Me alejo de él y camino unos pasos hacia atrás, sin dejar de mirarlo. Le dedico una suave sonrisa, tratando de ser simpática, pero él, solo me dedica una mueca de dolor. Que grosero.
- ¿Por qué? - pregunta con la poca voz que le queda, tan despacio y ronca, que de cosa pude oírlo.
- De qué o que - me hago la tonta mientras veo embelesada como se desliza por su mentón una gota de sangre mezclada con saliva.
- ¿Por qué me haces esto? - reclama en una voz llena de dolor, rayando la agonía
- ¿Por qué te haces el tonto? - se me borra la sonrisa y le dedico una mueca de disgusto y asco - la respuesta está en los secretos que guardas - me acerco de nuevo a él y este empieza a temblar a la vez que me mira con miedo - tranquilo, ya casi acabamos - digo en un tono de voz que trata de sonar tranquilizador mientras me agacho ante él y le acaricio el rostro. Cuando lo toco, es como si en mis manos hubiera una corriente porque empieza a convulsionar - shhh - acerco mi rostro al suyo y lamo su mentón.
Me separo y cojo una navaja que está a mi lado y le corto el cuello. Me levanto y camino hacia fuera del lugar, donde está una carretilla en donde pienso llevarlo para después enterrarlo en el hueco que está a una larga distancia de aquí.
Una vez enterrado el cuerpo, me baño, me pongo ropa limpia y salgo de regreso a mi casa, donde me debe de estar esperando mi gato.