldita colección de chupasangres! ¡Tania! ¿Tania?
La furia de Adeline comenzó a desvanecerse. Un nudo de preocupación flotó sobre su pecho y casi le corta el suministro de aire. Después de tanto grito y golpes, Tania debería haberse despertado, pero la puerta seguía ahí, cerrada y tan silenciosa como la muerte misma.
—¿Tania, estás bien? Amiga, responde, por favor —la mujer intentó girar el pomo, pero la habitación se hallaba cerrada con llave.
Desesperada y nerviosa, Adeline corrió en busca del ama de llaves y exigió abrir la cerradura.
—¿Cree que sea una sobredosis, señorita Adeline? —preguntó la señora Grace Sendel.
—No digas estupideces, Grace. Tania no consume drogas.
Pero apenas la puerta se abrió, una tétrica e inhumana escena quedó frente a ellas. Tania Maxwell estaba muerta. La enorme cruz de madera estaba encima de su gran cama de sábanas oscuras y el cuerpo de la mujer yacía sobre ella como si estuviera crucificada.
—¡Dios mío! —gritó Adeline— ¡Grace, llama a una ambulancia!
La policía arribó a la mansión minutos más tarde. Los peritos se encargaron de fotografiar la escena y recolectar las muestras necesarias antes de que el tiempo y las condiciones del clima eliminaran las evidencias.
Un par de agentes de investigación especial cruzaron la entrada y se dirigieron a la escena del crimen. Se trataba de Elmer Harold y Polly Evans. Al verlos, los peritos al mando comenzaron a dictar todos los elementos que hasta el momento tenían en sus manos.
La puerta había sido cerrada desde adentro, y se pudo encontrar la llave tirada entre la alfombra y uno de los muebles. Por desgracia esta no contenía ni una sola huella dactilar. La ventana estaba abierta y una enorme huella de tenis yacía marcada en el alfeizar. La habitación no había sido saqueada, lo que sin duda descartaba un posible robo. El cuerpo de Tania estaba semidesnudo, tenía los ojos abiertos y unas ostentosas marcas en el cuello que delataban estrangulamiento, sin embargo esto último lo corroboraría la autopsia.
Cabe recalcar que, lo que llamó verdaderamente la atención de todo el personal ahí dentro, fue que por más que buscaron alguna huella que pudiera arrojar a un posible sospechoso, no se pudo hallar ninguna. Quien fuera el orquestador de tan horrible crimen, se había encargado de limpiar el cuarto para eliminar las evidencias.
—Señorita Adeline, soy el agente de investigación Elmer Harold y ella es mi compañera Polly. Como comprenderá, necesito hacerle unas preguntas, ya que fue usted quien encontró el cuerpo.
Adeline no había podido gesticular palabra alguna. La conmoción, desdicha y miedo la habían convertido en un ser callado, temeroso y receloso.
—No entiendo cómo alguien fue capaz de hacerle eso… ¡Ella nunca se metió con nadie!
—Lo entendemos —dijo Polly—, sabemos que la señorita Maxwell había alcanzado una fama monumental, y es por eso mismo que estamos aquí, brindándole toda nuestra ayuda para encontrar al responsable.
Adeline permaneció unos segundos pensativa; con su mano sobre su boca y sus lágrimas empañándole los ojos, fue entonces cuando recordó los casos policiacos que había visto por televisión.
—Agente Harold —la voz le temblaba—, no tengo mala intención sobre lo que voy a decirle, pero… ¿usted cree que un fan sea capaz de cometer semejante acto?
—Señorita, en este momento cualquiera podría ser considerado como sospechoso.
—No quiero que esto suene como una ridiculez.
—Y créame que no lo hará. Si realmente quiere atrapar al asesino de la señorita Maxwell, tiene que decirnos absolutamente todo.
Adeline suspiró. Estaba preparada para contar lo poco o mucho que sabía.
—Hace unos días, después de que la nueva colección fuese lanzada, un chico entró a la casa. Al parecer burló a la seguridad y se presentó frente a Tania pareciendo un vampiro. Era como ver a un loco y yo se lo dije a mi amiga, pero ella no me quiso creer. Su nombre era Zack.
—¿Conoció su apellido?
—Zack… Rá… Dávalos, Zack Dávalos. Dijo que estaría vigilando la casa. ¿Cree que sea peligroso?
—No lo sé, pero me gustaría hacerle una pronta visita. No se preocupe, señorita, nos aseguraremos de encontrar al responsable.
—No sabe cuánto se los agradezco.
Con el paso de las horas, el médico forense a cargo de examinar el cuerpo, pudo hallar escabrosos detalles que no solo conseguían corroborar el homicidio, sino que también sacaban a la luz el terrible odio con el que el responsable había actuado. Tania había sido estrangulada y posteriormente su cuerpo había sido puesto sobre la cruz como si de verdad estuviese crucificada.
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Editado: 11.11.2024