Todos tenemos el anhelo de encontrar a una persona que nos complemente, nuestra alma gemela como le llaman muchos, nuestro verdadero amor… Pues si usted es una persona afortunada estarás con la persona correcta, caso contrario, bienvenido a mi mundo.
Les contaré un poco sobre mí: un chico de veinte cinco años, con una estatura de ciento setenta y cinco, contextura normal, cabello negro y corto, ojos cafés, cara ovalada, blanco, lampiño y simpático. Las típicas cosas que decimos o escribimos en las apps para conocer personas, pero no soy una de ellas, encerrado en mi mundo, es decir, asocial, amor por los libros, series, ejercicios y permanecer en casa.
Nunca me había llamado la atención de buscar pareja en una app, sino que todo fluya o surja, pero ¡Cómo iba a pasar eso sin tener contacto con otros chicos! Aquí empieza todo, por medio de una red social siempre vamos a conocer personas, pero sólo existirá una que llegará a sentir atracción.
Con un simple “me gusta” en su perfil y ser correspondido con un mensaje típico “Hola, ¿Cómo está?” es un gran paso. Físicamente, el hombre perfecto: ciento setenta y siete de estatura, blanco, acuerpado, barbón, cabello marrón, ojos cafés claro, pequeños labios, pestañas largas-risadas, serio y varonil, un detalle importante, treinta y cinco años ¡Gran diferencia de edad!
La conversación continuaba sobres nuestros pasatiempos: leer, hacer ejercicios, disfrutar del hogar, mascotas, la familia, planes a futuro… Era tan la ilusión que casi todas las actividades se vinculaban creando un mayor interés, la diferencia de edad no era un obstáculo, sin pensarlo los dos empezamos hablar de nuestra boda, nuestra casa, nuestra mascota… Lo han notado “nuestra” fue tan la conexión que ya utilizamos esa palabra y proyectamos cosas, será muy apresurado pensé, pero él sentía lo mismo, es decir, esa chispa que nos unió.
Al transcurrir los días, la comunicación se hizo constante, puedo afirmar que chateábamos todo el día y sólo cuando era la hora de dormir paraba nuestra conversación. ¡Quién lo iba a imaginar! Pero a pesar de eso, él siempre me dejaba uno, dos, o tres mensajes antes que se duerma. Al despertar, revisar el celular, escuchar sus audios de buenos días y los besos que me dejaba. La preocupación constante de saber todo de mí, mi estado de ánimo, mis sentimientos, mi día, todo. Creo que tenía el derecho de volverme loco por él.
Igualmente, yo le correspondía esos detalles y los chats era reconfortables. Conversamos de la idea de presentarle a mi familia, no como novio porque era pronto sino como alguien que estoy conociendo, cosa que le agradó e incluso ya se sentía parte de la familia, conoció a toda mi familia por medio de fotos e incluso ya empezó a utilizar la palabra suegra. Al hablar de su familia, eran muy reservadas y quería mantenerlo en secreto. Nadie sabía de él y mucho menos mi familia sabía de mí, pero con él no me importaría decirles sobre mis gustos y preferencias, en pocas palabras, mi homosexualidad.
Recuerdo que un día, las redes sociales dejaron de funcionar y perdimos contacto, pero no por mucho tiempo porque regresamos a los mensajes por cobrar. ¡A qué no llegamos para mantenernos en contacto! Como estaba trabajando, al momento más oportuno le respondía los mensajes y él de la misma manera, pero era tan el interés que esa conexión seguía intacta. Incluso, ambos comentábamos o justificábamos el porqué de la tardanza en responder un mensaje. Esta etapa me agrada porque es cómo que encontré la pieza que se complementa perfectamente en mi vida.
Retomemos los planes, con el ahorro de nuestros trabajos construir una casa de dos pisos, con un patio, dos mascotas, dividirnos los quehaceres, cocinar juntos y mantenernos en una alimentación saludable. Me comentó que, lo mejor para él va a ser encontrarnos en la puerta de nuestra casa con un beso y decirnos lo mucho que nos extrañamos en el trabajo. No es cursi para mí, es algo que siempre he esperado ¡No quiero que este sueño termine!
Editado: 17.11.2021