Puedo ser.... (#3 Chilenas)

CAPÍTULO 3

La vida de Marco al lado de Althea tuvo un giro de 180°. Jamás pensó que la convivencia con ella fuera tan…… tan…... ¿divertida?

Althea era una excelente compañera. Aunque compartían algunos momentos en el trabajo cuando se topaban durante del día, era sin duda cuando llegaban a casa cuando por fin podían disfrutar de la mutua compañía. Comían juntos, bailaban juntos e incluso Marco adoptó la costumbre de Althea de salir al jardín y tenderse sobre la suave hierba para mirar las nubes pasar mientras ella le hablaba sin parar de cualquier cosa que se le ocurría, porque si algo distinguía a Althea de otras mujeres que había conocido antes, era que con ella no había silencios. Lo que él no expresaba, ella lo hacía por los dos y eso, lejos de desagradarle, le gustaba. Y mucho.

Althea por su parte se había tomado muy enserio su labor y no desaprovechaba ningún momento para alegrarle el día a Marco. Para ella comenzó a ser una necesidad el estar junto a él y contarle un sinfín de cosas, cosas que le hicieran olvidar las penas de su aún herido corazón.

Lo que no previó, fue que su propio corazón comenzara a tener un vuelco. La convivencia con Marco la había acercado mucho a él. Entre ellos había crecido una confianza que no creyó volver a tener con nadie nunca más. Sin embargo, esta confianza era distinta de la que había tenido con aquel que antes le falló. Había amistad de por medio y lazos sumamente fuertes que se estaban fortaleciendo silenciosamente con el paso del tiempo. Y fue el mismo tiempo el que le reveló lo que tanto había temido.

Se volvió a enamorar ¡Y eso se sentía bien! Marco la hacía feliz a pesar de que no veía en él a alguien que en apariencia se sintiera de la misma forma que ella. Pese a eso, decidió que conquistaría el corazón de Marco, así fuese lo último que hiciera y qué mejor que ser honesta y hablar directamente y sin rodeos. No quería actuar solapadamente. Si iba a ganarse el malherido corazón de Marco, expondría sus intenciones claramente. No estaba dispuesta a invertir de nuevo su tiempo en alguien que, a la larga, le rompería el corazón otra vez. Si Marco aceptaba, ella se encargaría de ganar sus afectos.

- Debo hablar contigo. – le dijo una vez que llegaron a la casa.

- Claro, tú dirás.

Althea se sirvió un vaso grande la malteada y omitió ofrecerle uno a Marco. Luego fue a tomar asiento al sofá de la sala desde donde le derramaría todo su corazón.

- Seré completamente honesta contigo, Marco. Hemos estado viviendo juntos durante muchos meses y hemos llegado a ser muy amigos tu y yo. Sin embargo creo que algo ha cambiado, al menos en mí.

- No te entiendo, Thea. – le dijo Marco mientras se sentaba en el sofá junto a ella.

- ¿Sabes lo que significa mi nombre? – le preguntó enarcando una ceja.

- No, ni idea.

- Es un nombre griego que significa “curación”. Quiero creer que puedo darle eso a tu corazón. Me gustas, Marco. Y no estoy hablando como amigo, sino como hombre. Me enamoré de ti a pesar de que jamás pensé que volvería a hacerlo después de sufrir tanto como tú lo has hecho y por las mismas razones que las tuyas. Pero así es. No puedo evitar sentir lo que siento y tampoco quiero hacerlo. Quiero que tú también llegues a sentir lo mismo por mí. Sé que es difícil porque vienes saliendo de un mal amor, pero créeme que puedo hacerte feliz. Yo no soy como ella y lo sabes. Solo te pido una oportunidad para conquistarte.

- Thea…… no sé que decir.  – se notaba lo abrumado y sorprendido que estaba Marco con aquella declaración, claro que, viniendo de Althea, todo era posible. - Cuando acepté vivir contigo no estaba en mis planes volver a comprometer mis sentimientos con nadie, pero debo reconocer que vivir contigo es divertido y me has ayudado a olvidar mis penas y a recuperar de a poco la paz en mi corazón. Pero a pesar de eso, no sé si estoy preparado para volver a enamorarme. Me gustas también, no lo puedo negar. Te has convertido en mi mejor amiga y en una fuente de apoyo incondicional, pero tengo miedo de que si te digo que sí, y después no resulta, termine perdiéndote y eso me dolería aún más. Por otra parte, tampoco quiero negarme a volver a ser feliz. Porque si resulta que esa felicidad está contigo, no quiero arrepentirme después por no haberme atrevido a averiguarlo. ¿Qué hago, Thea?

- ¿Me lo preguntas en serio? – él asintió y ella meneó la cabeza lado a lado y chasqueó la lengua repetidas veces divertida. – Pues a esta altura ya deberías saber que suelo tomarme los retos muy en serio, así que deja todo en mis manos y solo déjate querer, ya verás que con el correr del tiempo el amor irá creciendo entre nosotros y ni cuenta te darás.

- ¿Y cómo pretendes lograrlo? – Marco la miró divertido.

- Por ti puedo ser lo que sea.

- ¿Lo que sea? – Marco levantó las cejas un tanto incrédulo.

- Sí. Puedo ser gasolina en tu llama o si lo prefieres puedo ser mantequilla en tostada. Tal vez…… armadura en tiempos de guerra o incluso polen en primavera si tu así lo deseas. ¿Quieres que te lo pruebe? - él asintió. Althea tomó un gran sorbo de malteada y le dijo:

- Mírame. – Marco lo hizo. - Ven y pruébame. – Althea subió y bajó sus cejas traviesamente. – Tengo el sabor de tu malteada favorita.

Tímidamente Marco se acercó a ella y besó sus labios con suavidad, como si temiese arriesgarlo todo con aquella locura.



#3773 en Novela romántica
#1465 en Otros
#329 en Relatos cortos

En el texto hay: romance, amistad, comprension

Editado: 05.05.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.