- JAKE -
— ¡Te lo dije Oliver! — Gritó mamá, diario en mano — Te dije que era ella ¿En qué rayos se están metiendo? ¿Se creen muy graciosos? Esto es una de muy mal gusto jovencito.
Mamá zarandeaba uno de sus brazos y cuando terminó de hablar los posicionó en forma de jarra a cada lado de su cadera. Esa era la pose típica de una Tina Maxwell enojada.
— Mamá, puedo explicarlo — Dije, cerrando la puerta para que sus gritos no llegaran a oídos ajenos.
— ¿Qué me van a explicar? ¡Está viva! Todo el mundo piensa que no, cuando vino a casa esa vez no creí ver a una muchacha tan desubicada y atrevida.
Fanny jadeó a mi lado, estaba seguro de que nunca nadie la había visto de tal forma en toda su vida y muerte. Mamá no sabía lo que decía, no entendía la situación por completo, sus palabras salían por creer que nos estábamos metiendo en líos otra vez. Lo entendía.
— Tina, amor, debes calmarte — Volvió a intentar papá del otro lado del escritorio.
— ¡Oh claro que no me calmaré! — Ella gritó — Sabía que tenía su cara de algún lado, volviendo a ver unos archivos y periódicos viejos en el trabajo lo encontré.
Ella tiró el diario con fuerza sobre el escritorio, tuve que dar unos pasos para ver la tapa. Estaba la imagen de la Fanny Courtney con un gran titular que presentaba su suicidio, no tenía que fijarme la fecha para saber de cuándo era ese periódico. Databa de cuando Fanny había muerto.
Suspiré y observé a papá con ganas, él tenía que sacarnos de esto de alguna manera. No había forma para que mamá me creyera a mí toda esta locura, no cuando ahora era prácticamente imposible de probar. No creía que Fanny pudiera volver a mover objetos tan fácilmente como cuando lo hacía estando en su fantasmagórica forma invisible.
Papá me devolvió la mirada, levantando cejas y hombros como diciendo ¿Qué quieres que haga yo? Bufé. Moví mi cabeza en dirección a mamá, él debía ser el que hable con ella no yo. Por la forma que sacudió la suya fue un rotundo no.
— Entonces ¿Qué piensan decir? ¿Acaso tú sabías sobre esto Oliver Maxwell? — Mamá acusó a papá.
Oh no, cuando mamá comenzaba con los nombres completos es cuando se venía una guerra mundial en nuestra propia casa.
— Mamá, tienes que escucharnos.
— ¡Entonces él lo sabía! — Me interrumpió, cerré mis ojos un momento frustrado — ¿Cómo puedes seguirle el juego? ¡Eres un adulto! Ya estás mayorcito para estas bromas, más con el puesto que tienes en la jefatura.
— ¡Mamá! — Grité desesperado por su atención — Nosotros vamos a explicarte todo, pero tienes que sentarte y calmarte.
Tomé una de las sillas y la arrastré en su dirección solo unos centímetros, como invitándola a que lo hiciera. Ella suspiró y negó con su cabeza, más que una negativa fue como si no creyera lo que estaba a punto de hacer. Se sentó con los brazos cruzados y mirándonos de hito en hito a cada uno, menos a Fanny.
Miré a la muchacha atrás mío, parecía preferir quedarse en su lugar lejos de mi madre. Bueno, papá también parecía bastante cómodo en la seguridad tras el escritorio. Así que tuve que sentarme, acercándome para estar justo frente a ella, y comenzar con la explicación.
— No te estamos mintiendo y sabes perfectamente que papá no nos dejaría hacer algo como eso, así como así. Hay una muy buena explicación, pero debes tener tu mente abierta. Debes escuchar las cosas que tenemos para decirte, papá puede evidenciar un par inclusive por si no nos crees.
Ella alzó una ceja, aún con clara reticencia por la situación. Miró a papá en busca de, tal vez, aprobación de mis palabras.
— Jake tiene razón, cariño. Lo he visto y yo le creo.
— ¿Qué es lo que crees? — Preguntó mamá.
Tomé aire, intenté organizar mis ideas y cuando estuve a punto de explicarle todo, fui interrumpido por las bombillas de la habitación que comenzaron a titilar. Miramos todos al techo y rápidamente observé a Fanny.
Sus ojos estaban cerrados, manos juntas. Los nudillos estaban rojizos, piel blanca, estaba haciendo fuerza en su agarre. La ventana detrás del escritorio se abrió de golpe, enviando una ráfaga por la habitación que hizo volar un par de papeles.
El lacio y castaño cabello de Fanny se agitó momentáneamente, ella abrió sus ojos y todo paró.
Lo hizo, ella lo había hecho.
— ¿Qué ha sido eso? — Mamá fruncía su ceño, miró en dirección a Fanny — ¿Qué le ocurre?
No entendí a lo que se refería, la muchacha a un costado de la habitación estaba tal cual la veía siempre.
— ¿Qué le está pasando Jaky? — Preguntó papá.
— ¿A qué se refieren? — Traté de que en mi voz no se notara el nerviosismo.
— ¡Está desapareciendo! — Gritó histérica mamá.
Volví a posar mi vista en Fanny, ella miró sus manos y luego hacia mí negando con su cabeza. Yo tampoco veía absolutamente nada. Pero me paré y fui directo a sostener sus manos, se sentían tal cual lo hacían siempre. No había nada diferente, ni en sus ojos ni en su cuerpo. Todo estaba igual.
— ¿La siguen viendo? — Les pregunté.
Mamá estaba pálida sentada en su silla, tomando los apoyabrazos con sus manos como si su vida dependiera de ello.
— Es como si estuviera a punto de desaparecer, se mantiene algo traslúcida — Explicó papá con calma.
Miré a mamá que mantenía sus ojos fijos en la muchacha, fui hasta ella tomándola de los brazos y arrodillándome frente a ella. Traté de que me mirara a mí.
— ¿Ahora lo entiendes? Ella no está viva mamá, sé que es una locura. A papá también le costó bastante, pero… Es la verdad. La más pura y absoluta verdad.
Mi voz salió tranquila, intentando darle toda mi seguridad con mi tono de voz. Tratando de que se calmara y comenzara a pensar coherentemente. Que uniera cabos, que lo entendiera.
Bajé mis manos de sus brazos hasta las suyas, hice que dejara de aferrarse a la silla y tomé sus dedos temblorosos. Su barbilla temblaba y volvía sus ojos de mí hacia el fantasma atrás mío.
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Editado: 05.08.2020