Psicosis

Caso 29. Asfixia (2/3)

Día 22

Las conversaciones se prolongaron durante un par de semanas más, de pronto, Hope se descubrió a sí misma olvidando a ese ex novio que le rompió el corazón, ya que ahora, en lugar de pensarlo y preguntarse por lo que ya no pudo ser, se la pasaba esperando los mensajes de un muchacho atento, lindo, poético y muy respetuoso, pues desde que iniciaron su primera conversación jamás le había hecho ningún comentario obsceno o alguna insinuación. No como otros usuarios a los cuales Hope tuvo que bloquear debido a las fotografías o a los mensajes descarados que le enviaban. Con Kenneth Lawton todo parecía estar bien, hasta que finalmente y después de tres semanas hablando, llegó la propuesta.

«Me gustaría conocerte». Hope se quedó mirando el mensaje y pensando en su siguiente respuesta. Tardó alrededor de veinte minutos en volver a tomar su teléfono y escribir un mensaje rápido y escueto, pero entonces, un nuevo mensaje iluminó la pantalla de notificaciones.

—«No deseo presionarte. Sé que no tenemos mucho tiempo de conocernos, y está bien que desconfíes, solo deseaba decirte mi idea».

—«No es desconfianza» —Hope se apresuró a responder—. «Solo que… me da miedo no ser lo que tú esperas».

—«¿No ser lo que yo espero? No sé a qué te refieres, pero sin duda lo eres. Eres todo lo que imagino y más; eres inteligente, tienes buen gusto para la música, te gusta el arte, las películas y los libros. Desearía poder hablar contigo, una charla frente a frente, ambos sentados en una cafetería y no a través de palabras escritas».

—«Podríamos hacer una videollamada. Si gustas».

—«O podríamos vernos en el centro comercial, en la pizzería».

Hope pensó en el lugar y lo imaginó lleno de personas que subían y bajaban escaleras eléctricas con sus parejas o acompañados de sus hijos. Un centro comercial siempre era una buena opción cuando no deseabas un encuentro solitario.

—«Acepto».

Esa misma noche, Kenneth y ella acordaron la hora y el día. Hope se despidió de él, le deseó una bonita noche y finalmente dejó su móvil sobre la mesita de su habitación. Abajo, sus padres y sus dos hermanos menores la esperaban para cenar. La navidad estaba próxima y pronto la casa se llenaría de deliciosos aromas y luces de colores.

—¿Ocurre algo? —la joven sonrió nerviosa cuando notó que su madre se le quedaba mirando detenidamente.

—Te noto diferente. Ya no estás triste.

Hope se sonrojó.

—Tal vez… ya superé lo que pasó con Jason.

—Me alegra escuchar eso.

—A todos nos alegra—desde la punta de la mesa, su padre también le sonrió.

Hope comenzó a picar los trozos de papa cocida que había sobre su plato, e incluso se imaginó contándole a sus padres sobre la verdadera razón de por qué ya no pensaba ni extrañaba a su ex novio. No obstante, sabía que apenas escucharan de él, querrían conocerlo. ¿Cómo les diría que hasta el momento solo lo conocía a través de mensajes? ¿Cómo les diría que era un par de años más grande que ella? Sin duda, cuanto intentara explicar, ellos terminarían reprobando que Hope lo conociera.

—¿Hope? —su papá le habló—. ¿Te pasa algo?

Pero ella lo negó y después volvió a guardar silencio. En un par de días más se conocería con Kenneth, y entonces decidiría si hablarle a sus padres de él o mantenerlo como un secreto.

Día 25

Era domingo por la mañana y Hope se despertó bastante temprano. Estaba nerviosa y sentía que el estómago le daba vueltas. El día anterior habló con Shelby para que pudiera acompañarla al encuentro, pero esta se disculpó, ya que su madre le había pedido que la acompañara para arreglar un par de documentos.

Después de salir de la ducha, Hope se arregló el cabello, se colocó unos jeans de mezclilla y una blusa azul de manga larga. Mientras se dirigía al centro comercial, pensó en las advertencias de Shelby, pero apenas bajó del autobús, todos sus temores desaparecieron; el lugar estaba repleto de personas y guardias cuidando los escaparates de las tiendas, los adornos de navidad brillaban por todos lados, compradores se apresuraban a adquirir los productos que utilizarían para las cenas venideras, y en el centro, un hermoso pino navideño era decorado con esferas gigantes. Después de todo, con tanta gente alrededor, ¿qué podría salir mal?

Sentada en una de las mesitas de la pizzería, la chica contempló el pasar de las horas. Las personas caminaban de un lado a otro; entrando y saliendo de los locales, pero entre más tiempo pasaba y ella esperaba, Kenneth no apareció. Aburrida y decepcionada, la joven estaba a punto de marcharse, cuando de pronto, la pantalla de su teléfono se iluminó con un mensaje entrante.

—«Disculpa mi demora, el día de ayer tuve un pequeño accidente en la piscina y me lesioné el tobillo. No deseaba cancelar nuestro encuentro así que me puse en marcha, pero como comprenderás, me es un poco difícil conducir en este estado. Estoy en el estacionamiento, apenas pueda salir del auto llegaré a la pizzería. No te desesperes, por favor».

Un enorme sentimiento de culpa la invadió. Hope miró la pantalla de su móvil y después miró la puerta de la pizzería. Pensó en Kenneth y en el enorme esfuerzo que le costaría llegar hasta ella. También pensó en el dulce gesto que el chico tuvo para no cancelar su cita. Y entonces salió.




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