Te encontré cuando menos lo esperaba, te ví a lo lejos, esperándome tranquilo sentado en una banca, sin percatarte que estaba a unos pasos de distancia.
Se sentía tan bien estar a tu lado, que no me hallaba, me sentía flotando entre un mundo donde la realidad no existía, donde todo era diferente y ya no había en mi esa oscuridad que me invade y me aleja de todo.
Fue tan duro alejarme de ti, de mi escape, que no pude soportarlo, no supe qué hacer. Lo siento, de nuevo lo arruiné y quiero suplicarte que me perdones, dónde quiera que estés...
Tus besos, eran dulces caricias que me transportaban a lugares en donde lo que reinaba era la imaginación y el sentimiento que sentía por tí. No quise hacerlo, lo juro, eras mi salvación, eras mi dios.
Tus abrazos eran como mantitas que calentaban mi corazón, aún sueño con tus abrazos, aún suspiro y ruego que vuelvan, pero es algo que es imposible. Era tan feliz, que no supe sobrellevarlo, que no pude controlarme, se me salió de las manos.
Pero algo si te aseguro, que no te olvidaré y guardaré nuestros recuerdos en la parte más importante de mi corazón, para siempre recordarte y mantenerte vivo en mí.