7
Durante los siguientes días, pasó el tiempo buscando más casos en los que gente se hubiera comunicado con sus familiares muertos. Empezó a adentrarse en temas de esoterismo, buscando alguna respuesta. Se dispuso a conseguir veladoras, amuletos y otros objetos que, según páginas de dudosa credibilidad, ayudaban a concentrar las energías espirituales. Durante todo el tiempo que hizo esto, no asistió ni a las prácticas ni a las reuniones de club.
Empezó a tener una obsesión insana con estos temas, llegando al punto de tener pesadillas donde perseguía sombras en los pasillos de su casa.
–¡Milo!– llamaba en sus sueños, pero nadie respondía.
Al despertar, volvía a encender las veladoras, y continuaba llamando a su hermano, mientras contemplaba al gato virtual y trataba de hacerlo hablar. Estaba obsesionada.
En todo este tiempo, no había visto a Jahir, pero no había tenido tiempo de pensar en eso. Tampoco estaba cumpliendo con las tareas escolares. Su madre empezaba a preocuparse.
Lucy quería contarle a su mamá que había escuchado a su hermano una segunda vez a través de Tinybot, pero si ella no le había creído la primera vez, era poco probable que le creyera si volvía a hablar al respecto. Aún así, tenía una enorme necesidad por hablar de esto con alguien, con quien fuera. Pensó en contarle a sus amigas: Vianey, Dafne, o incluso a Litzy… ¡Litzy!
–¡No puede ser!– exclamó, poniéndose las zapatillas y saliendo de la habitación –¡Iré a verla cuanto antes!
Su corazón palpitaba. No recordaba cuándo había sido la última vez que la había visto en la escuela, y en todo ese tiempo no se había acordado de ir a verla ni una sola vez. ¡Pero también era su culpa! Litzy solía enviarle mensajes todo el tiempo. ¿Por qué en más de dos semanas, no le había enviado ni uno solo? Se estremeció cuando pensó en la posible respuesta ¿Y si realmente está grave? ¿Y si está tan enferma que ni siquiera puede escribir?
Se decidió a que esta vez nada evitaría que fuera a ver a su amiga. Cuando llegó a su casa, sin dejar de temblar, tocó a la puerta. La mamá de su amiga le recibió de inmediato.
–¿Se encuentra Litzy?– preguntó ingenuamente. Al escuchar esto, la mamá se llevó una mano a la cara y bajó la mirada.
–¿No te enteraste, niña?– le respondió con la voz quebrada –Tiene más de dos semanas que mi hija desapareció.
Se le vino el mundo encima cuando escuchó eso. No podía creerlo.
–¿Cómo? ¿Qué sucedió?
–No lo sabemos– dijo la madre, con lágrimas recorriendo su rostro –Simplemente un día, salió y no volvió. La policía no nos ha podido dar nada sobre su paradero. Por favor, si tú o tus amigas saben algo, hágannoslo saber.
Por su mirada de sorpresa, la madre supo de inmediato que Lucy no tenía idea de nada. Al ver que la noticia la había afectado demasiado, decidió invitarla a pasar y tomar un poco de café.
Tomó asiento en el sofá, sin dejar de ver su teléfono. Milo el gato aún estaba ahí, mirándola fijamente sin dejar de sonreír. Esto le pareció de muy mal gusto. Aún no podía creer que Litzy estuviera desaparecida, y mucho menos que ella no lo hubiera notado hasta ahora. ¿Cómo era posible? ¿Cuál era el último mensaje que había recibido de ella? Revisó su bandeja de mensajes:
–Espero que te haya gustado mi regalo. Tengo esa cámara que mi mamá me dio hace años, pero nunca la uso y sé que a ti te gustan. Nos vemos en la escuela. Pásatela bien! J
–¡La cámara!– exclamó. La madre de Litzy, confundida, se dirigió a ella.
–¿Cuál cámara?
–El último mensaje que su hija me mandó– dijo, con tristeza –fue para avisarme que me había enviado una cámara que tenía desde hace años. Ella me la regaló.
–¡Qué extraño! No recuerdo que ella tuviera una cámara.
Esto hizo saltar su corazón dentro de su pecho. Su piel se erizó.
–Ella dijo que usted se la regaló antes.
–No. Yo nunca le compré ninguna cámara.
Aquello la hizo estremecer de horror. Miró nuevamente el mensaje.
–¿Qué día desapareció?– preguntó con timidez.
–El 13. ¿Por qué?
Revisó la fecha del mensaje. Había sido enviado el día 15. Se sintió a punto de desmayarse.
–Disculpe– dijo, sin dejar de temblar –Tengo que irme.
–¿Qué pasa?– respondió la madre, mirándola con espanto –¿Qué pasa? ¿Por qué estás tan intranquila?
–Lo siento, no puedo explicarlo.
–¿Sabes algo, verdad?– dijo, levantándose de golpe y poniéndose frente a la puerta –¿Tú sabes algo, verdad?
–No– respondió, con su corazón latiendo con gran espanto.
–¡No me mientas! ¡Tú sabes algo! ¡Por favor, dime dónde está mi hija!
Sin dejar de temblar, apartó a la mamá y salió de la casa. Empezó a correr al darse cuenta de que ésta la seguía.
¿Por qué estaba tan asustada? ¿Qué estaba pasando? ¿Qué había pasado? Litzy había desaparecido antes de que Lucy recibiera su cámara. ¿Cuál era la explicación de todo esto?
Editado: 30.08.2020