- FANNY -
Dylan dobló una cuadra antes de Sunkist, sobre Rainbow Avenue. Estacionó el auto y nos aseguramos de que mi cuerpo no estuviera desapareciendo nuevamente y mi capucha esté bien fija en su lugar, ocultando mi rostro.
Bajamos del auto y los cuatro caminamos silenciosamente, intentando pasar desapercibidos en el tranquilo vecindario. Algunos autos pasaban por Kenilworth Boulevard, una señora se mantenía regando su jardín y arreglando sus flores. Esperaba que Dylan ni Jaky estuvieran siendo tan obvios con esos "uniformes de ladrones", como le habían llamado.
Cuando doblamos en la esquina de Sunkist y Kenilworth comenzamos a caminar más despacio, el sol sobre nosotros nos hacía entrecerrar los ojos, pero calentaba e iluminaba el ambiente. No sabía si eso lo hacía ver más tétricamente perfecto o debería de alivianar la tensión.
Llegamos a la casa en cuestión. Los cuatro nos fijamos que ningún vecino esté mirando, tampoco había algún auto en la casa de John Stevenson ni movimiento dentro. Podríamos pasar a revisar.
Dylan miró sobre su hombro mientras se sentaba en la cerca blanca y con un ágil movimiento cambió sus piernas de un lado a otro para pasar al jardín. Jake lo siguió. Miré hacia la puerta de la cerca que estaba sin candados ni trabas, empujé la madera con mis dedos y la chirrió hasta abrirse por completo.
Miré a los chicos algo divertida por sus expresiones de desacierto y, tanto Megan como yo, caminamos dentro como dos personas normales.
— ¿Deberíamos de tocar la puerta? — Preguntó Jake — Por si hay alguien en casa.
— ¿Qué diremos si abren? — Cuestioné.
— Bueno, puedo tocar y decir que... No sé, quiero contactar a los antiguos dueños de la casa que compramos — Planteó Jaky — Así devolvemos las cosas que había.
Estuvimos de acuerdo, nos apartamos lejos de la puerta para quedar escondidos mientras Jake hacía lo suyo. Dio un par de golpes y solo hubo silencio, Megan fue a revisar la ventana por si veía movimiento. Volvió a golpear otra vez, solo por precaución y siguió sin haber señales.
— Despejado — Dijo Megan — Busquemos la forma de entrar, Fanny ven conmigo atrás.
La seguí para rodear la casa mientras los chicos veían si se podía forzar la puerta delantera o alguna de las ventanas estaba mal cerrada. La casa no era muy grande, apenas lo suficiente para la vivienda de una sola persona. Llegamos al otro lado en segundos y nos fijamos de que los vecinos no estuvieran prestando atención hacia los patios traseros.
Había ropa tendida, un canasto bajo un pequeño techo y algunas herramientas y podadora colgando de las paredes. Abrimos el mosquitero y probamos con la puerta, no hubo caso. Me acerqué a una ventana y probé si subía, tampoco. Se nos agotaban las ideas.
— Podría forzarla, aguanta — Dijo Megan sacándose un invisible de su cabello.
— O podría simplemente probar si puedo abrir algo.
Era un fantasma después de todo y, aunque me costara un montón tratar de usar mis poderes cuando estaba totalmente materializada, algo tan pequeño como abrir una cerradura debería de funcionar.
Fui hacia la puerta y me concentré, sentí la estática en el ambiente y un frío estremecedor.
— Tu mano está desapareciendo — Me avisó Megan.
Al mismo tiempo sonó el clic de la cerradura, ella probó con abrirla. El interior de la casa se nos presentó ni bien la perilla giró exitosamente abierta.
Observé mi mano viéndola como siempre, tanto Jake como yo no podíamos darnos cuenta cuando desaparecía. Ambos podíamos ver mi cuerpo completamente normal.
— Esta volviendo ahora, pero está algo traslúcida — Megan tomó mi mano — Aún puedo sentirla. Entremos antes de que alguien nos vea.
Caminamos por el pasillo, cerré la puerta trasera. El interior estaba oscuro y sombrío. Nos dirigimos hacia la puerta delantera escuchando las voces de los muchachos del otro lado, volví a concentrarme en mi objetivo y la puerta se abrió de par en par. Los chicos nos vieron y sonrieron, entraron rápidamente a la casa.
— ¿Qué les ocurre a tus manos? — Preguntó Dylan.
— Acaba de abrirnos las puertas — Explicó Megan — Rápido, no hay tiempo para esto. No prendan las luces, los vecinos podrían darse cuenta de que hay alguien y tal vez estén acostumbrados a los horarios de Stevenson. Ahora, nos dividiremos uno por habitación. Yo iré al baño.
— ¿Al baño? ¿Por qué al baño? — Dylan arrugó sus cejas y su nariz y la siguió por detrás mientras desaparecían por el pasillo.
Jake comenzó a revisar entre los sillones y los cajones debajo del televisor, lo único que quedaba era la cocina que estaba pegada al living. Entré sin esperar mucho de ella, en la nevera solo había comida rápida congelada, algún que otro dulce y cervezas. Los cajones no contenían otra cosa que no fuera materiales de cocina y comida. Hasta que uno de ellos me hizo soltar la manija.
— ¿Jake? — Llamé, al instante él estuvo a mi lado — Mira esto.
Observó el cajón y estuvo a punto de levantar el arma si no fuera porque lo detuve.
— No podemos dejarle el arma aquí ¿Qué pasa si lastima a alguien?
— ¿Qué pasa si es evidencia? — Cuestioné — No puedes tocarla. Recuerda lo que dijo Megan, solo debemos sacar fotos.
Pareció pensárselo unos segundos hasta que asintió y sacó su celular. Sacó varias fotografías y, entonces, cerramos el cajón.
— ¿Encontraste algo en el living? — Quise saber.
— No, nada. Veamos qué tienen los chicos.
Caminamos hasta el pasillo, en el baño ya no había nadie. Escuchamos ruidos en la habitación de enfrente. La puerta estaba abierta y los chicos revolvían entre la ropa y los cajones.
— ¿Qué es ese olor? — Preguntó Jake — Huele como a podrido.
— Eso estamos buscando — Dijo Megan — Ayúdenos.
No tenía idea de qué olor hablaban, pero rápidamente Jake se puso en marcha. No pude ni moverme, cualquier olor a podrido que haya podría ser... Debía sacar a los chicos de aquí ahora.
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Editado: 05.08.2020