Eduar Piar había estado siguendo a Enmily en medio de la oscuridad desde que salió de su casa. Era simple casualidad lo que le hacía seguirla.
Él había escuchado muchas historias del bosque, pero en ese momento ignoró todas esas advertencias y se adentró en el bosque de las ánimas para seguir a esa chica que le causaba tanta intriga.
A medida que avanzaba, el bosque se había más oscuro y tenebroso. Ya ni siquiera sabía en qué lugar se encontraba, y mucho menos sabía cómo volver. Sin embargo, se llenó de valor para seguir el rastro de Enmily. Él suponía que quizás ella estaría en problemas, y necesitaría ayuda en ese lugar tan peligroso.
Fue en ese momento cuando vió a esa extraña criatura esconderse detrás de un árbol.
Eduar Piar casi muere del susto al ver a esa horrible cosa parada frente a él. Lo único que se interponía entre ellos era un viejo roble muy alto.
Esas cosas tenía forma humana, pero eran mucho más altas, y con piel totalmente blanca. Sus huesos podían verse fácilmente, como que si su esqueleto era mucho más grande que su piel. Esas cosas quizás en algún momento fueron una persona, pero ahora eran monstruos horribles que se escondían detrás de los árboles.
Eduar no tardó en darse cuenta que habían muchas más de esas cosas acercándose a él.
Así que comenzó a correr en cualquier dirección. Su corazón estaba muy acelerado y su respiración se dificultaba por el miedo. A dónde quiera que veía, estaban esas horribles cosas. Comenzó a gritar de forma desesperada pidiendo ayuda, pero, era el bosque de las ánimas. Nadie se atrevía a entrar en ese lugar durante la noche.
Eduar Piar tropezó con la rama de un árbol y cayó al suelo perdiendo el conocimiento de inmediato mientras esas cosas se acercaban a él.
Al despertar, se encontró dentro de una pequeña cueva en donde habían un par de velas encendidas justo en la entrada, y Enmily estaba haciendo una especie de dibujo en la tierra con una rama.
—¿Qué hago aquí?—, preguntó Eduar Piar.
—Te encontré en medio del bosque. Las ánimas estaban a punto de devorar tu alma—, explicó ella sin voltear mientras seguía dibujando.
Eduar se levantó un poco con dificultad y vió que Enmily dibujaba la estrella del diablo en la tierra frente a esas velas encendidas.
—¡Brujería!—, gritó Eduar totalmente espantando y pegó su espalda contra la pared de aquella pequeña cueva.
—¿Me vas a acusar con el inquisidor?—, preguntó Enmily cabizbaja y resignada.
Eduar Piar solamente guardó silencio. No sabía que decir.
—Gracias a este ritual es que seguimos con vida en medio del bosque de las ánimas durante la noche.
—¿Cómo puedes saber eso?
—Esas ánimas solo son los espíritus llenos de odio de las personas que fueron quemadas en las hogueras. Caminan errantes y llenos de odio por lo que le pasó. Por eso se alimentan del alma de las demás personas—, explicó.
—¿Y si sabes todo eso? ¿Qué haces aquí?—, preguntó Eduar Piar.
—Creí que podría encontrar comida durante la noche, pero, me equivoqué—, dijo con pesar.
—Es cierto. Oxlander está pasando por una hambruna despiadada.
—¿Vas a acusarme?—, preguntó Enmily una vez más.
—No. No, lo haré. Al contrario, estoy agradecido por salvarme la vida.
—Cuando amanezca podremos irnos.
La luz de las velas en medio de la oscuridad total hacía que solo se pudiera ver la piel amarillenta de ambos.
—¿Cómo sabes todo eso?—, preguntó Eduar intrigado.
—Mi madre fue una gran hechicera, pero.. fue quemada—, dijo Enmily con pesar.
Eduar Piar se quedó en silencio. No sabía que pensar. Estaba frente a una verdadera bruja, e hija de bruja, mientras que ese día había muerto una señora inocente.
—Yo puedo darte algo de comida para tí y tu familia—, dijo Eduar.
—Eres el escritor que vino con el inquisidor, ¿cómo puedo confiar en tí?
—Venímos del mismo lugar, pero yo no soy igual a él—, confesó.
—Mi familia morirá de hambre si no consigo alimentos—, dijo Enmily.
—Confía en mí.
—¿Escribirás ésto en tus libros?
—¿Has leído alguno de mis libros?—, preguntó Eduar.
—Solamente he leído un libro en mi vida—, respondió con vergüenza.
—¿Cuál?
—La biblia...
Luego de un segundo de silencio incómodo, ambos comenzaron a reír en medio de la oscuridad mientras que la débil luz de las velas iluminaba ligeramente sus rostros.
Cuando finalmente la oscuridad se fué, ambos volvieron a casa. Eduar con la inspiración perfecta para su siguiente libro, y Enmily con la duda de si Eduar cumpliría su palabra o no.
Sin embargo, antes de que saliera el sol, y antes de que las personas comenzaran a salir de sus casas, Enmily notó que alguien había dejado un saco frente a la madera floja de su casa, por donde ella siempre escapaba.
En el saco había comida suficiente para una semana. También había un libro con la autoría de Eduar Piar, y una nota que decía "todas las semanas habrá más comida y más libros. Tu secreto está a salvo conmigo"