Psicosis

Caso 30. Mis enemigas las flores (3/3)

Día 12

Brady y Charlotte pensaron que con el cambio de casa las cosas comenzarían a mejorar, pero lejos de hacerlo, todo terminó poniéndose mucho peor. El muchacho renunció a su trabajo en la florería, pues si bien lo adoraba, más temprano que tarde las flores comenzaron a repugnarle. Cada vez que las olía, o el simple hecho de verlas le recordaba el infierno en el que se habían convertido estas dos últimas semanas. Tenía un nombre de quien podría ser la sospechosa, no obstante, la policía le dijo que no podría trabajar ni resolver nada con ello, debido a la enorme cantidad de Naralys que existían en la zona.

Brady tomó medidas desesperadas, cogió su ordenador y comenzó a buscar todos los perfiles existentes que tuvieran el nombre de Naraly, pues aún tenía la esperanza de reconocerla en alguna fotografía y presentarse en la estación de policías para denunciarla. Pero las interminables noches solo lo hicieron cansarse más, tanto estrés e insomnio hicieron que Brady se encontrase en el peor momento de su vida. Comenzó a tener un miedo terrible de salir a la calle o asomarse a la puerta de entrada y encontrar otro maldito ramo de flores esperando por él. En todo ese tiempo, Charlotte fue el sustento tanto económico y moral de su pareja, apoyándolo y consolándole cuando las pesadillas y el miedo lo sobrepasaban.

En el fondo, la mujer sabía que más allá de sentirse acosado, Brady se sentía ignorado, ya que la policía no le estaba prestando el interés necesario, porque según ellos era imposible que una mujer pudiera acosar a un hombre.

Una mañana de jueves, cuando Charlotte salió rumbo a su trabajo y Brady cerró las puertas y ventanas de su nueva casa, el teléfono fijo comenzó a sonar. Con todo el temor procedente de su ser, el joven lo cogió y atendió el llamado. Para su sorpresa se trataba de Valerie.

—No sé qué tanto te agraden estas noticias, pero imaginé que las querrías escuchar.

—¿Qué pasó?

—La mujer que te está molestando tiene una orden de aprensión.

—¿Hablas enserio?

—Lleva días viniéndote a buscar, y cada vez que le repito que tú ya no trabajas aquí, se la pasa gritándome y golpeando el mostrador. Acudí varias veces a denunciarla, pero no me habían hecho caso, no hasta esta mañana. ¡Estrelló su auto contra el local!

—¡¿Qué?! —Brady esbozó un gesto de severa sorpresa.

—Gracias al cielo no hubo heridos y las cámaras lo captaron todo. La policía ya la está buscando.

—Vaya, ya era hora de que por fin hicieran algo.

—No sé cómo vaya a terminar esto, pero cualquier cosa que pase, te mantendré informado.

Y tras despedirse, ambos colgaron. El alivio que Brady sintió, fue una sensación tan maravillosa que nunca antes había experimentado. Se recargó en el respaldo de la silla y cerró los ojos. Todo comenzaría a mejorar a partir de ahora, pero horas después, el teléfono volvió a sonar; Charlotte había sido trasladada al hospital porque alguien le había lanzado ácido.

***

Su nombre verdadero era Jessica Davidson, tenía cuarenta y tres años de edad y una idea totalmente errónea de la verdadera historia que estaba viviendo. Se había obsesionado con Brady a tal punto que de verdad creyó que él y ella tenían una relación, y que tanto Valerie como Charlotte, planeaban separarlos.

Después de varios días en los que acudió a buscar a Brady al local, y Valerie le respondiera que el muchacho ya no laboraba allí, Jessica subió a su auto, se alejó lo suficiente y pisó el acelerador, estrellándose contra el local y causando daños irreparables. Después de huir y abandonar su auto, regresó a su viejo departamento, se vistió con un conjunto deportivo negro, se colocó una gorra de beisbol y se dirigió al supermercado para comprar el ácido con el que más tarde atacaría a Charlotte Kingston.

Aguardó a que la joven saliera del banco en donde trabajaba y se acercó a ella.

—Charlie —le dijo. Sabía todo sobre la vida de su víctima, incluidos los nombres de sus más cercanos. Una clara demostración de que el acosador no conoce ni tiene límites.

Cuando Charlotte se dio la vuelta para encarar a quien le hablaba, el ácido voló hacia ella y aterrizó en gran parte de su brazo derecho. El alarido causado por el dolor fue lo suficientemente fuerte como para atraer la atención de los transeúntes. Estos se movilizaron rápidamente y se acercaron para auxiliar a la mujer que se retorcía de dolor y lloraba mientras su agresora se alejaba.

***

Brady venció su miedo a salir, tomó su vieja bicicleta y se dirigió al hospital. El corazón le palpitaba con una fuerza monstruosa. Al llegar, las enfermeras le informaron que Charlotte se encontraba en el área de urgencias; la quemadura le había abarcado la mayor parte del brazo y los médicos luchaban por salvárselo.

Brady maldijo, pidió que lo asistieran con un tranquilizante y después se sentó en la sala de espera las siguientes cuatro horas. Los padres de Lottie venían en camino y los de él ya se encontraban acompañándolo.

—¿Qué fue lo que sucedió? —la madre del hombre se hallaba conmocionada, y tanta fue su desesperación por saberlo, que Brady terminó quebrándose. Le contó todo, le habló sobre esa desquiciada mujer que había convertido sus vidas en un completo infierno.




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