¿puedes verme?

CAPÍTULO 50

- JAKE -

Nos sentamos uno junto al otro, crucé mis piernas y Fanny se apoyó en mi hombro.

— No me acostumbraré a esto, ¿verdad? — Susurré mientras miraba cómo en horizonte bajaba el sol.

De reojo sentí la mirada de Fanny clavada en mí. No quería abrir el tema, pero Fanny había estado demasiado dispersa por momentos y muy pensativa. Me hacía pensar que sabía o sentía algo que le decía que esto no estaba destinado para ella, que no era su futuro.

— Me tienes que dejar ir, Jaky — Susurró, ahora mi corazón se aceleró.

— No puedo hacerlo — Mi voz sonó ahogada y solo pude negar con la cabeza — Pensé que podría, pero no puedo. No quiero.

Ella inhaló con fuerza y miró hacia el lago.

— Me quedaré si me lo pides — Susurró entonces, volvió su mirada a mí — Dime que me quede Jake Maxwell y aquí estaré, cada día de tu vida hasta que envejezcas y mueras.

No podía pedirle eso, no podía decir esas palabras. Aun cuando lo anhelaba con intensidad. Levanté las rodillas y apoyé mis codos allí, intentando no verme totalmente derrotado oculté mi cabeza entre mis brazos y refregué mi cabello nervioso.

No soy así de egoísta, ella no se merecía ver como todos moríamos mientras que seguía con el mismo cuerpo, la misma edad y... y se iba olvidaba de todo hasta no ser nada.

Me levanté intentando verme decidido, la tomé de las manos y la ayudé a pararse. No la solté.

— Jamás te pediría algo así, lo sabes — Le dije — Es solo que todo esto me cuesta, me cuesta tanto nena... Te amo.

— También me cuesta Jaky, eres una de las personas más importantes para mí.

Asentí, atraje su cuerpo empujando su cintura y acaricié su mejilla admirando cada parte de su rostro.

— Sigues aquí por lo que sentimos... Puedes elegir si quedarte ¿no es verdad?

— No lo sé con certeza, pero sospecho que es así — Me contestó — Puedo sentir que eres tú, que es esta conexión que tenemos lo que me aferra a esta casa y a este mundo.

La abracé, no había nada más que hacer. Es decir ¿qué se hace cuando puedes despedirte de la persona? No quieres hacerlo, siento esa negación persistente a dejarla ir e inclusive por más fuerte que lo desee... ella se irá. Debe irse.

Las lágrimas se me escaparon y la abrecé con más fuerza.

Recordé el primer día, cuando la vi y me pareció una locura. También su voz, esa melodiosa voz que con un tirón me había traído a la realidad y me había salvado. Recordé cada pequeño momento nuestro, entre misterios por resolver, arrestos, escapadas y peligros. Esos en los que simplemente nos dormíamos uno al lado del otro, disfrutábamos de nuestra presencia y nos sonreíamos.

Mi corazón estaba sofocado, trataba de inhalar algo de aire pero todo mi pecho se sentía asfixiado. Dolía cada parte de mi ser y ella aún seguía allí ¿Cómo me sentiría cuando ya no estuviera?

Lloré desmedidamente, sin consuelo alguno. Ella lloró por igual. Ambos aferrados al otro, corazón con corazón y un sinfín de lágrimas por derramar.

Era cruel y asfixiante el amor. Un sentimiento tan errático, tan espeluznante y a la vez tan anhelado. Cuando amamos tan fuerte, uno simplemente se deja ser pisoteado por la vida. Amar con cada parte de tu cuerpo significa dar algo de ti a esa persona, algo que si se va no regresará jamás. Y tal vez ni siquiera quieras que regrese porque si lo hace sientes que ya no te pertenece.

Parte de mí, de lo que yo era, era debido a la persona que amaba. Fanny me había hecho pensar mucho más en los que tengo a mi alrededor, me hizo preocuparme y a la vez pensar en lo que pasaría si los perdiera. Me enseñó a vivir la vida valientemente, sintiendo cada segundo como si fuera el último. Con ella aprendí que no se necesita ver hacia el futuro cuando el presente es tan precioso.

Había dejado de planificar y había dejado de pensar en lo que dijeran los demás, dejé ese niño inmaduro que solo le gustaba divertirse para convertirme en un hombre que quería sentir, amar, odiar, soñar... Quería vivir.

Fanny Courtney era la chica que amaba, era la chica que me hizo mejor persona... Y me hubiera encantado que siguiera a mi lado, pero si tenía que partir estaba feliz de que me hayan permitido vivir con ella cada uno de esos momentos.

Los buenos y los malos.

Todos ellos me llevaron aquí y no cambiaría nada. Absolutamente nada.

Con cada error aprendí, con cada desesperando reencuentro amé más y con cada posible despedida anhelé el doble. Fui adolescente, fui humano.

— Eres la persona más maravillosa Jaky, nunca dudes de ti mismo — Susurró — Y jamás dudes que mi alma siempre te anhelará, siempre te amará. Y, tal vez, si hay algo más allá de este velo entre la muerte y la vida, si hay un posible reencuentro, te esperaré todo el tiempo que sea necesario. Y te amaré inclusive después.

Sus manos se aferraron a mi rostro y me besó. Algo desesperado al principio, pero tierno y melancólico al final. Cuando nos separamos, miré sus ojos abrazándola y memorizándola.

Ella al principio prestó atención a mi rostro, pero luego su vista fue hacia atrás. Mucho más allá de mí, sobre mi hombro.

Cuando me moví para que ambos pudiéramos ver sentí la desazón en su máximo esplendor.

El sol se estaba ocultado y, de él, el brillo resplandecía en su magnificencia. Parecía un color tan cálido como puro, tan brillante y fugaz como llameante y peligroso. Ese brillo en el horizonte del lago no era común y cada vez se hacía más y más grande cubriendo casi toda la superficie de él y obligándome a entrecerrar mis ojos.

— ¿Lo estás viendo? — Preguntó Fanny.

— Lo veo — Susurré, la miré nuevamente y ahora su cuerpo resplandecía como esa misma luz pero se iba de mi vista, se desvanecía — Te estás yendo...

Ella no pareció entender al principio, miró su cuerpo y me miró a mí.




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