Ira, con solo ver sus ojos cerrados, siento como me hierve la sangre, me pican las manos, el pulso lo siento tras mis orejas y al no poder hacer nada, me provoca reventarle una silla contra su cabeza a ver si así por lo menos los abre para dedicarme una última mirada.
- ¡¿Por qué?!, ¡MALDITO! - me levanto de la silla en la que estaba sentada y la sostengo con mis manos para después estrellarsela en la cabeza varias veces, buscando desesperadamente que abra sus ojos, que reaccione, que sus músculos sufran siquiera un espasmo. Pero lo que logro es romperle la cabeza dejando a la vista su cerebro sin ningún tipo de reacción de su cuerpo.
La rabia que siento aún no cesa, aún siento el pulso detrás de mis orejas, pero cada vez más fuerte, sintiendo que se me reventará las venas por lo fuerte que fluye la sangre.
Ese bastardo no aguantó nada, por qué tuvo que desmayarse y no volver a despertar?, Por qué carajos!. Él merecía sufrir más, tenía que soportar más
- ¡Tenía que soportar más! - llevo mis manos temblorosas a mis cabellos y los jalo tan fuerte que siento que la cabeza se me explotará del dolor.
No se lo perdonaré, no merece siquiera que lo entierre entero. Esto lo pagará aunque no esté vivo, me vale, me importa una mierda, pero por lo menos no quedará restos de él, ni un pequeño vello de su cuerpo.
Arrastro su cuerpo agarrándolo de sus pies con mucha dificultad ya que es un hombre grande, con buen músculo y grasa. Lo arrastro mientras dejo una gran mancha de sangre, sangre que sale prácticamente de todo su cuerpo, debido a las grandes heridas ocasionadas por varios objetos y sustancias, desde cuchillos, hasta ácido. Son tantas las heridas, que al verlo una persona normal, se desmayaría al instante, pero no sin antes haber pegado un grito de terror puro.
Es que ni siquiera se logra ver una área de piel que no esté con algún tipo de herida.
Lo quemaré...