Mariana se sentía satisfecha. Al fin consiguió trabajo. Debía redactar un artículo para un blog sobre un tema en específico. Curiosamente el sitio trataba de fenómenos paranormales y le pidieron que, en el texto, añadiera alguna experiencia personal o que contara la historia de algún conocido sobre algo paranormal que haya vivido. La joven aún recordaba ese mensaje de Asthar en sueños. Una noche después de haber escapado por poco de la muerte, soñó que Asthar le hablaba y le advertía que no comentara con nadie lo de la “Puerta dimensional”. Por un momento se preguntó si no era demasiada casualidad que le hayan pedido ese trabajo y justamente de un tema paranormal. Recordó a Hiro y su historia, preguntándose si esos sujetos no lo atraparon. Debía encontrarse con él y preguntarle si su padre tenía alguna relación con los meteoritos rosas o solo querían perjudicarlo por algún conflicto político del país.
Al final, después de pensarlo mucho, comenzó a redactar lo siguiente:
En lo personal, nunca tuve ninguna experiencia sobrenatural extrema. Quizás un “dejavú” o un sueño premonitorio. Días atrás, soñé que me caía a un pozo sin fin y, horas después, tropecé en un bache y me raspé la rodilla. Y se armó tanto revelo que me llevaron a la comisaría y me preguntaron acerca de una roca de color rosado. ¿Quizás será que, en vez de policías, eran reptilianos disfrazados? ¡Quién sabe! Solo deben estar atentos a lo que pase a su alrededor. “No todo es lo que parece”
Hizo las correcciones, envió al enlace indicado y esperó a recibir la aprobación y el pago. Recibió ambos, junto a un mensaje del cliente, que le decía:
¡Buen trabajo! ¿Pero segura que eso fue toda tu experiencia paranormal? ¡Cuenta más detalles sobre los policías reptilianos para el próximo artículo! Se te pagará bien, por supuesto. Siempre y cuando redactes algo sorprendente.
Mariana suspiró. Sabía que si contaba su experiencia de la “Puerta dimensional” y anexaba la fotografía del transmisor que tenía en su poder, su artículo tendría mucho éxito. Pero también la rastrearían e intentarían sacarle el dispositivo. No importaba el dinero en esos momentos. Asthar confiaba en ella y, también, había un niño que la esperaba.
Pero no se durmió. Solo se acostó en su cama, se cubrió con las sábanas, activó el transmisor y regresó a la “Puerta dimensional”.
Hiro le había dicho para verse en el “Edificio B”. Pero tenía un problema: ¿Cómo identificaría la letra “B” si no sabía leer los extraños códigos de ese mundo?
Mientras pensaba en eso, escuchó que alguien la llamaba. Era Hiro, que corría tras ella.
Mariana se acercó a él y, una vez juntos, el muchacho tomó aliento, señaló hacia uno de los edificios y dijo:
Hiro la tomó de la mano y la llevó hacia el edificio señalado. Luego le indicó el cartel con su dedo y, para su sorpresa, vio que el signo extraño se transformaba en la letra “B”
Mariana se sentía como una hermana mayor. Pensaba que la vida de Hiro era emocionante, al menos un poco más que la suya. Era una lástima que nunca lograrían verse en el mundo real.
Los ojos de la joven se humedecieron. Hiro la miró, pero no dijo nada. Al final, siguieron caminando en silencio.
Llegaron a un extenso terreno vacío, donde las personas lo cruzaban con prisa. Era como una plaza pública, pero sin árboles ni escultura alguna. Y ahí fue que volvieron a encontrarse con ese científico que los atacó con su pistola láser. Los miró con una sonrisa maquiavélica y les dijo:
Pero en vez de sacar su pistola, sacó unas esferas grises, que flotaron por el aire y volaron hacia la joven y el niño. Hiro golpeó una de las esferas con su palo de Kendo, pero fue un craso error: la esfera emitió unas ondas potentes, que paralizaron sus músculos y perdieran el equilibrio por completo, cayéndose al suelo como sacos de papas.
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Editado: 31.03.2023