- FANNY -
No sé qué mentiras les estarán contando a la señora Hudson, tampoco sé cómo reaccionaría Richard cuando los viera y ella estuviera en frente. Esperaba que no hubiera complicaciones.
Pero mientras los minutos pasaban yo me removía más y más en el lugar. Me gustaría poder hacerme invisible a voluntad solo para poder acompañarlos, saber que todo estaba bien. Cuando el tiempo que pasó se me hizo eterno me dije a mí misma que entraría a esa casa sin importar los que me vieran.
El ruido de golpeteo en la ventanilla a mi lado hizo que casi salte de mi lugar y me giré por acto reflejo.
Oh no, pensé.
Pero me mantuve quieta e impoluta, nada de expresiones asombradas. Yo estaba muerta, era un fantasma, simplemente debía actuar como uno.
Del otro lado del vidrio la cara de Tom Ways estaba blanca y petrificada. No sabía en qué momento había estacionado ni dónde, tal vez algunos metros más detrás y por eso no había escuchado el motor.
Él ya no podría hacerme nada, intenté recordar. No podría volver a matarme. Me preocupé más por los chicos que estaban adentro.
Tom abrió sus labios, intentando decir algo, sus ojos paseaban por todo mi rostro curiosos e intentando descubrir algo que le dijera que yo no era Fanny Courtney. Entonces, cuando no pudo ni mediar palabra, solo se enderezó, cerró los ojos mientras los refregaba y me dije a mí misma que ese era el momento de desaparecer.
Me hice una pequeña bolita en el piso del auto, entre los dos asientos y pegada a la puerta ¿Sería capaz de verme si se asomaba? Esperaba que no. Pero era bastante probable.
Lo escuché mascullar algo, una mala palabra. Mi corazón palpitaba como si realmente tuviera uno, me decía que estaba demasiado nerviosa.
Y, de repente, escuché voces.
Los chicos estaban hablando con Ways, habían salido de la casa. Después de unos segundos que me parecieron eternos entraron al auto y Dylan dio marcha a toda velocidad.
Me sentí más tranquila cuando pusimos distancia con la casa de Eliza Hudson. No es como si Ways pudiera hacerme algo realmente, pero mis manos temblaban al saber que él fue parte de mi asesinato de alguna manera u otra. No lo quería cerca de mí y definitivamente no lo quería cerca de mis amigos.
Dylan le pasó un cepillo de dientes que presuntamente era de Richard, ¿cómo Megan tenía contactos para hacer una prueba de ADN? Pues no lo sabía muy bien, los contactos de Meg a veces eran súper secretos.
Me preguntaba si Ways sospecharía de algo, si habría entrado a la casa de Eliza y la había interrogado. Si sabía que los chicos entraron al baño... ¿Podría llegar a saber que faltaba un cepillo? ¿Algo tan simple como ello?
Jake me tomó en sus brazos y me relajé un poco. No importaba lo que pasara, ellos me tenían a mi para cuidarlos.
Y como si el destino quisiera desafiarme por mi último pensamiento, Dylan maniobró bruscamente hacia la derecha cuando un auto amenazó con impactarnos en una diagonal. Chocó contra la puerta del conductor, forzó al vehículo a deslizarse contra el pavimento y Dyl frenó de golpe.
Los cuatro nos quedamos paralizados. No sabía de quién habría sido la infracción, pero suponía que no era nuestra culpa. Dylan venía manejando despacio y con cuidado.
— ¡Carajo! — Espetó furioso Dylan mirando la abolladura inminente en su puerta, intentó abrirla pero le fue imposible, estaba trabada — ¡Maldito hijo de perra! ¿Tan difícil es conducir?
Jake se asomó entre los asientos, pero su vista no estaba fija en ellos. Más bien en el auto de adelante. El que nos había golpeado. Se mantenía en medio de la calle, en diagonal. Sus vidrios polarizados no me dejaban ver al conductor.
— ¡Es el auto de Tom Ways! — Exclamó Jake — ¿Se habrá dado cuenta del cepillo?
— ¿Tan rápido? — Inquirió Megan — No lo creo, no puede ser.
Escuchamos el rugido del auto como una invitación a la carrera. Escuché a alguien tragar con fuerza, tal vez fuimos todos.
— Dylan... — Susurró Jake con voz temblorosa — Dylan, prende el auto. Anda.
El auto volvió a rugir con más fuerza y comenzó a maniobrar para ir contra nuestra. Dylan giró la llave varias veces tratando de encender el motor pero no funcionaba.
— ¡Dylan ya no queda mucho tiempo! — Gritó Megan aterrada.
Casi salto de mi asiento por su grito, observé el capó desde donde estaba y cerré mis ojos con fuerza. El sentimiento de furia y descontrol se convirtió en una corriente eléctrica que surcó cada célula de mi cuerpo, sentí mis bellos erizarse y cuando abrí mis ojos la estática inundaba el vehículo electrificando el cabello de Meg.
Una orden implícita viajó de mis pensamientos hasta el motor del auto y, mágicamente, arrancó justo a tiempo para que Dylan maniobre de costado, se suba contra la vereda de enfrente y pueda rebasar el auto que se nos venía encima.
Pegué mi cara a la ventanilla tratando de avistar algo por la ventanilla de enfrente del auto que nos atacaba, la figura de un hombre con una capucha y dedos gordos y gruesos... Definitivamente yo conocía a ese hombre.
— ¡Philip! — Grité.
Jake dejó de seguir el auto con sus ojos para observarme. No tuve que repetir nada, él sabía a lo que me refería.
Volvimos a sentir el rugido detrás nuestro, miramos a compás. El vehículo negro nos perseguía insistente.
— Nos está siguiendo, debemos abrirnos — Le advirtió Jake — ¡Dylan tenemos que perderlo!
Él no esperó por más gritos, simplemente puso su mano en la palanca de cambio y de un rápido movimiento ya estábamos a toda velocidad por la pequeña calle. En un brusco movimiento, viramos a la izquierda haciendo que Jake y yo nos aplastáramos contra su lado del vehículo. Cuando recién nos acomodábamos e intentaba con ansias prenderle el cinturón a Jake, el auto volvió a doblar en una curva. Esta vez terminamos aplastados contra mi puerta.
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Editado: 05.08.2020