Sangre escurre por la herida hecha con la navaja que tengo en mi mano derecha, su rostro de dolor me hizo sentir una satisfacción que nunca había sentido, se sintió tan bien, que me da miedo.
En qué momento pasó todo esto, hace menos de diez minutos estábamos bien, charlando normal, pero de un momento a otro estamos en esta situación.
Me asusta esta escena, pero a la vez me llena de una hermosa felicidad. No se me cruza ningún pensamiento por mi mente, solo tengo la imagen de su mueca de dolor y mis ojos no dejan de mirar su sangre, su hermosa sangre que me atrae, que silenciosamente mientras va bajando por su abdomen, me llama, me pide que me acerque.
Mis nervios están de punta, mi corazón está acelerado, mis manos tiemblan y sudan, mi estómago está revuelto, siento náuseas, siento que en cualquier momento voy a vomitar y hago arcadas. Me asalta un mareo, un horrible mareo donde todo a mi alrededor se empieza a mover y siento como si estuviera a punto de caerme. Todo se vuelve borroso y desesperadamente busco apoyarme en algo pero al parecer no hay nada. Poco a poco se va yendo el mareo y mi vista empieza a normalizarse, tiempo que parece una eternidad.
No puedo moverme, mis piernas no responden, es como si se hubieran congelado, no siento siquiera tenerlas. Nada más puedo mover mis ojos, estoy estática en mi lugar viendo como este hombre que tengo enfrente poco a poco se va muriendo. Y aunque debería de sentirme mal, disfruto estar presente y ser esa última persona que verán sus ojos.
Fue tan fácil apuñalarlo y matarlo, que siento que podría volver a hacerlo sin ningún problema, lo único es que tendría que planearlo mejor para no ser vista.
Salgo de mi trance al sentir un grito que parece ser de una mujer, volteo bruscamente buscando a la persona y me encuentro a una señora mirando asustada con los ojos bien abiertos lo que tengo en mi mano y la herida del hombre. Corre una vez siente mi mirada sobre ella.
Al igual que ella, corro, guardando la navaja en mi bolsillo, dejando al señor tirado en ese frío suelo lleno de tierra y mugre. Corro no sé a dónde, solo quiero perderme de este lugar antes de que llegue la policía.
Es un suerte que en este barrio se vea este tipo de cosas, es una suerte que esto haya pasado justo aquí, en una zona donde asesinan casi a diario, donde la policía por miedo nunca llega, solo cuando es de mucha urgencia como lo es seguramente esta escena que yo hice. Pero no investigan lo suficiente como para dar con alguna pista por miedo a ser asesinados, dejando siempre los casos impunes sin ningún culpable.
Es una maldita suerte, pero aún así me encuentro corriendo, porque es un muerto, porque es una persona que no mató alguna pandilla, no, eso lo hice yo.
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