- JAKE -
No sabía quién había exhalado más fuerte, si Fanny o todos los que estábamos rodeándola. Durante toda la historia me había mantenido de lo más absorto en cada una de sus palabras, imaginándomela sufriendo, palpando cada gota de dolor. Ella parecía en un trance hasta acabar y cuando lo hizo se paró conmocionada, miró a su alrededor identificando el lugar como si sus palabras la hubieran llevado al lugar de sus recuerdos, viviendo cada memoria otra vez. Eso me hizo temblar al igual que ella lo estaba, no por el frío más bien por el dolor y el sufrimiento que debe de tener en estos momentos adentro de ella. Uno del cual no puedo ni imaginarme y aun así siento lástima. Quería ir y abrazarla al sentir su mirada tan perturbada pero de pronto ella ya estaba recuperada y caminaba lenta, pero segura, hacia la señora Persy.
— ¿Qué me hiciste?
— ¿Quieres saber tu verdad? — Pregunta ella a cambio — Levanta una carta.
Ella esparció el maso de cartas que tenía en su mano, eran de un color rojo llamativo y estaban decoradas con dibujos tribales en plateado. Fanny tomó una sin mucha paciencia y la miró, no pareció entenderla y fue por eso por lo que la tiró dada vuelta en la mesa de nuevo. La señora observó la carta y sonrió, no parecía sorprendida.
— Para un muerto esta carta es algo de lo más común, para los vivos significan solo desgracias — Extendió su mano hacia Fanny mientras se levantaba de su sillón individual, ella la tomó con cautela y en cuanto apenas hubo el más leve roce la señora Persy retiró su mano rápidamente y se volvió a sentar — Deberías ser una dama de blanco, esto no tiene el más mínimo sentido. Hay alguien o algo que decidió otro destino para tu alma. Uno que no todos obtienen.
Me paré y me acerqué por detrás de Fanny, al mirar la carta vi el dibujo tan bien hecho de la muerte. Fanny se alejó de mí hacia la ventana que se encontraba a un lado de los sillones y yo tomé la misma carta de ella para mirarla con más cautela.
— No todas las personas evaden la muerte tan fácil chico, estoy segura de que volverán por ti.
— ¿Cuánto de segura? — Pregunté, estoy vivo después de todo. Tal vez el responderle tan altaneramente era solo una máscara para ocultar el miedo, un miedo a morir.
— Tomaste esa carta en vez de otra.
— Solo porque quería verla.
Ella sonrió sarcástica.
— La carta te llamó, a todos les llega la hora alguna vez. No deberías tener miedo. Puede ser mañana, puede ser en muchos años.
Dejé la carta sobre la mesa al igual que Fanny lo había hecho mientras la señora me escrutaba con la mirada. No podía ser verdad, sobre todo me incomodaba el hecho de que sepa que estuve muerto un tiempo ¿Acaso Megan le había contado esa parte también? De seguro era así y solo estaba tomando los hechos a su antojo.
— Deberíamos irnos — Habló Fanny finalmente, rompiendo el silencio tenso de la sala.
— Señorita Megan — Dijo la señora Persy mientras se levantaba a abrirnos, todos pasamos por el marco de la puerta hacia el exterior hasta que la rubia se detuvo, última, para escuchar a la mujer — No solo los muertos necesitan ayuda.
Y eso fue todo, la puerta se cerró de golpe y todos saltamos en un respingo. Que mujer más rara. Dylan tomó la llave de las manos de Megan y subió al auto sin decir ninguna palabra, estaba extrañamente callado y su mirada parecía perdida. Nos condujo directamente al colegio, Megan salió corriendo a su clase en cuanto el auto paró y nosotros nos dirigimos a casa para dejar a Fanny. Cuando Dylan apagó el vehículo y Fanny estuvo dentro de la casa, salió conmigo. Nos quedamos sentados sobre el capó por un par de minutos sin decir absolutamente nada.
Él sacó un paquete de cigarrillos del bolsillo y comenzó a fumar, me pasó la caja invitándome pero me negué.
— A todos nos llega la muerte ¿No? — Rio amargamente de su mismo chiste — Esa mujer está pirada.
— El único pirado aquí eres tú — Lo miré y observé como le daba una calada al cigarrillo — Desde que viniste es la primera vez que te veo fumar, pensé que lo habías dejado.
— Si, yo también — Dejó el humo salir de sus labios e hizo una mueca, tiró el cigarrillo a medio fumar al suelo y lo pisó para luego tomar la caja y lanzarla lejos de nosotros. Me reí, mi amigo estaba completamente desquiciado — La última vez que lo hice fue cuando estaba de camino hacia aquí, me tenías realmente preocupado. Luego vino Megan con su actitud altanera y su forma de mirar a través de ti y me prometí que la tendría, pero para eso debía merecerme.
— ¿Qué pasó? Entre tú y ella — Tenía la curiosidad de saberlo desde hacía un buen rato pero él solo hizo una breve mueca y negó con la cabeza.
— Debes explicarme algo — Habló en un tono demasiado bajo pero solo para que yo, a su lado, escuche — ¿Qué trataba de esconder el padre de Fanny? — Lo miré sin entender — Ya sabes, cuando Fanny dijo que quiso callarla ¿Pero de qué? Si él quiso callarla es porque ella tenía algún confidente. El profesor podría ser pero no creo que le haya dicho nada, la última vez parecía lo bastante sincero para no ocultarnos nada — Me paré y lo miré de frente, sus manos estaban en los bolsillos de su jean y la mirada perdida en la lejanía le daba un toque más inteligente. Nunca pensé que diría algo así de Dylan — Entonces, nos hace falta algo más...
— ¿Alguien más como un mejor amigo? — Pregunté siendo la única persona que se me ocurría con la confianza para guardar algún secreto.
— ¡Exacto! — El aplaudió asustándome y fue corriendo hacia la casa de en frente para tocar la puerta repetidamente — ¡Señora Backs! ¡Lorena Backs!
Yo miraba hacia ambos lados algo avergonzado, no tenía idea de qué locura se le podría haber plantado a Dyl en la cabeza. Y la verdad era que no me reconfortaba mucho la idea de querer saberlo. Así que esperé por la señora Backs que gritaba que pararan de golpear de una vez por todas y la puerta se abrió.
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Editado: 05.08.2020