—¡¿Qué vas a hacerme?! —una vez dentro, Hope empezó a llorar.
—Si vuelves a gritar como lo acabas de hacer, tu mayor preocupación dejará de ser tu propia vida. ¿Entendiste?
Jaiden manejó fuera de la ciudad, se abrió camino entre las carreteras más desoladas y se internó en un sendero boscoso lleno de baches y rocas. A duras penas el auto consiguió llegar a su destino; una casa abandonada que parecía provenir del siglo XVII: vieja, descuidada y a la cual le faltaba una parte porque la humedad y los fuertes vientos la habían derrumbado.
Jaiden abrió la puerta y sujetó a Hope del brazo para que bajara del vehículo. Comparada con él, la joven parecía diminuta y escuálida; Jaiden tenía una complexión atlética, era alto y durante sus ratos libres le gustaba practicar calistenia.
—Por favor, prometo no decirle nada a nadie, déjame ir.
—Guarda silencio, o comenzarás a molestarme —el hombre le retiró la blusa, y con la ayuda de su propio cinturón le sujetó las muñecas a la espalda. Después comenzó a desnudarse él también.
Cegado por una excitación que iba en aumento, Jaiden se retiró hasta la última prenda de su cuerpo, las dejó a un lado y regresó a donde Hope miraba el suelo mientras seguía llorando. Agarró a la muchacha de los hombros para recostarla, le retiró toda la ropa y finalmente hizo que se arrodillara. Hope recibió un golpe en la espalda que le hizo irse de bruces, su mejilla encontró la arena del piso y se frotó con ella hasta que pequeñas gotitas de sangre comenzaron a teñir la tierra.
Jaiden abusó sexualmente de ella mientras le flagelaba el trasero y la espalda con una rama seca.
—Mi hermana ¿nunca te habló de sus pérdidas? —entre gemidos y los vaivenes violentos de su cuerpo, Jaiden consiguió la tranquilidad para hablar—. ¿Nunca te habló de sus dos amigas y de nuestra prima desaparecida?
Hope trataba de no ahogarse con el polvo que desprendía su respiración agitada. El dolor pronto pasará, pensó. Por desgracia su agonía estaba lejos de terminar.
—La primera se llamó Janeth Lujan… era una zorrita, y eso que todavía no tenía tantos pelos en las axilas. Cuando Shelby se descuidaba… aprovechaba para sentarse en mis piernas… Le gustaba que le acariciara el trasero.
Hope dejó escapar un fuerte alarido de terror y un segundo después vomitó sobre la tierra. Las palabras de Jaiden eran simplemente repugnantes.
—¡Yo no te hice nada!
—Ellas tampoco —el hombre le retiró los cabellos del rostro—. A la segunda, mi hermana no la conocía… pero la tercera fue una prima nuestra… Y después siguió Rachel Gibson, el verdadero motivo por el cual nos mudamos a esta ciudad… ¿Quieres oír más?
—¡Quiero que me sueltes, maldito bastardo!
Jaiden hizo presión, su cuerpo sobre el cuerpo de la joven hasta que todo terminó y él se terminó vaciando.
—Por favor, déjame ir, mis padres van a estar muy preocupados.
—No te preocupes, te irás muy pronto —el hombre se puso de pie, se limpió los restos de semen con la mano y entonces se alejó.
Hope se quedó tendida en el suelo, llorando y gritando, descargando toda la rabia y la impotencia que sentía. Se maldecía por haberse dejado engañar tan fácilmente, por creer que todo lo que hay en internet es inofensivo por el simple hecho de estar detrás de una pantalla. Por desgracia, ya no había manera de solucionar su fatídico error.
Jaiden regresó unos minutos después, seguía desnudo pero ahora cargaba una veladora y una pesada maleta llena de herramientas y cuerdas. Cogió la ropa de la chica y tras amontonarla en una esquina de la casa, le prendió fuego, después encendió la veladora y la dejó cerca de un montón de piedras para que pudiera iluminar la estancia.
Hope intentó darse la vuelta para ver lo que sucedía, pero lo que vio no le gustó nada. Jaiden se hallaba cavando un enorme agujero en la tierra.
—No le diré nada a tu hermana si es eso lo que te preocupa, dejaré de hablarle y me alejaré de ella, incluso les pediré a mis padres que nos cambiemos de ciudad. Por favor, no me hagas daño, ¡por favor!
Pero el sujeto simplemente la ignoró y siguió con su faena. Le llevó alrededor de una hora terminar de cavar, y cuando todo estaba listo, Jaiden se pasó la mano sobre su pecho desnudo, sintiendo su sudor y su corazón palpitante debido al esfuerzo. Tomó varios trozos de cuerda y se acercó nuevamente a la chica. Remplazó el amarre de su cinturón por una cuerda, después le ató los tobillos y finalmente le colocó una bolsa de tela en la cabeza, asegurándola a su cuello con una cinta delgada.
—¿Quieres irte a casa? ¿Quieres ver y hablar con tus hermanos? —cargó a Hope y la introdujo dentro de la tumba— ¿Sí? ¿Quieres verlos y explicarles lo que hacías en internet?
—¡NO! ¡NO! ¡¿Qué haces?! ¡¿Qué estás haciendo?! ¡Déjame ir! ¡NO! ¡NO! ¡POR FAVOR! ¡POR FAVOR! —sus gritos se volvieron espeluznantes cuando Jaiden comenzó a sepultarla viva.
A lo lejos, muy a lo lejos, en una curva de la carretera desolada que se baña en el principio de la noche, un camión de carga rechinaba sus frenos para continuar su recorrido. El conductor que, preocupado por la joven que intentaba liberarse, se acercó a ella y le preguntó si estaba bien, ahora se alejaba miles de kilómetros, pues debía manejar hacia su siguiente destino y después al siguiente y al siguiente hasta regresar a su casa, junto a su esposa y sus hijos, sin saber que aquella joven que en su momento intentó ayudar, sería vilmente asesinada.
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Editado: 11.11.2024