Capítulo 28. El secreto del meteorito rosado
Sergio, Gustavo, Gerda y los agentes llegaron al mismo tiempo en el escondite de Asthar. Gustavo observó el mar y dio un suspiro. Sergio le preguntó:
- ¿Es aquí donde ella conoció a su amor?
- Así es – Respondió Gustavo – incluso realizaron un casamiento simbólico para perpetuar su amor. Pero la relación no funcionó. Juró que nunca más volvería aquí.
- Por eso es el escondite perfecto para Asthar – Dijo Gerda, quien acababa de llegar con los agentes.
- ¿Quiénes son ustedes? - preguntó uno de los agentes.
Sergio se adelantó y les respondió:
- Soy el detective Sergio. Y él es Gustavo, psiquiatra. Hemos sido contratados para tratar a un paciente en etapa crítica. Archivo codificado. Código PY 28
Al escuchar eso último, los agentes se relajaron. Tanto Gerda como Gustavo lo miraron sorprendidos.
- En realidad he colaborado con esta organización de manera independiente. Me habían ofrecido un puesto permanente, pero prefiero ser mi propio jefe. Así también logré mis contactos.
- Vaya. Sí que son sorprendentes – Dijo Gerda – Pero basta de charlas. Es hora de enfrentar la verdad.
El grupo rodeó la cabaña. Gerda guardó su pistola y se acercó a la puerta. Dio un golpe. Escuchó dos. Al final, lo abrió de una patada y encontró detrás de ella a Hiro.
- ¡Has tardado demasiado! - Le saludó Hiro, inflando las mejillas de rabia.
- No fue mi culpa – Dijo Gerda, encogiéndose de hombros - ¿Estás bien? ¿Asthar no te lastimó?
- No – Dijo Hiro – Pero no me deja salir. Me dijo que si lo hacía, desintegraría a unos niños que viven cerca de aquí. Ahora se fue a buscar provisiones, así que pueden pasar.
Todos entraron. El lugar era pequeño, tanto que gran parte de los agentes tuvieron que permanecer afuera, tomando guardia.
- ¿Cuál es el propósito de Asthar? - Le preguntó Sergio - ¿Te ha revelado algo?
Hiro les contó con detalle todo lo sucedido días atrás, desde el verdadero origen de Asthar hasta sus planes de controlar ambos mundos por medio del gran transmisor que creó en la “Puerta dimensional”. Y cuando les reveló que él era el candidato a ser un contenedor, todos mostraron expresiones incómodas. Quizás fuese tarde para la joven redactora, pero no podían permitir que arruinara la vida de un niño, después de todo lo que pasó en la “Puerta dimensional”.
- Ya veo. Con que ese era el secreto de los meteoritos rosados – Dijo uno de los agentes – Los hemos estado persiguiendo por meses y al fin nos revelan el misterio en una bandeja de plata. Ahora mismo entréguenos sus transmisores o los mataremos.
Los agentes sacaron sus pistolas y los apuntaron con ellas. Hiro, Gerda, Sergio y Gustavo se juntaron en un rincón, con las manos levantadas. Los tenían acorralados.
- ¿Qué planean hacer? - Les preguntó Sergio.
- Capturaremos al tal Asthar y lo obligaremos a que nos entregue el gran transmisor, señor detective. Así podremos ingresar al otro mundo para conquistarlo.
- Me suena a historia conocida – Dijo Gustavo, con sarcasmo - ¿Que no tienen nada mejor que hacer, como combatir el hambre y la pobreza mundial?
- No tienen que amenazarnos ni capturar a Asthar – Dijo Gerda – Yo misma los llevaré a la “Puerta dimensional”.
Todos la miraron, incrédulos. No podían creer que Gerda les daría la espalda por conveniencia.
- Devuelvan el transmisor a la chica – ordenó uno de los agentes.
Gerda recuperó el transmisor. Al fin podía llevar a cabo su plan.
- Solo deben tomarse de las manos – Indicó Gerda.
Los agentes obedecieron. Gerda tomó el brazo de uno de ellos, activó el transmisor y quedaron inmóviles por una milésima de segundos. Al rato, Gerda abrió los ojos y vieron que el rastreador que llevaba en su muñeca desapareció. Otra vez logró salirse con las suyas.
- Listo. Ya me deshice de la mitad. Ahora solo quedan los de afuera.
Estuvieron a punto de salir, cuando vieron que en la entrada de la puerta se encontraba Asthar. No había ningún agente afuera, por lo que supusieron que fueron desintegrados al instante.
- Así les quería ver – Dijo Asthar, con una sonrisa de triunfo – Ahora serán parte del gran transmi...
Pero no pudo terminar la frase, porque Gerda se acercó a ella, le dio un golpe a puño cerrado en el vientre y la dejó completamente inconsciente.
- Mi otro “yo” la habría matado al instante – Dijo Gerda, mirando el lugar donde guardó su pistola – Pero ya poseo una lista que no deseo ampliarla más de lo que ya está.
- ¿Y qué hacemos ahora? - Preguntó Gustavo, mientras alzaba el cuerpo de su hermana en brazos - ¿Cómo vamos a recuperar a Mariana?
- ¿Se te ocurre algo, Hiro? - Le preguntó Gerda – Siempre tienes buenas ideas.
Hiro permaneció en silencio por un rato, intentando pensar en alguna idea. Sacó de su bolsillo el transmisor y lo miró atentamente, mientras decía:
- El transmisor es la clave para recuperar a Mariana. Es una llave capaz de abrir los portales dimensionales y poseen conexión directa con Asthar. Ahora que está en un cuerpo orgánico no podrá “localizarnos” tan rápido, siempre y cuando lo tengamos dopado. Lo que debemos hacer es “ingresar a su mente”.
- Ya veo – Dijo Sergio – Los transmisores podrán conectarnos a la mente de Asthar, el cual nos llevará a Mariana y todas las personas que fueron absorbidas por el gran transmisor.
- ¿Eso quiere decir que también podremos recuperar a Betty? - Preguntó Gerda, esperanzada.
- No solo a Betty, sino a todos – Dijo Hiro – debemos activar los transmisores en sincronía.
Todos sacaron sus transmisores e invocaron el nombre de Asthar para activarlos. Los mismos flotaron por los aires, se unieron y conformaron una luz esférica que los alumbró por completo.