- FANNY -
— ¡Tía! — Sonrió plenamente Jake que caminó hasta pasar a Dylan y abrazó a la mujer de pelo enrulado rojo.
Ella le sonrió y abrazó efusivamente mientras la cara desaprobatoria del padre de Jake se hacía notar, en vano. La madre de Dylan no era más que una mujer de piel blanca, cabello teñido y un sin fin de abrazos por dar. Comenzó a revolverle el pelo a Jake mientras le gritaba a su marido cuanto había crecido desde que se habían ido. Ninguno hizo comentario alguno sobre el accidente y mucho menos sobre el motivo de ellos aquí.
Finalmente, después de mucho escándalo, los padres de Dylan dejaron de sonreír para optar por una cara furiosa y decepcionada.
— ¡Muchacho! Te dijimos que te quedaras fuera de líos mientras estas con tus tíos — Habló su padre — Esa fue la condición, ahora tu madre está muy preocupada ¡¿La cárcel?! ¿Qué es lo que hiciste?
— Lo siento tío George — Se disculpó Jake al ver que Dylan no podía mediar palabra — Fue mi culpa, yo le dije que me acompañe.
— Eso no puede ser cierto — Negó él.
La madre de Dylan rompió finalmente en llanto haciendo que todos en la sala nos quedáramos sin habla, parecía una niña pequeña a la que le habían arrebatado a su juguete y volvía a reencontrarse con él después de tanto tiempo. Caminó rápidamente y abrazó a Dylan con fuerza, él se quedó estático en su lugar, con sus brazos aprisionados por su madre. Intentó reconfortarla con un par de palmadas en su espalda, pero no había caso.
— Geraldine — El señor George tosió un par de veces algo avergonzado — Amor, vamos. El chico está bien.
— Te he extrañado mucho terroncito — Geraldine tomó a Dylan por los cachetes haciendo que se vuelvan rojos por la presión y la vergüenza — ¿Por qué nunca respondes mis llamadas? Tengo que hablar con Tina para saber de ti ¡Eso no está bien!
El muchacho sonrió levemente y se encogió de hombros sin signo alguno de querer responder a sus preguntas ni mucho menos de seguir en su presencia cuando todo el mundo alrededor lo estaba viendo. Finalmente, el padre de Jake lo salvó rodeando a Dylan con un brazo sobre los hombros y pidiéndole a sus padres que los acompañaran a un lugar más privado. Todos volvieron a la sala donde antes se encontraban, Jake hizo más lento su camino para quedarse a mi lado mientras avanzábamos. Los chicos volvieron a sentarse y antes de que cerraran la puerta pude ver la figura de dos mujeres rubias, Megan y su madre. No parecían estar enfrascadas en ninguna pelea. Más bien la señora Smith parecía como que si encontrar a su hija en una comisaría a la noche fuera cosa de todos los días.
Y quién lo diría, si era cierto.
— ¿Puede alguien explicarme qué tienen en la cabeza? — Preguntó el padre de Dylan.
— Como si no me hubiera hecho esa pregunta ya... — Balbuceó su hijo.
No pude resistir sonreír, Jake bajó su cabeza para que no lo vieran hacer lo mismo. El señor Maxwell solamente los miró con cara de pocos amigos y tomó a Geraldine por los hombros.
— Tranquilos, son travesuras de niños — Intentó tranquilizarlos, por suerte había dejado todo mi tema atrás — Ustedes saben cómo son juntos, quisieron una aventura como las que siempre tuvieron en Lake Placid. Y eso le agregamos que esta chica... La señorita Smith, suele meterse en líos así de insignificantes por el periódico escolar...
— No fue culpa de Megan — La defendió Dylan.
Sorprendentemente él parecía cambiar totalmente su actitud cuando ella no estaba. Y no era la única que se había dado cuenta, Jake lo observó brevemente por el rabillo de su ojo.
— No, claro que no. Cada uno toma sus propias decisiones.
— Pero eso no significa que otros lo puedan alentar — Rezongó Geraldine — Mi terroncito de amor no puede ir por ahí conociendo gente así, él tiene un gran futuro.
Dylan puso sus manos sobre su cara y suspiró irritado. Se paró sobresaltando a todos y caminó hasta estar a la par del señor Maxwell, extendió sus manos hasta él y le habló.
— ¿Me detendrás o puedo irme a casa?
Hubo un breve silencio en el que ninguno habló hasta que Oliver puso la mano sobre su hombro y negó con su cabeza.
— Sabes perfectamente que no pasarás la noche aquí hijo.
— No, él debería — Interrumpió George — Así aprende la lección.
— ¿Acaso te estas escuchando George? ¿Que tu hijo pase la noche en una prisión? — Gritó escandalizada Geraldine — Claro que no... Con todos esos reclusos, los vándalos. Él volverá a casa con nosotros.
— Espera ¿Qué? — Saltó Jake, se levantó de su silla y observó a su tía — Querrán decir mi casa.
— Claro que no muchacho, él ya tuvo suficiente. Si quería quedarse tendría que habérselo ganado portándose bien.
— Prefiero la noche en prisión — Murmuró Dyl.
— ¡Oh por favor! — Jake alzó sus brazos — Como si ustedes dos hubieran sido santos de pequeños ¿Y todas esas historias que la tía me ha contado qué? ¿Cuántas veces visitaron la comisaría? ¿Eh?
Tanto George como Oliver se quedaron mudos y pudo verse en sus cachetes un leve color rojizo signo de la vergüenza y el arrepentimiento. George miró acusador a Geraldine que se mantenía mirando el techo y alisando su ropa como si no hubiera escuchado nada, como si no tuviera la culpa de nada. Entonces Oliver se sonó la garganta y juntó sus palmas.
— Todos nos iremos a casa esta noche, ya veremos por la mañana qué hacer — Caminó hacia la puerta — Ha sido un día largo y agotador, ustedes deben estar cansados del viaje. Vamos.
— Tienes razón, aún tenemos el equipaje en el auto — Contestó conveniente George mientras lo seguía.
— Dylan, hijo mío, quédate tranquilo que intentaré hacer que te quedes — Geraldine sonrió y guiñó uno de sus ojos mientras coquetamente salía por la puerta.
Jake suspiró al mismo tiempo que lo hizo Dylan. Este último con más fastidio que alivio. Me acerqué a Jake y estiré una de mis manos hacia la suya, su contacto me reconfortó al instante. Al menos él siempre podría verme como si fuera una persona más allí, sería una humana común y corriente con él. Olvidando todo el lío que era mi vida, claro está.
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Editado: 05.08.2020